mujer y ave

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sábado, 20 de mayo de 2017

Pavimentando el camino




Destino implacable

Capítulo 15 Pavimentando el camino…

Con la llegada de su hermano y los tres funcionarios públicos provenientes de Santiago y de Punta Arenas. La dueña de los pozos comenzó recién acariciar el sueño y anhelo de volver a tener lo que en otra vida le fue negado.


Estaba claro que esperar toda una vida anterior y parte de esta. Que ya iban 36 años siendo paciente por así decirlo y sin perder la esperanza de que volvería a reunirse con la mujer que amó en su anterior vida como Arlyn.

¡Quizás la hubiesen tildado de loca! Y como no y es que había que estarlo para pretender creer que ello se cumpliría tal cual lo deseaba. Había gastado esos 36 años sin jamás enamorarse de persona alguna. Solo asuntos pasajeros de una salida en sus tiempos de adolecente y alguna cosa loca en tiempos de universidad, pero fuera de ello. Nada.

Y es que había que ser ¡Muy bueno! No en el sentido físicamente hablando sino que en todo su junto como para siquiera deslumbrar en algo a la joven Pedrales. Mejor dicho ¡agallas!, ¿qué le puedes ofrecer tú a una mujer como ésa? Tiene de todo…Belleza, educación, poder, riqueza, tierras, títulos y bienes por montón. ¿Carácter?...Ni en sueños, ella de por sí, ya era una mujer tildada de tremenda. ¿Qué podrías ofrecerle?

¿Amor?... ¡Quizás! si tan solo pudieres ser mejor que su gran y viejo amor. Tendrías que haber nacido calcado a quién fuese Anaí en la otra vida. Porque esa mujer solo tenía corazón para una sola persona y la prueba de ello, es que cerró con cerrojos su propio corazón a la espera de su viejo y magro amor. ¿Ridícula por hacer eso? ¡Tal vez! Pero cuando se ama y se cree y se vive con la esperanza más grande de todas ¿Quién puede cambiar de opinión? Dicen que el amor es el sentimiento más fuerte, noble y capaz de todos. Él único capaz de obrar un verdadero milagro y de soportar tantas y tantas cosas. Que se hace casi una epopeya de ello. ¿Quién ha amado verdaderamente sabrá lo que vive Ariza Pedrales?...Lo demás, ni se aproxima.

No podía negar que se puso ansiosa por unos momentos porque deseaba acortar el tiempo lo más aprisa que se pudiera y ya estar preparando todo por traer consigo a su Romí, pero debía esperar más. ¡Aunque se hubo esperado 36 de su vida! ¿Qué era unas horas más? Un pelo de un gato.
Antes de ir al encuentro de su hermano e invitados. Abrió su armario y sacó otra blusa de seda porque la que tenía puesta la sentía mal. Tomó una blanca los que combino con sus pantalones negros y botas café y una casaca del mismo color de mangas cortas. Una vestimenta apropiada para salir a montar ¡Típico de los estancieros!

Una vez lista, dejo su habitación para dirigirse hacia uno de los despachos de la planta baja que era el más amplio y acondicionado para reuniones de un carácter importante; comercial o de negocios. Aunque esta vez, era más relevante que aquello. Era el tema principal. Su esposa.

Al entrar a dicha habitación fue recibida por su hermano mayor, que estaba sirviendo unas copas de whisky a los demás.

─ ¡Disculpa la confianza mí querida hermana! ─ se apresuró en decir Marcial, acercándose a ella y besando su mejilla.
─ Solo la familia puede tener esa confianza, hermano mío ─ mencionó Ariza con una suave sonrisa y viendo a los presentes, añadió. ─ ¡Buenas tardes a todos! ¿Cómo estuvo el viaje de Santiago hasta acá?

Los tres hombres se levantaron al mismo tiempo para saludar a la dueña de casa y del mismo modo quedaron impactados por la belleza de esa mujer morena, su porte, elegancia, el poder y sensualidad que de ella emanaba. ¡Quedaron pasmados con su belleza! Era una fuera de todo tipo de planteamientos, admiración y análisis porque definitivamente tenía una belleza inusual. De esa casi salvajes comparándola como la belleza que suele tener una pantera negra, perfecta. Así concluyeron los tres hombres. Una mujer única.

La propia Ariza, ni se inmuto ante el asombro de los hombres sino que lo sumo a tantos de sus admiradores. Sabía muy bien lo que provocaba en las personas y cómo mucho de ellos deseaban poseerla o ser sus dueños. Pero ahí estaban rotundamente equivocados porque ella no podía ser comprada, sometida y mucho menos subyugada por mujer u hombre alguno. Y es que nadie podía ser su dueña dado que ella no estaba al alcance de la mano de nadie porque Arlyn o Ariza, ya pertenecía a un solo corazón y ese era precisamente al que unió su vida anteriormente. Solo esa persona podría someterla y avasallarla las veces que así le diera en gana.

La fidelidad era un asunto muy delicado entre los gitanos al igual que el sentido de la pertenencia. Por lo tanto, una vez que se unía a una pareja de esa estirpe nada puede romper el vínculo que se formó, salvo el término de la vida.

Al igual que suele pasar entre algunas especies de aves. Ellos unían su vida a un único ser y era de por vida. Y más tratándose de una promesa que se hizo ante su creador y que fue quebrantada en su esencia.

Y es sabido que un gitano jamás consentirá un hecho de esa naturaleza. Es una de las mayores ofensas y humillaciones que pueden sufrir. Por eso la obstinación en hacer cumplir sus votos porque no tendría justificación valida ante su pueblo y no tendría descanso hasta cumplir con traer de regreso a su esposa o quitarle la vida. Es así el dictamen de la ley de su pueblo. Dos caminos a escoger para bien o para mal y estaba más que claro que para una mujer como Ariza, que su ego iba a predominar ante todo mucho más que su corazón. Así fue criada y así, aceptaba el cumplimiento de la ley que la regía, aunque fuese en otro tiempo el que estuviese viviendo. Ella estaba arraigada a esas tradiciones y difícilmente pudiese o quisiese escapar. Solo tenía un propósito en la vida y era buscar a su esposa y traerla de regreso al precio que fuese.

¿Tendría ella corazón para quitarle la vida a la mujer que tanto ama? Por el simple hecho de su rechazo ¿Sería capaz de llegar a una instancia como esa? Eso solo lo sabía la propia Ariza. No obstante a esto último, todas sus acciones apuntaban en una sola dirección. Amor!
─ ¡Buenas tardes! ─ saludaron los tres hombres sin dejar de verle.
─ ¡Por favor vuelvan a sus asientos! ─ invitó Ariza cordialmente. ─ El viaje es muy largo y por ello, les preguntaba. Tenemos una zona de muchos contrastes en lo tocante a vientos y climas.
─ Así lo note ─ dijo Campos y quién como muchos, se acercó y tomando la mano de la estanciera entre las suyas, la beso a la usanza antigua de protocolo de caballeros.
─ Hermana, antes de proseguir con tan grata conversación te quiero presentar con los señores que tan gentilmente accedieron en acompañarme. ─ interrumpió Marcial e indicando con su mano a los presentes, procedió a nombrarlos. ─ Quién ha besado tu mano es el delegado del ministerio de relaciones exteriores, Campos Oñate, a su lado derecho Don Carlos Zañartu fiscal enviado desde la corte suprema y quién se nos unió en el aeropuerto de Punta Arenas, Gustavo Mindrovk, funcionario especial del registro civil, a quién tu mandarás a llamar directamente.
─ Un gusto en conocerlos señores ─ indicó educadamente Ariza con un gesto de amabilidad acompañada de una sonrisa de esa perfectas para la ocasión. ─ Desde ya les agradezco la gentileza en venir desde tan lejos a mis tierras y constatar por ustedes mismo lo que aquí está sucediendo.
─ El gusto es nuestro. ─ indicó Campos Oñate, siendo bien zalamero porque se notaba que estaba babosa por aquella mujer y poco lo disimulaba. ─ Haríamos el viaje cuantas veces fuese necesaria por ayudarle.

Tanto Ariza como Marcial, se quedaron viendo con disimulo y no evitaron sonreírse para sus adentros. Sabían perfectamente hacia donde se encaminaba tanto entusiasmo y a ellos les servía para sus propósitos.

─ A diferencia de mi acompañante que está eufórico y con el debido respeto, digo esto ─ aclaró Carlos Zañartu. ─ El tema es delicado al punto de ponérseme en antecedentes que ha habido violencia hacia su persona y por ello, he sido designado. Dado que el tema no es menor por tratarse de usted, la hermana de Don Marcial aquí presente y íntimo amigo de mucho de los ministros de la corte suprema. Por lo que, se debía atender con la mayor brevedad posible y poner en antecedentes a Santiago.
─ Comprendo y nuevamente le reitero mi gratitud ante todo ─ señaló perspicazmente Ariza. ─ El sentido de la justicia es lo que me llevo a solicitar a Marcial, protección y esclarecimiento de los hechos para tomar medidas al respecto.
─ Sin duda que está en todo su derecho ─ concordó plenamente Zañartu. ─ por ello, nos gustaría que nos refiriera todo lo acaecido y pruebas que respaldasen los hechos y fuesen primordiales a favor suyo.
─ Desde luego ─  repuso Ariza y antes de comenzar, se dirigió hacia el otro funcionario. ─ Estimado señor Mindrovk el tema que debo tratar con usted es de suma importancia y es aparte de toda esta incómoda situación. Si gusta puede esperarme a que finalice esta reunión y poder platicar sobre lo pertinente a lo que fue enviado.
─ No faltaba más. ─ respondió éste.
─ Deme unos momentos para solicitar a uno de mis empleados que le acompañe a visitar las dependencias mientras resolvemos este tema en particular ─ indicó Ariza y antes de terminar de hablar, ya se abría la puerta del despacho. ─ Por favor, Manuel. Acompaña al señor Mindrovk y atiéndelo como es debido. Es importante para mí.
─ Como usted mande, patrona ─ contestó Manuel. ─ ¡Por favor, tenga la amabilidad en seguirme y le muestro el lugar.
─ Después de usted ─ dijo Gustavo e inclinando su cabeza hacia la dueña de casa. ─ Nos vemos más tarde.
─ Por supuesto no le quepa la menor duda. ─ convino Ariza.

Luego de cerrarse la puerta detrás de los dos hombres, la dueña de la estancia los pozos. Quedo viendo un segundo a su hermano y comprendió al instante el mensaje.

─ Señores, hubiese querido que todo esto no hubiera pasado a mayores, pero es difícil para mí vivir en tranquilidad después de las agresiones que he sido objeto de parte de los funcionarios de Enap ─ Comenzó con los descargos Ariza y acercándose a su escritorio y tras sacar, unos documentos de uno de los cajones, procedió con la narración de los hechos. ─ Como ustedes habrán constatado al ingresar a mi estancia y como prueba de lo que estoy hablando es verídico, son la destrucción que sufrieron los portones por parte de la Señorita Marcela Paredes (entregando dichos documentos y fotos probatorias) y delante de ustedes pueden comprobarla denuncia que ya había efectuado anteriormente en contra de esta funcionaria.

Además, también están las amenazas que fui objeto hoy por otro de sus empleados Héctor Cárdenas, delegado de RRHH de la petrolera y que bajo las órdenes de la oficina central y con el visto bueno del señor Alejandro Miranda, procedió a ingresar a mi propiedad con la demanda de abrírseles los portones e ingresar  a sus funcionarios.

En estos documentos, se deja esclarecido que como estancieros tenemos acuerdos firmados ante juzgados de letras, cámara de comercio y un decreto firmado por el entonces presidente de la república señor….

Esto les reafirma a ustedes, que no he infringido la ley sino he velado por mis derechos al ser pasados a llevar por la empresa estatal.

En estos momentos he hecho venir al teniente Espíndola a mi hogar para constatar lesiones, daños y colocar una nueva denuncia por abuso y difamación por parte del señor Miranda en mi contra en el palacio de gobierno en Santiago.

Este hombre se ha servido de otros subalternos para manipular la situación y ha puesto en mi contra a una persona que debiera estar ajena a toda discusión y extorsión de su parte como de los intereses de la estatal.

No le ha importado rebajar a dicha persona en su integridad sino que le ha privado de su libertad al punto de aislarla en un principio dentro de las inmediaciones del campamento y sobre su soberbia ha llegado a instancias mayores de aislar en San Gregorio a esta funcionaria. Siendo paupérrimas las condiciones en que estuvo encerrada afectando su salud física como la Psicológica.

 He tenido que comprobar por mí misma la fragilidad en la que se haya al punto de temer por su tranquilidad dado que permanece bajo unos términos dudosos sometida a un régimen laboral de un años sin mayor distracción que no sea su trabajo. Como ustedes comprenderán que es impropio por salud mental mantener a un empleado bajo tal presión por algo existen los roles de trabajo de una empresa tan connotada como es Enap y el desprestigio en que estaría cayendo al pasar por los derechos elementales de dicho trabajador y que dicho sea de paso, tiene una gran relevancia para mí este asunto dado que esta persona está profundamente ligada a mí y es por ello, que estoy velando por sus intereses.

Verán por sí mismos que no hago más que velar por mis intereses sin ir en desmedro de dicha compañía. No obstante a ello, no puedo dejar pasar estos sucesos que han logrado vulnerar mi paz, intereses comerciales en la constante pérdida de mi ganado a manos de funcionarios de la estatal y de los perjuicios que he sido objeto con el daño a mi propiedad.

Y sumado a todo ello y a las pruebas que acompaño, también está el agravante que tengo la convicción de que se me quiere expropiar mis tierras y por ello, están buscando resquicios que les permitan usarlos como atenuantes en mi contra y así, proceder el gobierno ha una resolución de esa envergadura, privándome de mi patrimonio sin derecho apelación. Por esta razón, me he visto en la necesidad de buscar respaldo inmediato con el embajador Español como también en asesorías en litigios internacionales ante la OEA o la OTAN, a la cual pertenece España, mi segunda nacionalidad y por derecho me asisto de ella.

Como dije anteriormente, no hubiese querido llegar a estas instancias pero la salvedad de mi patrimonio lo requería ─ Concluyó aplastantemente Ariza, dejando todas las pruebas en manos de los funcionarios públicos.
─ Es simplemente lamentable está situación ─ indicó Campos Oñate. ─ Dado que al estado chileno no le será nada grato ir a un litigio internacional y sentaría precedentes para los demás inversionistas extranjeros.
─ Es por ello que hemos tomados la decisión de solicitar una visita inmediata al lugar de los hechos y salvaguardar la integridad de mi hermana como su patrimonio. ─ aclaró Marcial y entregó de su parte un informe de ciertos balances. ─ Esto les puede dar una noción de lo que está en juego y que atañe a mi familia y las inversiones hechas en este país. De seguro ustedes nos encontraran la razón de por qué hemos llegado a estas instancias.

Tras examinar estos nuevos documentos, la cara se les cayó a los dos funcionarios y tragaron saliva con dificultad.

─ Por supuesto, hubiese hecho lo mismo que ustedes ─ concordó Campos Oñate. ─ Nuestro gobierno no se puede permitir perder unos inversionistas como lo es su familia.
─ Tratamos de ser lo más imparciales posibles, pero el interés familiar y económico está por sobre toda discusión por ello de nuestras acciones ─ dio la estocada final Marcial. ─ De no haber un deslance favorable, nos veremos en obligación de cesar todo tipo de acuerdos con el estado chileno e interponer una demanda a través del gobierno español. Además, de clausurar todo negocio en el país en forma inmediata.

¡Si de presiones se trata! ¿Quién dijo que los más poderosos no abusan? He aquí la prueba de que muchas cosas se hacen a puertas cerradas y los acuerdos son dantescos. El poder solo corrompe al poder y la riqueza es corrompida por la codicia. Es una simbiosis de sedición nada más.

Ambos funcionarios quedaron de piedra al oír los términos finales del empresario. Estaba claro y más que claro que no estaba jugando y tampoco se iba con rodeos. Y es que estaban hablando de millones de dólares puestos en la banca de comercio y bancaria, ciento de empresas con un capital que le quitarían la mitad de la deuda del país. Un golpe muy bajo sería dado ya que la familia de Pedrales era numerosa y sumado a ello, todos inversionistas en áreas alimenticias, pesca, minería, salud, educación, comercio, retail, industria, agricultura y ganadería. ¡Así quién puede con un retiro masivo de fondos!

─ Don Marcial ─ se dirigió el propio Zañartu al ver la magnitud del asunto. ─ Tiene mi palabra que daremos cuanto esté en nuestro alcance por dar una solución favorable a su petición.
─ Pero nosotros no hemos presentado aún una petición. ─ interrumpió Marcial. ─ solo hemos puesto los antecedentes del caso y en relación a ello, quién tiene que solicitar algo aquí, es mi hermana Ariza. ¿No les parece a ustedes? Es la mayor perjudicada con este atropellamiento por parte de Enap.
─ Sin duda ─ concordó Campos Oñate. ─ diga usted, señorita Pedrales ¿qué solicita al estado chileno?

La aludida en cuestión, alzó el mentón triunfante porque los tenía donde quería y bastó que su hermano pusiese un punto más a su favor y el resultado a pos fuese lo que estaba esperando; más bien dicho, mejor de lo que esperaba.

─ El asunto es muy simple ─ señaló Ariza con soberbia. ─ Quiero un acuerdo firmado desde Santiago en que Enap, queda impedido de ejercer cualquier poder sobre la persona de mi esposa y que ella me sea devuelta a la brevedad posible.
─ ¿Esposa? ─ preguntaron los dos con cara de interrogación y descolocados por completo.
─ Así es, lo que han oído señores, esposa ─ aclaró seria e inflexible Ariza Pedrales. ─ Ella es la persona de quién hice alusión anteriormente y la razón por la que la estatal trata de pasar a llevarme bajo sucias tretas y artilugios legales de los cuales se está valiendo en este momento.
─ ¿Ella es una funcionario de Enap? ─ preguntó Zañartu.
─ Así es ─ fue el turno de Marcial de intervenir. ─ Una funcionaria que se integró hace muy poco a dicha compañía pero que al saberse el vínculo con mi hermana se han valido de ello para enfrentarlas y sacar provecho de todo del asunto. Tal como les mencioné anteriormente para nosotros la familia es ante todo y en todos nosotros en sí, hemos decidido respaldar las acciones de Ariza y de su esposa al precio que sea.
─ Veo que el asunto es más sentimental que nada ─ supuso en voz alta Zañartu.
─ No sé equivoqué usted en eso ─ corrigió tajantemente Marcial. ─ Aquí estamos hablando de mucho más que un tema sentimental como usted insinúa. Sino que estamos en presencia de confabulación, daños materiales y amenazas reiteradas en contra de mi hermana y sin mencionar todo lo que atraviesa mi cuñada. Es un vejamen someterla a ese tipo de situaciones y hablar tan a la ligera de  su parte me da a entender que no hemos actuado mal en buscar instancias mayores. Usted no solo ofende el honor de mi hermana sino que a toda nuestra familia, señor Zañartu y le obligo de inmediato que se retracte de sus palabras ante mi hermana.

¡Un llamado de atención! No. se nota que no fue así, porque ya hemos dicho que para un gitano la familia y el honor está más allá de cualquier cuestionamiento. En otros tiempos lo hubiesen solucionado de otra forma, duelo posiblemente, más hoy es otro cantar y se toman acciones más drásticas.

─ ¡Disculpe usted! ─ respondió de inmediato Carlos Zañartu. ─ He sido desconsiderado con usted, señorita Pedrales. No fue mi intención ofenderla.
─ Pero lo hizo ─ recalcó sin miramientos Marcial, que no perdonaba una afrenta como esa.
─ Lo sé y he ido lejos con este comentario ─ se excusó el fiscal. ─ Quisiera explicar en parte mis dichos y se refieren que creí o supuse que eran algo superficial para involucrar todo el aparataje que se ha hecho. Pero comprendo porque para ustedes no es un tema de bajo perfil.
─ El desconocimiento y la falta de empatía que suelen tener las personas hace que difícilmente se puedan poner en el lugar de otros. ─ enrostró esta vez Ariza, demostrando con ello, que el proceder del funcionario había sido grosero y mal visto por ambos hermanos Pedrales. ─ No obstante, mantengo mi posición en solicitar un acuerdo con el gobierno central, ya sea estado, justicia u otra instancia y que se me reponga el legítimo derecho de pedir el regreso de mi esposa y una compensación económica por todo daño y sean privados del deber que los asistían laboralmente hablando. Si ustedes cumplen con este requerimiento, mi familia y yo, retiraremos la demanda presentada ante la embajada española y las demás entidades de litigio. Está en sus manos que esto no pase a mayores.
─ Me comprometo en ello apenas llegue a Santiago ─ repuso Zañartu tras el impasse con los hermanos. ─ No sin antes telefonear a mi superior de lo sucedido en este lugar.
─ De mi parte ─ fue el turno de Campos Oñate. ─ entregare los antecedentes de inmediato apenas pueda llegar a Punta Arenas.

Una vez obtenido el compromiso de ambos funcionarios, fue el propio Marcial, que hiso las paces con ambos y los invitó cordialmente a hospedarse en la casa de la estanciera como sus huéspedes. Una vez que se acepto la invitación fueron llevados de plano a sus aposentos, mientras que ambos hermanos quedaron platicando un poco más del asunto.

─ Ahora es el turno del funcionario del registro civil ─ indicó Marcial a su hermana. ─ Debes tener esa unión ya celebrada para cuando estos hombres regresen a Santiago.
─ Descuida que la tendré ─ mencionó positivamente Ariza. ─ No en vano he ofrecido cancelar sus honorarios al triple con tal de que se celebre mi compromiso con Bianca, en cuanto ella llegue a la estancia.
─ Has de saber que nuestros padres y hermanos vienen en camino ─ puso al tanto Marcial. ─ y tú bien sabes lo que ello significa. La ley es la ley, hermana.
─ Lo tengo muy claro ─ respondió seca Ariza, que sabía a lo que se exponía de fracasar. ─ Esta vez cumpliré con mi obligación y salvaré el honor de mi esposa y el mío.
─ Que sea así entonces hermana mía ─ respaldó Marcial. ─ Tendrás todo mi apoyo y me pongo a tus órdenes para resguardar a tu, Romí. No  dejaré que la utilicen del modo que lo han hecho. Yo arreglaré esta afrenta y  a partir de hoy devolveré golpe tras golpe que te han dado a ti y a Bianca.
─ Marcial ─ murmuró pensativa Ariza.
─ Te ruego que no digas más ─ reprendió su hermano. ─ Es mi derecho como tu hermano mayor y cabeza de esta familia.
─ Sea así como tu digas ─ secundo por primera vez Ariza en lo que va de su vida. Ella no estaba por sobre las leyes de su pueblo. ─ Solo hay una persona que debes dejar libre y de quién yo me ocupare personalmente.
─ ¿De quién se trata? ─ preguntó Marcial.
─ De mi rival ─ masculló entre dientes Ariza. ─ Marcela Paredes.
─ ¡Hazlo entonces! ─ instó Marcial. ─ No dejes cabos sueltos que hagan que seas separada de tu esposa. Tienes mucho que perder si llega a suceder.
─ Eso no sucederá ─ refutó molesta Ariza. ─ Soy gitana y la pasión de mi sangre prevalecerá esta vez.  Bianca Rangel, no escapará de mi otra vez. ¡Lo juro!
─ Tu familia estará contigo en todo momento ─ expresó Marcial, tomando de la mano a su hermana y añadió. ─ ¡Líbrate de la deshonra que pesa sobre ti! Cierra el ciclo del pasado recuperando lo que te fue arrebatado y consuma tus derechos.
─ Es precisamente por lo que he esperado pacientemente todos estos años y no permitiré que la historia se vuelva a repetir. ─ señaló Ariza, depositando un beso sobre la mejilla de su hermano y continuó. ─ Marcial, soy una mujer que aprendió por la fuerza de sus errores y hoy me estoy jugando la vida al traer de regreso Anaí a casa. No cederé ni un milímetro en mi decisión y no descansaré hasta que ella vuelva a ocupar su lugar a mi lado bajo el mismo manto de estrellas que desdeñó en el pasado. Y no porque exista otra mujer en su vida, daré pie atrás. Bianca, no tiene más opción que unir su vida a la mía nuevamente y sólo ahí descansaré y bajaré la guardia. Entonces, volveré a ser la mujer que una vez fui con ella. Arlyn, su amante esposa.
─ No sabes el orgullo que corre por mis venas al oírte hablar de ese modo ─ acotó Marcial a lo expuesto por su hermana. ─ De saber que por fin tendrás el derecho de ser feliz junto a tu esposa. Que dejarás atrás el dolor, la vergüenza y la deshonra que te sometieron en la otra vida. Ella debe enmendar su error y es algo que la familia le exigirá de inmediato. No obstante, ninguno de nosotros no hará nada o dirá algo hasta que seas tú, quién exija de ella lo que dicte tu corazón y respetaremos tu decisión como tal. Tendrás un solo día para ponerla al tanto y decidir  qué harás tú, sobre tu Romí.
─ Yo tengo muy claro lo que debo hacer, hermano ─ respondió a lo dicho por él. ─ Bianca es solo de mi incumbencia y asumiré todo junto a ella como siempre lo hice ya en el pasado.
─ ¡Ariza! ─ murmuró Marcial porque vio en el semblante de su hermana esa determinación y optó por no decir más sobre el asunto. ─ ¡Entonces busquemos a ese funcionario del registro civil!
─ ¡Acompáñame! ─ solicitó Ariza y tomándolo del brazo, salieron juntos en busca del hombre. ─ Hace mucho tiempo que no tenemos la instancia de caminar juntos y disfrutar como cuando éramos niños.
─ Nos hemos vuelto personas muy ocupadas y abocadas en nuestros negocios que olvidamos la fuente del reposo que debemos buscar siempre ─ repuso Marcial, muy sonriente al tener ese momento de privacidad con su hermana menor.
─ ¡La familia! ─ terminó la frase Ariza. ─ Nuestra fuente de todo.
─ ¡Así es! ─ concordó Marcial.

Juntos prosiguieron su plática durante todo el trayecto en busca del funcionario público que lo halló junto a uno de los frigoríficos siendo guiado por uno de sus empleados. De inmediato trataron el asunto de celebrar una boda o unión civil en la propiedad.

Fueron puestos en conocimiento de los documentos solicitados y que no iban a necesitar hora porque estaba pactado en domicilio. De parte de la estanciera solicitó expresamente que la fecha fuese indicada con tiempo anterior para los fines que lo requería y para ello, Marcial, ofreció una jugosa oferta de millones con tal de que se cumpliese lo que su hermana demandaba. Tras una llamada inmediata previas consultas, el funcionario accedió a dicha petición.

─ ¿De qué fecha estaríamos hablando? ─ preguntó Gustavo, funcionario del registro civil.
─ Ella ingresó a trabajar en Enap el 5 de octubre y deseo que sea con fecha 4, que es día martes. ─ respondió Ariza.
─ Ya van ocho meses de ello ─ concluyó Gustavo. ─ habrá que modificar cualquier documento que hubiese sido presentado dentro de ese tiempo con el estado civil de la señorita Rangel y tendrá como base y respaldo para todos sus propósitos, Ariza.
─ ¡Excelente! ─ alabó Ariza con una sonrisa más que complacida. ─ da gusto llegar a estos acuerdos con un funcionario como usted, Gustavo.
─ Siempre estaré para servirle ─ agregó él y besó la palma de la mano de la estanciera. ─ Venía ya advertido de no negarle nada de lo que usted solicitase y así lo he cumplido.
─ No sabe lo complacida que me siento ─ mencionó Ariza. ─ Y mi hermano sabrá recompensarlo como es debido ¿no es así Marcial?
─ Ya tengo firmado el vale vista con su nombre, mi querido Gustavo. ─ indicó su hermano y confirmando por su móvil. ─ Acaba mi asistente personal  de informarme de que fue depositado los 70 millones en su cuenta. Espero sea un buen incentivo para que continuemos trabajando del mismo modo a futuro.
─ Cuente con ello ─ dijo Gustavo sin poder ocultar el alborozo que le provocó saber el monto de sus servicios. Y la codicia estaba inmersa en sus ojos.

¡Todos quieren más! Debilidad humana al fin y al cabo. Un obsequio que se te dé por tu buen desempeño debiera ser un incentivo para hacerlo con más dedicación y no obstante, todos tenemos un precio y ambición, nunca estamos contentos con lo que se nos da, anhelamos un poco más y más.

Para ambos hermanos quedaba claro que este hombre estaba encadenado al dinero por lo que podrían dar cifras y todo cuanto quisieran no se les sería negado. E iban a utilizarlo a su favor más adelante.

─ Quién más, quién menos ─ murmuró entre dientes Ariza viendo en dirección hacia el sendero que se hallaba el campamento. ─ Todos tienen un precio. ¡Ya veremos cuál es el tuyo! Marcela Paredes.

Una brisa fría como especie de torbellino salió dentro de los coirones y se fue perdiendo rumbo hacia el norte…Campamento de Posesión.

Horas más tarde, envuelta en la bruma de sus pensamientos. La dueña de los pozos meditaba sobre los sentimientos de su esposa que había provocado la inspectora. Sin duda, que no podía dejar de sentir unos horribles celos y desear con toda su alma desaparecerla del mapa, pero era una adulta y tenía muchas opciones para conseguir su objetivo que no fuese una simple rabieta de celos.

─ Tienes que venir a mí sin esos molestos sentimientos que te provocó esa mujer ─ murmuró con rabia Ariza, viendo un cuadro que había mandado hacer hace mucho tiempo atrás con el retrato de quién fuese su esposa, Anaí.

Era la misma persona con sus facciones y color de ojos. Distintas vestiduras, su cabello más largo hasta la cintura (hoy lo llevaba hasta los hombros) Un rostro que expresaba esa pureza y alegría por vivir. Entre sus manos sujetaba una flor blanca que al parecer se trataba de un lirio. Sin duda, no se podía negar los hechos y estábamos hablando de Bianca Rangel.
─ No voy a compartirte con nadie ─ mascullo molesta Ariza. ─ Tu corazón me pertenece y toda tú, eres mía.


Dicen que los celos son claros signos de debilidad e inseguridad, pero cuán equivocados pueden estar. Muchas veces no son lo que parecen. Es algo muy distinto… ¡Egoísmo puro! ¿Quién comparte el amor con otros?

1 comentario:

Delfi Castillo dijo...

Bueno el señor dinero pudo más!..solo espero que Bianca no se la ponga difícil cuando se entere de lo que hizo Ariza referente a su matrimonio..me encanta Ariza si que va por lo que quiere..Bien esto esta poniéndose mejor.Saludos...

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