mujer y ave

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viernes, 7 de abril de 2017

Los primeros pasos

Atada por un testamento.


Capítulo 19 Los primeros pasos…

- ¿Una mujer a quién le importo? - Se preguntó Karina, cuyos ojos todavía estaban embebidos en los verdes de su contra parte.



Los ojos de Akiane, se empequeñecieron un poco y escudriñó en la profundidad de esos ojos celestes, sus impresiones. Se notaba que sus palabras habrían calado profundamente en la joven Sotomayor y eso ya por sí era muy favorable para sus propósitos. Ir cambiando de a poco las impresiones que tuviesen Karina con respecto a ella y su comportamiento.

- Y me importas mucho, Karina - confirmó nuevamente Akiane, viendo aquellos ojos.
- ¿Qué buscas? - preguntó sin rodeos Karina que podía llegar a ser implacable cuando lo requería. No le gustaba que se fuesen por las ramas sino al grano para bien o para mal.
- Eso depende de ti - contestó Akiane sonriendo sensualmente. - Cuanto estés dispuesta en descubrir e invertir tu tiempo en mí. Fui sincera en decirte en que me dieras la oportunidad de conocerme verdaderamente y no dejarte llevar por lo sucedido en el pasado.

Aquellos ojos celestes se abrieron bastante a medida que la albacea iba hablando de sus intenciones y no pudo evitar alzar su ceja derecha al finalizar la explicación. Realmente estaba sorprendida de que alguien que hace muy poco se mostraba totalmente confrontacional con ella y la fastidiaba por todo y nada, pudiese ser tan diferente en esta ocasión. Sin duda que Karina ya a esas alturas le echaba la culpa a su corazón de lo que estaba sucediendo dado que tanto desmayo le estaba mostrando una realidad fuera de toda lógica.

- ¿Qué me dices? - indagó con insistencia Akiane sin llegar a sonar demandante y por ello, empleó una sonrisa totalmente cálida y sincera.

Dio resultado su estrategia por que aquellos ojos no dejaban de verla con más incredulidad y parecía que estuviese en un sueño de nunca acabar.

- ¡Dios! - exclamó Karina pasmada. - ¿Te lavaron el cerebro?

Una risotada se dejo sentir dentro del jeep ante la respuesta de Sotomayor. Tanto así, que el mismo Carlos, quedo viendo por el retrovisor con cara de póker o mejor dicho, pregunta.

- ¡Lo siento, lo siento! - se disculpó Akiane en seguida y llevando sus manos a sus labios, quiso detener un poco su acostumbrado humor pícaro y añadió de inmediato. - No pretendo burlarme de ti y mucho menos, pero me parece tan gracioso que cada vez más me digas que estoy loca o algo por el estilo. ¿Por qué no puedes creerme? ¿Tan difícil es confiar en mí? He sido totalmente y completamente honesta contigo en que me importas y que dependería de ti saber más al respecto.
- ¡Uf! - protestó Karina, sacudiendo su cabeza un poco de esa mirada y prosiguió. - No es que no te crea; porque para algo son las segundas oportunidades; pero no pidas que lo digiera todo tan rápido. ¡Mírate! Con esa sonrisa tan…tan…tan ¡Ay Dios cómo decirlo! Como esa que tienen los ángeles, toda bondad y esas cosas puritanas. Que me pone la piel de gallina de verte y no encaja a la imagen que tengo de ti de hace muy poco.
Si de confesiones se trata. Esta sí que era una de las mayores que hubiere salido de la boca de la mujer más tozuda de todas y que guardaba bajo cuatro llaves su sentir e impresiones. Y también la albacea fue tomada por sorpresas.

Sus labios se ensancharon en una gran sonrisa y sus ojos chispeaban de  tal modo que provocó nuevamente que los brazos de Karina y sus bellos; pequeños por cierto; se erizaran de golpe.

- Gracias. - dijo Akiane sin dejar de verla con unos ojos que calaban hasta el infinito del corazón.
- ¿Por qué? - se apresuró en preguntar Karina, restregando sus brazos ante esa mirada y sacudirse aquella impresión que la tenía más asustada que nunca.
- Por compararme con un ángel - explicó Akiane sonriendo del mismo modo.
- ¡A ver! - corrigió Karina con tamaños ojos. - Dije que era como una mirada de pureza de un ángel y yo no dije que tú fueras uno precisamente. Porque yo tengo razones de peso para creer todo lo contrario…Yo diría otra cosa.
- Jajaja - se carcajeó Akiane sin evitar mostrarse tal cual es ella. - ¡una diabla!...¡Cuánta sinceridad de tu parte, Karina.
- ¡Eh! - exclamó pasmada ésta. - yo no quise decir eso…Solo…solo que… ¡Bueno sí! Pero de otro modo. Es tan…tan fuerte eso.
- Jajaja - volvió a echarse a reír Akiane a expensas de Karina no solo por sus palabras sino por sus gestos. - ¡Ya entendí! No sigas. No hay problemas en que lo digas.
- Pero no es que lo haya dicho -protestó inmediatamente Karina. - tú sacaste tus conclusiones. Y ese terminó es mucho incluso para ti. 
- ¿Mucho para mí? - indagó con cierta curiosidad Akiane. - Yo pensé que era un monstruo de lo peor para ti.
- ¡Dios! ¡Dios! - dijo con exasperación Karina que estaba comprobando que le estaban tomando el pelo. - Que no eres un amor de persona. Digo por todo lo que hemos vivido juntas. Pero de ahí llamarte diabla, no ¡No podría decirle a nadie así! Tienes tu lado negativo y perverso pero no a ese punto. Eres un ser humano no un demonio.
- ¡AH! - murmuró Akiane, esbozando una sonrisa algo tímida para ser ella. 
- ¿Qué? - Ya casi explotó de los nervios Karina. - ¿Qué fue lo malo que dije ahora?

Akiane, antes de responder, se abalanzó con suavidad hacia la joven Sotomayor y cogió una de sus manos y comenzó a frotarla suavemente con la palma de la suya para tranquilizarla.

- ¡Tranquila! - susurró tiernamente Akiane viéndola del mismo modo. - No has dicho nada malo y me quedo clara tu explicación. Aprecio que no me consideres de ese modo. Me hace muy feliz haberlo escuchado de tus propios labios.

Fue el turno de Karina para verla con más calma y analizar su comportamiento como esa mirada que le estaba obsequiando. Al cabo de un rato, dijo…

- Si hubiésemos comenzado con el pie derecho tal hubiésemos llegado a ser grandes amigas - confesó Karina, sin dejar de verle. - Aunque me tengas con una interrogación tremenda en este momento por tu nueva faceta. No cabe duda que eres agradable y tienes una facilidad de turbarme que no cualquiera puede lograr tan fácilmente. Algo me dice en este momento que eres sincera.
- ¿Ahora quién deja pasmada a quién? - inquirió encantada Akiane. - Has sido muy sincera en tus palabras y las aprecio más de lo que te puedes imaginar y solo tengo una objeción en lo que dijiste.
- ¿Cuál? - indagó apresuradamente y ansiosa Karina.
- El de ser amigas - respondió Akiane, viendo profundamente en la retina de los ojos de la joven.
- ¿Y por qué no podríamos serlo? - Contra preguntó Karina.
- Es muy simple - aclaró Akiane. - Yo no deseo ser tu amiga.
- ¿No? - murmuró Karina tragando en seco por que le dolió esa respuesta.
- No - confirmó Akiane y acercando su rostro al de la joven Sotomayor, añadió. - Deseo ser otra cosa tuya.
- ¡Ah! - balbuceó boquiabierta Karina, que se fue sacudida por unos escalofríos tras mirar la retina de la albacea y ver el significado de esa mirada.

Karina, realmente se urgió por la forma de mirarla y de haberle insinuado aquello que le dio pavor seguir con la conversación y giró rápidamente su rostro hacia la ventanilla y se forzó en mirar todo el paisaje de la ciudad.

Por su parte, Akiane, no dejo de observarla y comprendió que no debía presionar mucho por el momento, ya que debía ganarse de a poco su respeto como su confianza. Karina, era mujer compleja y no resultaba nada fácil abordarla y menos en el plano sentimental. Aún quedaban muchas murallas por derribar y si quería ganar en esta ardua guerra del amor, tendría que hacer mayores y más esfuerzo que con cualquiera otra mujer.

Ahora cobraba sentido de lo que le dijese hace un tiempo su cuñada…

Flash back

Esos mismo ojos celestes que también conocía y que hoy estaban un tanto opacos con el esfuerzo que hacia minuto a minuto por darse a entender y no dejarse llevar por el agotamiento tras vivir un accidente como le toco vivir.

- Nunca vayas a olvidar que las mujeres somos complejas de tratar, Akiane - señaló Adriana, aspirando mas fuerte con tras el esfuerzo de hablar. - Más aún si se trata de mi hermana.
- ¿Somos mujeres no? - convino Akiane, asiendo fuertemente su mano y brindarle de este modo su apoyo. - Eso nos da un plus extra para comprendernos y que sea menos difícil de poder entablar un dialogo.
- ¡Um!...Esa lógica no sirve con ella - refutó Adriana, ladeando su cabeza para verle aquellos ojos verdes de su cuñada. - Es una Mondriatti.
- ¿Y eso que quiere decir? - preguntó con curiosidad Akiane. - No es como si fuese la gran cosa. Es un apellido nada más. No dice que sea la esencia de una persona.
- ¡Uf! - resopló Adriana, tratando de armarse de un poco más de paciencia porque sabía que ya tiempo no le quedaba. - Por nuestras venas corre sangre italiana, Akiane. Y eso lo hace complicado por el carácter y fama que tienen los Mondriatti. Todas las mujeres de la familia han sido mujeres de un gran porte y mi hermana Karina, tiene aquello como sello propio. 

Si no te cuidas va a llevarte por delante y a la primera que te descuide te dará una estocada que difícilmente te puedas recuperar. Es la fuerza de un toro y si no sabes capear su ataque saldrás lastimada.

Ten en cuenta que lo salvaje no se enfrenta con una actitud optimista solamente, necesitas inteligencia y fuerza para dominar a tu oponente. Debes adelantarte a todos sus movimientos y no dejarle alternativa más que ir contra a ti y podrás vencer.

Tú no sabes lo que les cuesta conseguir pareja a las Mondriatti porque se necesitan de verdaderas agallas para lidiar con mujeres de mi familia. Debes quererla verdaderamente para conseguir su corazón y jamás permitirle que se salga con la suya.

En especial con Karina. Ella es una mujer que no solo tiene un carácter de perros cuando se enoja sino que es una de las mujeres más tercas que te puedas imaginar. Prefiere mil veces morirse de dolor que admitir una derrota frente a ti. Nunca te confíes de ella, mantenla vigilada, estate atenta a sus movimientos porque si la descuidas aunque sea solo un minuto, será tu fin.

Mi hermana es una mujer muy lista y paciente si se trata de revanchas. Planeara todo con total maestría y dedicación que cuando se realice su objetivo tendrás la bomba reventando contra tu cara. Así es ella, la he visto actuar  desde niña y te puedo asegurar que te dará pavor la frialdad con llevará a cabo su venganza.

Ella necesita aprender a vivir la vida de un modo distinto. Apreciar que es un regalo divino el poder respirar, existir, sentir y apreciar cada cosa que tus ojos vean. No es vivir por vivir sino que existir por poder divino y disfrutar de ese obsequio.

Debes derribar todas las murallas que ella ha ido construyendo a lo largo de su vida y ahí verdaderamente sabrás quién realmente es mi hermana. Todo cuanto verás en un comienzo es tan solo una pantalla, un espejismo que ha creado solo para sobrevivir.

Ella debe vivir y no sobrevivir. Tienes que dar todo de ti para vencerla y créeme que no te será nada fácil y por eso me duele el no poder ayudarte más. De quedarme un tiempo más junto a ti para darte más herramientas con las que enfrentar a mí hermana.

Hubiese querido ser yo, quién la trajese a casa y enseñarle que la vida no es tan solo engaños y maldad. Ego, superficialidad, arribismo social o lastimar a las personas. Pero para hacer eso, yo debería haber sido su némesis y convertirme en la mujer que la cortejase y eso difícilmente pudiera ser dado que somos hermanas.

Por eso te la estoy confiando a ti, Akiane, sé que tú podrás ayudar a Karina a vivir la vida de una manera distinta y le enseñarás amar. Ese significado que olvido por causa de Mariza.

Mi pequeña hermana nació para amar y lo he visto siempre en sus ojos. Solo que no tuvo suerte la primera vez y estoy segura que esa mujer nunca fue el verdadero amor de Karina.

Ahora lo sé - señaló en confesión Adriana, muy cansada por el esfuerzo de hablar y darse a entender. - Tú eres la mujer que ella siempre ha esperado. Serás el amor de su vida. No dejes que pierda, Akiane. Vence a esta Mondriatti.

FIN DEL FLASH BACK

- Adriana - murmuró bajito Akiane tras recordar aquellos consejo de su cuñada.

Y al instante se oyó…

- ¿Has dicho algo? - preguntó de frentón Karina, ladeando su cabeza para ver a la joven.
- ¡Vaya estás muy atenta a todo lo que digo! - señaló algo cansada Akiane. - Pero te lo diré de todos modos por ser tú. Estaba recordando unas palabras que me dijese tu hermana Adriana hace un tiempo.
- ¡Adriana! - exclamó Karina, admirada y se giró casi por completo a ver a la albacea porque saber más de su hermana significaba mucho aunque allá despotricado enormidades contra ella por su testamento.
- Así es, Adriana - reafirmó Akiane, viendo el interés de la joven en saber. - Ella fue una de las mujeres más espectaculares que he visto en mi vida.  Su alegría por vivir la vida con intensidad, su jovialidad, su tenacidad por ser la mejor en su área. Dedicada en cuerpo y alma a su profesión. Una excelente esposa para mi hermana. Una mujer muy bromista, inteligente y certera en todo lo que decía o hacía.
- Sin duda que hablamos de Adriana - convino Karina. - Así era ella.

Después de decir eso, la joven Sotomayor, hiso una mueca con su labios al termino… Era. Y eso le provocó cierto dolor, uno que no pudo expresar porque no tuvo luto por su hermana, no pudo decirle tantas cosas buenas y malas. Pero sobre todo que la perdonase por haberla dejado sola en esos 7 años. 

- ¡En fin! - soltó inconscientemente Karina.
- ¿La extrañas? - preguntó Akiane sin dejar de ver las expresiones en el semblante de Karina.
- Claro que sí, era mi hermana - rebatió enérgicamente Karina. - Aunque ultimadamente he querido sacarla yo misma de la tumba y echarle en cara eso de su testamento. No obstante a eso, ella era mi sangre, mi familia y siempre la quise demasiado a pesar de nuestras desavenencias. Me duele no haber asistido a su funeral o haber estado con ella en sus últimos momentos.
- Comprendo - dijo Akiane, tomando sus manos entre las suyas para añadir. - Has de saber que ella nunca dejo de pensar en ti y llamarte en esos días finales. Ella te amaba demasiado.
- Lo sé… ¡Créeme que lo sé mejor que nadie! - admitió Karina. - Yo puedo parecerte fría y citadina para mis cosas, pero soy una mujer de piel y amaba con la misma locura a mi hermana que mis padres. Jamás hubiese hecho algo para lastimarla o menos permitido que alguien la lastimase.

Akiane rodó un poco sus ojos y los clavo definitivamente sobre el piso del jeep, porque le parecía extraño oírle decir aquello. Realmente estaba frente a una Karina muy distinta y abierta a la vez. ¡Tal vez a eso se refería Adriana!

- ¿Te pasa algo? - inquirió Karina al ver el gesto distante de su jefa.
- Creo que hoy ha sido un día de sorpresas para ambas, Karina - confesó Akiane. - ¿Y sabes qué es lo mejor de esto?
- ¿Qué? - indagó Karina.
- Que ambas hemos visto una faceta distinta de nosotras dos - respondió fascinada Akiane al igual que un niño pequeño. Una felicidad desbordante.
- Tienes razón - aceptó Karina y viendo el semblante de Rosemberg. - Pero causas algo de terror ¿lo sabías?
- ¿Por qué? - preguntó con vivo interés Akiane sin abandonar su pose de niño feliz.
- Tienes una cara de diablilla - explicó Karina, tapando su boca y evitarse reírse abiertamente de su jefa. - al igual que un niño travieso.
- Jajaja - rió con gana Akiane al escucharle decir eso. - ¿Me creerías que mis padres decían lo mismo? Lo mismo Adriana cuando nos conocimos.
- ¿En serio? - Contra preguntó Karina también fascinada con el descubrimiento.
- SIP - respondió de la manera más natural de Akiane, siendo esta vez una niña.
- ¡Vaya! - exclamó sorprendida Karina, comenzando por dibujarse una tímida sonrisa en sus labios. - Tus padres debieron haberte amado mucho para que seas como eres.

Aquello fue un NK certero para la joven Rosemberg que no se esperaba un punto de vista como ese y menos proviniendo de su concuñada. Y siendo fiel a su acostumbrada forma de ser, se apresuró en preguntar…

- ¿Y cómo soy yo? - indagó con curiosidad y ansiedad Akiane. - Dime, Karina ¿cómo me ves tú?
- ¿En serio vamos a tener esta plática? - cuestionó con otra pregunta Karina, que se agitó en su asiento por el rumbo que nuevamente tomaba la conversación en un terreno muy personal.
- ¡Vamos no seas así de malita! - contravino Akiane y poniendo su mejor cara suplicante, insistió. - No me dejes con la curiosidad. Mira que puede hacerle mal a mi colon irritable. ¿Sabías que sufro de ello?
- ¿Qué? - exclamó sorpresivamente Karina y al ver el semblante risueño de la albacea, supo enseguida la verdad. - ¡Eres una embustera de lo peor! 
- ¡Por favor, por favor! - suplicó Akiane, juntando sus manos y haciendo cara de sufrimiento. - Dime como soy. No me niegues esto último.
- ¡Santo Dios! - exclamó consternada Karina con tamaños ojos. - Además de embustera, eres exagerada.
- ¿Yo?...no - rebatió con cara de niña buena y moviendo sus ojos como los de un ángel.
- Ok, ok… ¡Me rindo! - Cedio Karina de inmediato por el susto que le estaba dando la forma en que estaba volviéndose la relación con su jefa. - Tú ganas.
- ¿Sí? - preguntó Akiane sin creerle mucho que digamos.
- Sí - dijo cortantemente Karina.
- ¡Bueno pero no te enojes! - señaló Akiane quitando sus manos exageradamente de la joven.
- ¿Pero quién se enojo? - refutó Karina que no se la podía creer y luego, comprendió todo. - ¡Ay señor! No me la puedo creer que me estés tomando el pelo de esa manera. ¡Esa frase era del chavo del ocho!
- Corrección…Del Kiko - rebatió pícaramente Akiane.
- Mejor será ir al grano contigo - señaló Karina sin seguirle más el juego a la albacea. - Tú eres…
- ¿Sí? - apremió Akiane sutilmente.
- Tú eres… ¡Um!.. Una mujer interesante - repuso nerviosamente Karina que hacía grandes esfuerzos por no sonar mayormente interesada. - Desde mi punto de vista. Porque eres fuerte, directa, trabajadora, mucho diría yo. Perfeccionista. Inteligente y muy capaz para manejar una hacienda como los alerces tú sola. Así es como yo te veo.
- ¡Um! - exclamó Akiane bajando la mirada nuevamente con un dejo de tristeza.
- ¿Qué sucede ahora con ese ¡Um!? - preguntó de inmediato Karina que no perdía gesto alguno de la joven Rosemberg.
- Nada - respondió Akiane sin dejar de ver el piso del coche y meditando un poco para sus adentros.
- ¿Segura? - insistió Karina. - pues no lo pareces fíjate. Estás siendo poco honesta contigo misma ¿lo sabías?

Aquellas palabras hicieron levantar la mirada a la albacea y alzando su rostro quedo viendo fijamente el rostro de su contra parte.

- ¿Estás utilizando la Psicología conmigo? - Indagó Akiane sin dejar de verla. - Porque si es así, no te servirá conmigo.
- No estoy haciendo tal cosa - protestó Karina, frunciendo el ceño. - Solo devolví el gesto de ser sincera como tú habías pedido. Pero por lo visto se aplica solo cuando tú quieres.
- ¡Discúlpame! - repuso Akiane. - No pretendo ser contradictoria a lo que te dije anteriormente. Es solo que sentí un poco de tristeza cuando te oí hablar de mí.
- ¿Por qué? - preguntó Karina viéndola por el rabillo de sus ojos, pues esta vez estaba en modo de orgullo.
- Solo hablaste de mí desde el punto de vista profesional y como persona un poco. - explicó con un tono abatido Akiane. - En ningún momento dijiste algo que hubiese querido escuchar.

Por el filo de su rabillo no dejo de observarla y parpadeó varias veces sin comprender a qué se refería con eso último y por ello, se vio en la obligación de indagar más.

- ¿Y qué deseabas oír? - preguntó con cuidado Karina en un terreno que sabía que podría volverse cuesta arriba para ella. - Que yo sepa te alegue por tu forma de ser  al igual destaqué tus fortalezas como profesional.
- Sí, es verdad - convino Akiane y ahora sus ojos verdes se clavaron en aquellos celestes, para soltarle lo siguiente. - referiste al punto de vista ético y profesional, pero no al que a mí me interesa.
- ¿Cuál sería ese? - indagó Karina a sabiendas que no debía insistir mucho porque le atemorizaba la respuesta y sus manos comenzaron a jugar nerviosamente entre sí.
- Deseaba saber cómo veías como mujer - aclaró sin rodeos Akiane viendo más fijamente a la joven. - Quería saber tu impresión. Es muy importante para mí.

Tragó en seco, Karina al oír la respuesta y sus temores se cumplieron cabalmente porque ese precisamente era el terreno por dónde no quería ir. Cerró sus ojos por un momento y consiente de la mirada que tenía sobre sí. Decidió no evadir más el tema, aunque esto le fuese difícilmente embarazoso para ella.

- Podría mentirte sabes - comenzó por explicar Karina que aún mantenía sus ojos cerrados. - Sin embargo, en nada serviría porque has pedido una oportunidad y te la voy a dar. Siempre y cuando mantengas tu promesa de hablar sobre mi libertad. Bajo esas condiciones yo seré honesta contigo. No quiero que pienses que me estoy aprovechando de ti y sacar provecho, pero es de confianza de lo que estamos hablando y siento que debe ser reciproco de ambas partes para comenzar a crear una nueva convivencia ¿No te parece?

Ahora fue el turno de Akiane de entrecerrar sus ojos ante lo dicho por Karina y sin embargo, no evito encontrarle razón. Había que ceder para ganar un poco más en el terreno.

- Te encuentro la razón - concordó Akiane. - Tal como te dije, hablaremos llegando a casa por lo que te voy a pedir que confíes aún más en mí y antes de que sigamos con esta charla, por favor ¡ten la amabilidad de mirarme a los ojos mientras hablamos! Quiero ver tus ojos cuando me digas lo que sientes. No te ocultes de esa forma. Karina. Te lo suplico ¡Mírame a los ojos Karina!

No le quedo de otra a la joven Sotomayor y lentamente comenzó abrir sus ojos para quedar muy de frente con aquellos verdes que se había acercado mucho a ella mientras los tenía cerrados Su iris se dilató tanto que dio la impresión de ver la típica reacción de un gato.

- ¿Y? - instó Akiane, viéndola en una forma especial de esas que solo los enamorados tienen a pesar de la obstinación de su ser amado.
- Tomaré tu palabra y voy a confiar por primera vez en ti, Akiane Rosemberg - indicó Karina, tratando de aplacar su ansiedad y nerviosismo por la proximidad de la albacea.
- La tienes - acotó Akiane, poniendo más atención a los ojos de Karina. - Ahora dime.
- Apresuras mucho las cosas Akiane y eso no está bien - reprendió sutilmente Karina siendo consciente de esa mirada. - No debes forzar las cosas, debes dar tiempo y espacio a una persona. En especial a una mujer. No es imponer sino respetar. De lo contrario no podrás llegar más allá y menos en un plano sentimental si es lo que tú buscas en una mujer.
- Yo no busco nada en otras mujeres - corrigió firmemente Akiane y sujetó su mano cuando la chica comenzaba a girarse para ocultarse una vez más. - Solo me interesas tú como mujer. Sólo tú. ¿Queda claro este punto?
- S…S… Sí - tartamudeó Karina con dificultad porque era un mar de nervios ante semejante confesión. Su ansiedad se le fue a las nubes y ya le costaba mantener una respiración pausada sin delatarse.
- Me alegra saber que ya nos entendemos - mencionó Akiane que no podía disimular su dicha al ver las reacciones de la joven Sotomayor. - Y en cuanto apresurar las cosas. Soy muy paciente cuando una mujer me interesa y doy tiempo y espacio (refiriendo a lo dicho por su contra parte) Que yo sepa nunca te he pedido que seas mi novia o matrimonio. No te he esforzado jamás a ello o ¿Tienes alguna prueba que indique lo contrario?

Ahí fue mucho incluso para la propia Karina de escuchar esa respuesta de parte de Rosemberg, porque no pudo evitar recordar una escena que le dio pavor  como enojo vivo.

- No, pero estuviste a punto de abusar de mí - enrostró Karina viendo severamente a la otra mujer. - Y eso no te hace quedar muy bien que digamos. Habla de falta de respeto, egoísmo puro y poca paciencia al querer tomar algo por la fuerza. Por lo tanto, si me baso en eso, sí puedo refutarte con propiedad tus argumentos. ¿No te parece a ti?

Fue el turno de Akiane de abrir sus ojos con demasía y enseguida rodo sus ojos hacia abajo por la vergüenza que sintió por las consecuencias de sus acciones. Hasta el mismo Carlos, que trataba de no prestarle atención a la conversación entre ambas mujeres. Abrió muchos sus ojos y quedo viendo espantado en dirección de su jefa ¡No podía creerlo! Que una conducta como esa pudiese ser cometida por una joven que él encontraba como intachable. Justo cuando llegaban a la esquina con semáforo, aprovechó para encender la radio y distraerse con música porque intuyo que ese tema no era de su incumbencia y porque necesitaba distraerse de semejante confesión. ¡Se hiso el loco con propósito!

- Yo… Yo lamento mucho mi comportamiento de ese día - se disculpó sinceramente Akiane. - No hay día en que no me recrimine por lo que te obligue a vivir y siento verdaderamente hacerlo bajo estas instancias. Debí disculparme antes contigo, aunque no puedo borrar de tu memoria mi conducta. ¡En verdad lo lamento mucho Karina!

¡Después de tanto tiempo! Había una disculpa que no borraba ni quitaba lo sucedido pero lograba hacer los cambios necesarios y precisos para enmendar la falta.

Karina supo de inmediato que ella estaba siendo muy honesta y podía palpar la vergüenza que la embarga, aún estando con la cabeza abajo. Sabía que ella también debía dar pasos para hacer cambios y llegar a nuevos acuerdos. Por lo que con su mano alzó el rostro de la joven Rosemberg y viéndola fijamente a los ojos, añadió…

- Parte de una nueva oportunidad también es saber perdonar, Akiane - habló con el corazón Karina. - Y aunque fue un episodio horrible para mí. Acepto tus disculpas y dejaremos ese tema en el pasado. ¿Estás de acuerdo?

Dos gruesas lágrimas se desprendieron de los ojos verdes que comenzaban a rodar por sus mejillas, pero fueron limpiadas en el acto por los dedos de Karina, que deseaba olvidar y estar en paz con ella por primera vez en su vida.

- Sí - fue la escueta respuesta de Akiane que no se reponía del todo de su vergüenza.

Karina comprendió que debería hacer algo más porque de lo contrario ni llegarían a ninguna parte porque la joven aún tenía el semblante triste y la mirada perdida.

- Eres una mujer atractiva, pero avasallante - confesó Karina que sabía que se iba a lamentar de ello, pero no tenía más opción para sacarla de su ensimismamiento. - Tienes una sensualidad que no deja indiferente a nadie, digo mujer alguna. Dominante sí y a veces engreída porque sabes que llamas la atención. No sé qué tan romántica puedas ser, pero haces el intento por ser detallista (recordando la salida que ambas tuvieron) En cuanto a algo más íntimo y privado, no puedo decir mucho porque no he estado contigo en ese plano. ¡En fin! Creo eso era lo que deseabas saber ¿no?

¡Vaya sorpresa! Un NK dantesco para la mujer más reservada y orgullosa que se haya visto. Pero mujer al fin y al cabo.

No hubo necesidad de responder porque esta se hiso sentir de inmediato, ya que un beso fue depositado directo en los labios de la joven Sotomayor dejándola pasmada y con un tic nervioso al punto del coma cardiaco.

Tan rápido como lo dio fue como se retiro de aquellos labios y respiro tan profundamente que hasta le cambio todo por dentro. Su cara lo decía todo. 

- ¡Gracias! - dijo Akiane viéndola con ensoñación y cierta locura de amor adolecente.

Ni siquiera esa palabras sacaron del estado en que quedo Karina y es que no solo fue sorpresa sino que le removió todo en su interior al punto de dejarla totalmente lela y sin posibilidad de reaccionar.

Al no tener respuesta a sus dichos, Akiane se preocupó por que el corazón de la joven Sotomayor no estuviese sufriendo emociones fuertes.
- ¿Estás bien? - preguntó tímidamente Akiane, colocando una mano sobre la pierna de Karina.

Ese simple gesto consiguió hacerla reaccionar porque los escalofríos que sintió fueron del porte de un buque en intensidad y magnitud.

- ¿Decías? - inquirió estúpidamente Karina porque no sabía ni dónde estaba parada aún.
- Si te encuentras bien - dijo Akiane sin retirar su mano de la pierna de la joven.
- ¡Eh!... Sí - respondió algo atolondradamente Karina que bajo la mirada hacia donde se hallaba esa mano.
- ¡Perdón! - se disculpó Akiane, retirando de inmediato su mano.

En el acto, Karina, alzo el rostro y sus ojos celestes quedaron enfrentados con esos verdes de Akiane y ahí por primera vez quedaron conectados de tal forma que no dejaron de verse y al poco rato una corriente las sacudió por igual porque desde la planta de los pies, esa corriente las recorrió hasta la misma raíz de sus cabellos.

Karina fue la primera en reaccionar tras unos minutos, se sacudió la impresión de esa sensación y viendo de un modo distinto a su jefa, agregó…

- No apresures las cosas - indicó Karina siendo distinta de ella misma. - No lo olvides.
- No lo haré - respondió Akiane y volvió a sonreír más que nunca porque razones tenía de sobra. - Menos tratándose de ti.
- Bien - murmuró quedamente Karina y a la vez, algo complacida por ese principio de acuerdo entre ellas. - ahora en cuanto lleguemos a casa, te ayudaré con esos repuestos que mandaste a buscar a Santiago.

Esa sí fue otra sorpresa que no esperaba Akiane.

- ¿Cómo sabes lo de los repuestos? - preguntó de lleno Akiane prestando mucha atención a la respuesta porque estaban  en otro plano.
- Se podría decir que a favor del dicho…Se cuenta el milagro pero no el santo - fue aclarando Karina. - Pero quedamos en un trato de honestidad de parte de ambas. Así que voy aclarar tus dudas de una buena vez. 

Tal como lo comprobaste soy la responsable de la pérdida que hubo en la lechería y de las fallas de las máquinas cosechadoras, mejor dicho de toda la maquinaria de los alerces.

Y te confirmo lo que ya descubriste por ti misma y es que soy ingeniero automotriz con especialidad en prototipos híbridos comercial y agrícola.

Con respecto a los repuestos, eso ya es otra historia que no voy a dar a conocer mucho en esta ocasión; pero digamos que estoy al tanto de lo que solicitaste y puedo serte de gran ayuda en agilizar la reparación. - confesó y admitió Karina sin movérsele una mínima molécula de su rostro, es decir no se altero en nada y tampoco sintió vergüenza alguna. - Si bien siempre fue mi objetivo vengarme de ti de algún modo, jamás fue perjudicar a tus empleados, por lo que me disculpo sinceramente y voy a enmendar mi error por lo que te pido que me permitas ayudarte en la reparación de los motores.

Decir que los gestos a veces pueden ser pocos o quedar cortos tras una explicación de esa envergadura. Era muy poco para describir lo que sentía Akiane Rosemberg tras la confesión de Karina.

Si bien era de caerle a coscorrón vivo e insulto limpio. Comprendió igualmente que todos cometen errores y bien lo sabía ella por lo que tomo la misma decisión que su concuñada.

- Como bien tú dijiste, estamos dando una oportunidad entre las dos ¿No es así? - expuso Akiane.
- Sí - respondió Karina.
- Entonces corresponde de mi parte dejar atrás lo sucedido y aceptó tu explicación - señaló Akiane. - Porque no ha sido disculpas de tu parte y no quiero forzarte hacerlo porque estoy segura que estaría presionando demasiado y no está en ti hacerlo porque según tu punto de vista anterior me lo merecía y con creces. Así que aceptaré tu ayuda solo en asesorías porque tienes prohibido hacer esfuerzos dentro de diez días según el cardiólogo. ¿Estamos de acuerdo con ello?
- ¡Claro que no! - contradijo de inmediato Karina saliendo su lado más rebelde. - Y antes que me lleves la contra no me refiero a las disculpas porque estás en lo cierto, no me disculparé. Si no me opongo a eso de no ayudarte en la reparación de los motores ¿con quién crees que estás hablando? Que no estoy impedida o convaleciente de gravedad como para hacer algo por mí misma. Además, vas a necesitar de mí sí o sí. Yo soy la única que sabe cómo reparar esos motores sin mi ayuda; estarán un siglo dándose de cabezazos.
- Tengo un excelente mecánico por si no lo sabías - contradijo Akiane.
- ¡Quizás sea bueno! - dijo con arrogancia Karina y con  soberbia alzo su mentó, para zanjar el asunto de una vez por todas. - Y no lo dudo, pero una cosa te digo mi querida Akiane. Soy la mejor y no es por exagerar al respecto. Pero sin mí, no podrás hacerlo. Te lo puedo asegurar.
- Una dosis de humildad no te vendría nada mal… ¡Mi querida Karina! - devolvió el cumplido Akiane. - Entiende que no soy yo, quién ha dicho que no puedes hacer esfuerzo por el momento por eso te ofrezco que nos ayudes pero asesorando nada más.
- No me gustan las migajas - refutó soberbiamente Karina que no soportaba que le llevaran la contra. - es todo o nada.

Fueron dos pares de ojos que quedaron viendo a la joven Sotomayor estupefactamente ante lo dicho por ella misma. Ni Carlos con la música dejo de escucharla y quedo anonadado por el carácter que se gastaba la muchacha y por su parte, Akiane, se lamentó de sobre manera porque sabía que todas las palabras de su cuñada se justificaban al ciento por uno. Lidiar con Karina, era de valientes y de aguante al doble.

- ¿Podemos llegar a un acuerdo justo? - preguntó Akiane buscando una salida razonable y mantener un poco la paz que estaba reinando.
- Acepto - respondió Karina de inmediato. - ¿de qué estaríamos hablando?
- Que veamos si llegaron los repuestos y ver que tanto ha hecho mi mecánico. - sugirió Akiane tanteando terreno con la joven. - De no poder él solucionar las cosas. Entonces te lo pediré a ti con la salvedad que las cosas que demande de mucho esfuerzo se los dejarás a mi mecánico ¿parece algo viable para ti?
- No es precisamente lo que tenía en mente, pero es bastante bueno dentro de todo - contestó Karina con orgullo. - Así que acepto tus términos, Akiane.

El suspiro que salió disparado de la garganta de la albacea fue de liberación completa como aire contenido a presión en un globo. Así se sintió aquello.

- Gracias - dijo Akiane después de todo.
- No hay de qué - fue la respuesta a ello de parte de Karina.
- Si hablamos en como vemos a una mujer y desde mi mirada yo diría lo siguiente de ti - mencionó de pronto Akiane. - Una mujer que ama lo que hace. Demasiado perfeccionista incluso en la forma en que vistes. Valiente a pesar de ser muy asustadiza. Inteligente más que un espía porque lograste tu objetivo sin ser detectada (referencia al sabotaje) romántica hasta la medula ósea, tozuda a morir y confrontacional hasta decir basta. No te gusta que te lleve la contra. Muy delicada en el plano sentimental. Ordena y muy organizada. De un carácter de los mil demonios, pero un gatito cuando quiere serlo. Y muy apasionada cuando ama con todas las fuerzas de su ser. Y en el otro plano, aún no tengo la dicha de llegar más profundamente contigo.

La tos se hiso sentir de inmediato porque eso fue lo que provocó en Karina, la confesión de Akiane y sufría un ataque de tos atroz. Que difícilmente se le iba a pasar.

- ¡Levanta los brazos! - demandó amablemente Akiane, que por dentro se deleitaba con la situación porque tuvo una confirmación mayúscula por la reacción que provocó en Karina, que no desmintió en nada sus argumentos.

Por su parte a Karina, no le quedo otra que obedecer porque hasta el médico la observaba por el retrovisor y estaba a punto de detener el vehículo, por lo que levantó los brazos. Instancia que aprovechó Akiane, para masajear en su espalda y aliviarla un poco de su malestar.

La tos se fue disipando de a poco y los suspiros de resignación por parte de la joven Sotomayor brotaban espontáneamente de su garganta.

- ¡Idiota! - reprendió Karina después de un rato.
- ¿Por qué? - se atrevió en preguntar Akiane haciéndose la loca.
- Eso es algo íntimo - acusó Karina, viéndola con el ceño fruncido. - No es de ventilar a los cuatro vientos.
- ¡Ah! - exclamó Akiane, guardándose para sus adentros sus impresiones. Hoy ganaba muchísimo y sobre todo con esa confesión.
- ¡Te falta tino! - criticó Karina. - debes ser sutil con una mujer. Esto no es amor a lo tarzan… ¡Yo tarzan, tu Jean! … ¡Por Dios! … Me tiro de un precipicio si vas actuar así conmigo.

¡Y si de metidas de patas hablamos! Irse de lengua más de la cuenta nos delata más allá de lo que se puede decir o pretende ocultar. Un error graso de parte de Karina si no deseaba darle chances a Akiane. Iba por muy mal camino.

Y la respuesta no se hiso espera…

- Te aseguro que no tendrás quejas de mis actos en todo el cortejo. - respondió suelta de cuerpo Akiane que dio por sentado que la joven Sotomayor, le dio luz ver a sus intenciones con esa respuesta. - Vas a disfrutarlo como no tienes idea.

¡Ahí estaba! El golpe de NK fue certero y dejo con temblores de labios a Karina, que si estaba más que segura que le iba a dar algo al corazón y es que todo se volvió en su contra.

- ¡Dios! - se lamentó para sus adentros Karina. - ahora resulta que voy  a ser cortejada por un pariente de kinkong. ¡Lo que me faltaba!


Estos habían sido los primeros pasos que comenzaron dando ambas protagonistas para mejorar un poco más su relación personal y darle un giro a sus vidas. En la convivencia y en el plano sentimental. No obstante, las acciones anteriores repercutirían todavía en ambas y tendrían que tomar nuevas medidas para salvar esos obstáculos que se presentarían, porque estaba muy cerca la lectura del testamento que fue agilizada por la propia Akiane y eso sería la cúspide de la tensión entre ambas. 

8 comentarios:

elisiem dijo...

WAAAA SUPER GENIAAL, JEJEJEJE ME ENCANTA COMO SE ESTAN DANDO LAS COSAS, SALUDOS Y PUES MUCHAS FELICIDADES HOY VIERNES PARA UNA GRAN ESCRITORA, EN HORA BUENA, Y QUE TE LA PASES MUYU BIEN TODOS LOS DÍAS NO SOLO EN ESTE TAN ESPECIAL, UN FUERTE ABRAZO DESDE MÉXICO, DIRECTO A UNA GRAN PERSONA HASTA ESA MARAVILLOSA TIERRA DE CHILE, ^^

Sayuri dijo...

Me encantoooooo,eres una gran escritora,amo tus historias!!!

susanaivette_ dijo...

la ame

Delfi Castillo dijo...

Wow! que capítulo si que ambas tienen que poner de su parte para mejorar el tener una buena relación.Bien solo queda esperar el siguiente..Saludos..

Unknown dijo...

Otro otro seguire esperando

MILLE dijo...

Please, El Siguiente Capitulo 😍Porfis
Esta Super Buenísimo, Felicidades

MILLE dijo...

El Otro Capitulo Pleace,
Me Muero Por Saber Que Pasa Después

Anrhia dijo...

Estimada, gracias por tu comentario y entiendo tus ganas de seguir leyendo, pero como anuncié en el blog por razones de salud estoy un tiempo alejada de escribir. Espero comprendas.

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