Destino implacable
Capítulo 14 Decisiones…
─
¡Cásate conmigo y marchémonos juntas de este lugar! ─ volvió a insistir
Marcela.
Sus
ojos verdes estaban igualmente inundados de lágrimas y era el resultante de
haber escuchado lo que la joven Rangel le dijese al mandamás, mientras estaba a
un costado de la garita con su bolso, ya que se iba de regreso a Punta Arenas
por ordenes de la jefatura mayor.
Sabía
de ante mano que se estaba jugando hasta la vida con semejante petición ante
varios de sus compañeros y que se exponían a que fuera señalada e increpada por
su orientación. ¡Tal vez fuese la mayor de sus locuras o insensateces! Que un
empleado pueda llegar hacer y poner en riesgo su continuidad laboral. Porque es
bien sabido que tú, importas como profesional y que poca importancia debiera
tener tus gustos personales como orientaciones. Sin embargo, estamos hablando
de una empresa que es mayoritariamente conformada por hombres rudos y agrestes
en su mayoría y que solo son 4 las Enapinas y las otras 7 eran entre ayudantes
de cocina y auxiliares de limpieza, dos profesoras de educación física y dos enfermeras y pare de contar con mujeres
versus 70 varones de diversas áreas y profesiones.
La
apuesta era la mayor de todas y era jugarse el todo por el todo o en su contra
parte, perderlo todo por nada. Así jugaba sus cartas Marcela Paredes,
inspectora en jefe y segunda a bordo después de Alejandro Miranda. Constructora
civil en obras viales con 9 años en la empresa petrolera. La balanza estaba muy
dispareja en sentidos de conveniencias y expectativas laborales como
económicas. No obstante, al amor no se le puede poner un precio y el miedo a
perder es bastante grande en su porcentaje.
Por
eso el silencio que hiciera el resto de sus compañeros ante la acción de la
rubia Enapina. Su mejor amiga y compañera de casa, creyó morir cuando escuchó
la petición de Paredes a Rangel y en sus pensamientos supo que ello era sentencia
de muerte para ella misma porque intuía que la cosa no iba a terminar nada
bien, puesto que en algo había conocido a la joven ingeniera y sabía que amor
no había ahí. Un sentimiento sí, pero no amor que permita tomar una decisión
tan transcendental como esa.
Por
su parte…
─
Marce ─ balbuceó con dolor Bianca, llorando a más no poder y aferrándose con
todas sus fuerzas al cuerpo de su compañera y jefa. ─ ¿Por qué?
─
Porque no puedo dejar que cometas semejante locura con esa mujer ─ explicó
Marcela con la voz quebrada. ─ Ella no merece estar contigo.
─
No puedes… ─ dijo Bianca, tratando de aclarar su voz entre el nudo que tenía en
su garganta.
─
¿Por qué no puedo? ─ preguntó Marcela, acariciando los cabellos de la joven. ─
No hay nada que me impida hacerlo, proponértelo. Además, no es un capricho ni
una locura lo que tú has despertado en mí.
─
¿Por qué ahora? ─ Contra preguntó
Bianca. ─ llevamos meses compartiendo juntas y nunca dijiste nada que indicase
que yo te importaba al punto de lo que me estás proponiendo.
─
Un corazón no se enamora de la noche a la mañana, mi querida Bianca ─ señaló
Marcela, que suspiró un poco y depositó un beso sobre los cabellos de la
muchacha puesto que era más alta que ella. ─ Me tomó un tiempo darme cuentas de
ciertas cosas y aceptarlas fue lo más complejo que me ha tocado vivir. Yo no me
considero una mujer que tenga predilección por personas de mi mismo sexo. Solo
tú fuiste capaz de trastocar mi vida y ponerlo todo de cabeza.
Fue
una lucha feroz para mí aceptar los sentimientos que tú estabas despertando y
por más que me esforzaba por hacerme la loca, no dejaba de pensarte estando en
casa al punto que habían noches en que todos mis sueños los protagonizabas tú.
Guardé
en secreto mis emociones y mantuve la conducta apropiada que se debía tener al
ser yo de mayor rango que tú y no romper las reglas que existen en la empresa
de no involucrarse entre el personal.
Llegué
a un punto que tuve que asistir a un terapeuta y psicólogo estando en Punta
Arenas porque era mucha la carga emocional que llevaba conmigo. Ello me ayudó a
sobrellevar mis emociones ya que mi negación fue muy grande puesto que no me
veía ligada sentimentalmente a una mujer. Me aterraba demasiado la situación
porque todo es inestabilidad emocional y lo digo porque tengo amigos de
infancia gay y ellos han sufrido mucho en la transición con sus familias. Y
alguno de ellos, no pudieron con la presión y terminaron por casarse y formar
una familia relativamente normal, encubriendo su sentir ante todos.
No
es fácil admitir y aceptar una verdad como esa; y fueron mis amigos quienes me
aconsejaron de escuchar mi corazón y sopesar las consecuencias. De atreverme a
sentir verdaderamente o comenzar a distanciarme de ti. Han sido unos meses
duros para mí y logré ocultar mis sentimientos para todos e incluso a ti misma.
Quise
continuar con mi vida de la manera correcta según los principios que te
inculcan en casa o en colegio y la iglesia, porque mis padres son muy
conservadores en ese sentido y cristianos a morir.
Fue
una dura lucha para mi corazón porque cada vez que regresaba al campamento, te
veía y todo tambaleaba. Era muy difícil mantenerme alejada de ti, de no
preocuparme por las cosas que te sucedían y por eso pase muchas horas de la
noche conversando contigo de todo lo que se podía. Deseaba conocerte más y más
sin que tú te dieras cuenta del verdadero motivo que me llevaba a hacerlo. Era
feliz de verte cada día, de compartir contigo y verte lidiar con los obstáculos
que se presentaban en el trabajo.
Tu
personalidad, amabilidad y valentía fue lo que me enamoró más y más. Me
agradaba jugar básquet después de la jornada de trabajo y ser tu oponente. Me
brindaba la ocasión perfecta de tener más cerca de mí, de rozar tu cuerpo bajo
el pretexto del juego. Adoraba esos juegos de uno contra uno, eran mis momentos
más preciados y los anhelaba cada jueves porque sabía que tendría el placer de
tenerte solo para mí ya que los otros días era de juego grupal.
Todo
perdía sentido para mí si tú no estabas y por más egoísta que fuese, era feliz
con tener esas instancias sin poner en riesgo la relación que teníamos porque
no podía deducir si tú podías sentir lo mismo que yo estaba sintiendo o
corresponder mis sentimientos.
Terminé
por asumir que todo sería de ese modo porque no me atrevía cruzar esa línea y
preguntarte por tus gustos. Eras muy reservada en ese sentido y por más que un
papel dijese que tu estado civil era soltera, nada me garantizaba que pudieses
tener novio u alguna relación en secreto.
Quizás
esto hubiese continuado sin variación alguna sino hubiese sido por tu encuentro
con esa mujer que vino a complicar las cosas con la empresa como a ti. Mis sentidos se pusieron en alerta ante la
conducta de la estanciera y mi sexto sentido me decía que ella iba detrás de ti
no como un funcionario a quién quisiera sacar de sus tierras sino que iba tras
tuyo como mujer.
Al
siguiente día de su encuentro y cuando casi te mata en el camino supe que
íbamos a ser rivales por tu corazón. Detesté todas y cada una de sus acciones y
movida por mis emociones me llevo a enfrentarla sin más y la amenacé sin rodeos
en su casa y solo ahí, demostré lo que sentía por ti y le dije que éramos
novias con tal de que te dejará en paz y no se atreviese a quitarme a la
persona que yo deseaba para mí.
Creí
morir en el retén cuando se jactó que era tu esposa y sentí unas ganas de
borrarla de la faz de la tierra. No sabes lo tremendamente feliz escucharte
como la rechazabas y mi corazón estaba loco de alegría porque al fin tuve las
fuerzas para luchar por ti sin importarme lo que los demás pensasen de mí. ─
confesó su sentir la inspectora, y nuevamente volvió a besar los cabellos de la
joven. ─ Ahora puedes entender porque no dije nada antes.
─
¡Marce! ─ susurró Bianca, moviendo su cabeza en el pecho de la inspectora. ─ Si
tan sólo hubiese sabido esto antes, de haberme topado con ella. Todo hubiese
sido distinto.
─
¿Y por qué no puede ser diferente ahora? ─ preguntó Marcela. ─ Nunca es tarde
para cambiar las cosas.
─
Lo sé…. ¡Maldita sea que lo sé! ─ protestó entre llanto Bianca. ─ Yo… yo…
─
¿Tú qué? ─ inquirió suavemente Marcela. ─ dime Bianca.
─
Yo…Yo…hubiese dado todo de mí para llegar amarte ─ admitió sinceramente la
joven Rangel y su llanto se hizo más potente, puesto que el dolor era
insoportable. ─ Habría entregado mi corazón a ti y corresponder a tus
sentimientos. Pero ahora, no es posible.
La
inspectora sintió una punzada tan grande y cerró sus ojos ante lo dicho por
Bianca, porque supo que ya era demasiado tarde para ella y no podría ayudarle en
zafarse de esa odiosa mujer. Esa misma mujer que le estaba robando a la mujer
de la que se enamoró en secreto.
─
¡Perdóname Marce! ─ suplicó entre llantos Bianca. ─ por favor, perdóname.
Paredes,
mantuvo cerrado sus ojos a pesar de que lágrimas a raudales caían de sus
parpados. No podía ni hablar del nudo en su garganta y asumir el rechazo era
más doloroso de lo que jamás pensó. Tragando saliva con dificultad, se armó del
poco valor que le restaba para preguntar.
─
¿Tú la amas? ─ indagó dolorosamente Marcela, mordiendo sus labios con ello. ─
dime si es por eso el motivo por el cual irás a su lado.
─
Es complicado decir que le amo en estos momentos ─ asumió Bianca, despegando su
cabeza del pecho de la inspectora y alzando sus ojos para verle el rostro. Doliéndole
demasiado verla llorar. ─ Pero ella y yo
tenemos una historia pasada que no concluyó bien y ahora por el bien de todos
ustedes, yo debo presentarme en su estancia y evitar que las cosas pasen a
mayores.
─
¿Crees que ella cumpliría con su palabra una vez que haya obtenido lo que
quiere? ─ preguntó Marcela con fastidio. ─ Nadie puede garantizar que no sea
uno más de sus caprichos. Ella siempre ha sido dada a cambiar su postura según
sea su conveniencia. Esta no sería la diferencia de otras a las que estamos
acostumbrados.
─
Será algo que tendré que asumir porque no tengo alternativa, ya van dos días de
que los portones se cerraron y eso afectará muchísimo los intereses de la
empresa como el estado. ─ explicó asumida Bianca.
─
¿Sacrificarte por nosotros? ─ inquirió ya con rabia y despecho la inspectora. ─
No puedo asumirlo tan fácilmente. ¿No será que tú no has dejado de amarla por
su historia inconclusa? Dime la verdad Bianca.
─
¿Qué parte de lo que dije no entendiste? ─ refutó Rangel dolida por esas dudas
que surgían en la inspectora. ─ Es algo complejo y difícilmente puedan ustedes
comprender porque mi relación con Ariza no viene de ahora sino del pasado. De
otra vida, con otros nombres y acabo mal. Ahora puedes hacerte a la idea porque
es difícil de asumir para ustedes, de que ha sido doloroso para mí volver a
encontrarme en este tiempo con ella y tener que asumir que no podré escapar de
ella porque si lo hago, todos ustedes pagaran las consecuencias. Ni siquiera
pueden hacerse una idea de lo que realmente es capaz Ariza. No pueden
enfrentarse con ella, no vencerán.
─
Sí es así, ¿Por qué no dijiste nada desde un principio? ─ indagó Marcela. ─
Hubiésemos detenido sus acciones y evitar toda esta situación que nos tiene
agotados y enfrentados los unos con los otros.
─
Por una simple razón y aunque suene poco creíble es mi verdad. Yo no recordaba
mucho de mi pasado ─ explicó tristemente Bianca. ─ Solo tenía recuerdos vagos
de lugares y personas. De una mujer que se presentaba en todos ellos, pero no
podía ver claramente su rostro. Poco después de conocernos y estando en su casa
fue cuando ella misma se encargó de hacerme recordar por medio de unas marcas
que ambas tenemos y de una promesa que hicimos en el pasado. Solo aquella mujer
del pasado sabía de ese juramento y era algo que yo sí recordaba desde niña. No
tengo palabras que puedan hacerles comprender que realmente me lamento haberlos
llevado a esta situación. Ustedes no debían estar involucrados en esta historia
y ahora me toca asumir los hechos como son.
─
Tú misma nos enseñaste que jamás debíamos dejarnos pasar a llevar por ella o
los demás estancieros porque no éramos títeres de nadie. Que teníamos dignidad
y que era hora de luchar por ser respetados ─ acusó Marcela. ─ ¿En dónde quedo
esa chica que nos abrió los ojos? Porque ahora mismo, ella se deja aplastar por
esa mujer. Que no es respetada en sus derechos y es chantajeada por causa
nuestra. Dime ¿porqué lo permites tú ahora?
─
Marcela…Sigo siendo la misma joven que lucha por sus derechos. ─ Rebatió de
inmediato Bianca, apartándose del lado de la inspectora. ─ ¿por qué no quieres
entenderlo? No puedo hacerme la loca e irme sin que me pese la conciencia de
saber que perderán sus empleos por mi culpa. Me gustaría ser desalmada e
insensible como muchos, pero ¡Maldita sea que no puedo! No puedo…Yo no tengo
más opción y mi decisión está tomada. No daré pie atrás.
La
inspectora trago grueso porque no podía aceptar que no se pudiese hacer nada al
respecto y menos asumir que debía dejar ir
a la mujer de la cual se enamoró.
─
¿Entonces debo entender que esta es la despedida? ─ preguntó Marcela, asumiendo
duramente la realidad. ─ Que mis sentimientos llegaron tarde para ti y que no
volveré a verte nunca más.
─
Marce…─ murmuró tristemente Bianca, que se acercó de nuevo a ella y acarició la
mejilla de la inspectora, añadió. ─ No tiene porque ser así. Si tú quieres
podemos volvernos a ver más adelante.
─
¿Cuánto tiempo más adelante? ─ inquirió con decepción la inspectora, dejando
que esa caricia fuese lo único bello que la confortase en ese momento de
pérdida y rechazo. ─ Acabas de presentar tu renuncia y no podremos vernos
dentro de la empresa porque a partir de hoy yo también debo dejar el campamento
por un tiempo.
─
¿Tú te irás? ─ fue el turno de preguntar a Bianca que abrió sus ojos llorosos
sin poder comprender la situación de la inspectora. ─ ¿por qué?
─
Son órdenes de Punta Arenas ─ respondió Marcela, abatida. ─ Me quieren lejos
por un tiempo haciendo trabajo administrativo hasta que la dueña de los pozos
pueda quedar satisfecha en sus caprichos.
─
¡Ya veo! ─ exclamó Bianca, moviendo su cabeza porque no deseaba aceptar los
hechos de esa forma.
─
Esa mujer nos hace lo que se le da la gana y nadie puede oponerse ─ señaló
Marcela, viendo a un costado. ─ ¡Cómo desearía que las cosas no saliesen como
ella quiere! Para que sepa lo que se siente estar atado de manos y aceptar que
está fuera de su alcance. ¡Dios como lo deseo de todo corazón!
─
Marce ─ fue lo que balbuceó Bianca, mientras la veía directo a los ojos,
escudriñando sus facciones y meditando en sus palabras más allá de toda lógica.
Bianca,
sopesó mentalmente aquellas palabras más de la cuenta y sonrío a su pesar,
porque con un profundo suspiro más doloroso que de desahogo, acortó en un paso
la distancia que la separaba de la inspectora y tomando su rostro entre las
manos, la obligó a bajar un poco esa rubia cabeza y viéndola directamente a los
ojos, poso sus labios sobre los de la inspectora y los envolvió con los suyos.
Buscando confortarla por medio de un beso, tímido y suave que le entregaba un
poco de cariño de su parte.
Aquello
no se lo esperó Marcela y es aunque no dejo de verla a los ojos a medida que su
rostro se acercaba a la joven ingeniera, no creyó capaz de que la fuese a besar
dado las circunstancias en que había sido rechazada. No pudo evitar
sorprenderse y quedar relativamente inerte, pero la conmoción le duro muy poco
porque la tibieza de esos labios sobre los suyos sumado a que su corazón casi
se le salió del pecho de sopetón. Cerró sus ojos y se dejo llevar por la
calidez de ese beso y correspondió al gesto abriendo sus labios y dejándose
querer por la muchacha.
Describir
las sensaciones que se despertaron en ambas mujeres pasaría a formar parte de
una extensa descripción y solo ellas guardarían en sus corazones lo que les
provocó aquel beso. No obstante a sus sensaciones, las olvidaron por completo
que estaban rodeadas de otros colegas que las quedaron viendo con tamaños ojos
algunos y otros asumidos de lo que estaban viendo. Eso sí, ningún quiso decir
algo, oponerse o interrumpir aquella escena porque comprendieron todos que esa
era la despedida de ambas chicas por la forma de arriesgarse y entregarse al final de una historia
bastante dolorosa.
No
se sabría a ciencia cierta cuánto fue lo que duro ese beso porque el tiempo
simplemente se detuvo por largo rato y solo ellas terminaron de romper la magia
de esa caricia cuando fueron bajando la intensidad del beso hasta detenerse y
abrir sus ojos para verse una a la otra.
─
Debo irme ─ susurró apenas Bianca sobre los labios de Marcela.
─
Lo sé ─ asumió la inspectora y restregando delicadamente su nariz contra la de
Bianca, agregó. ─ Gracias. No lo olvidaré jamás.
─
También lo sé ─ respondió Bianca con su voz atascada en su garganta. ─ Estará
siempre dentro de mi corazón este momento.
─
¡No me olvides! ─ suplicó Marcela.
─
Cómo podría ─ indicó Bianca. ─ Si me has dado un regalo tan hermoso como tu
amor y eso tan bello no se puede olvidar jamás.
─
No sigas porque de lo contrario no te dejaré ir ─ mencionó a duras penas
Marcela. ─ Ella se está llevando la mitad de mi vida y lo más hermoso que me ha
sucedido. Ahora vete, o me arrepentiré de la decisión que estoy tomando. ¡Vete
ya mi vida!
Bianca,
antes de separarse definitivamente de su lado, susurró algo en el oído de la
inspectora y se apartó de lleno y rápidamente sin voltear a ver atrás. Tenía un
nudo en la garganta y se sentía más miserable que nadie en este mundo. No
sintió como fue que las lágrimas simplemente volvieron a emerger de golpe y
mientras corría por la calzada cuesta arriba en dirección de la casa I, lloró
con todas las fuerzas de su corazón y llegando a la cerca de la casa, se dejo
caer sobre ella y su llanto brotó con toda el alma porque ya no tenía consuelo
y no era llanto sino un grito de dolor que la atravesaba a morir.
─
¿Por qué? ─ se preguntó Bianca. ─ ¿por qué todo tiene que terminar así?
Luego
de un rato de llorar sin consuelo, se levantó sobre la cerca y caminó los pocos
pasos que la separaban de la puerta y entró en busca de sus cosas.
Por
su parte y en la garita de estacionamiento…La rubia inspectora vivía su dolor
con las pocas fuerzas que le quedaban y su rostro inundado en lágrimas que se
dejaban sentir sobre su chaqueta y se humedecía tras caer sobre la tela.
Tan
solo Valeria, se acercó y la abrazó fuertemente porque sabía que debía ayudarla
más que nunca porque también ella se sentía fatal de haberlas visto despedirse
de ese modo. Siempre supo que aquello no iba a funcionar porque intuía que los
sentimientos estaban confusos por parte de Bianca, pero jamás pensó que en
cierta medida si había cariño y que se podría haber convertido en amor si no
fuese por el destino que se ceñía sobre la joven Rangel y su implacable
perseguidora.
En
eso…
─
Creo que es aconsejable que tú la acompañes en el viaje ─ solicitó Alejandro a
la enfermera cuando acortó la distancia para retirarse a las oficinas
principales de Obra. ─ Haré que se te recompense esto con un feriado para ti.
La
enfermera simplemente oyó lo que el mandamás le ordenase y asintió nada más
porque no dejo de abrazar a su amiga.
─
En cuanto a lo que sucedió aquí, nadie dirá absolutamente nada y menos que
lleve un rumor a las oficinas principales porque les aseguro que yo mismo me
encargaré de hacerle sentir las penas del infierno por alcahuete ─ sentenció
Alejandro. ─ Marcela muy pronto volverá con nosotros y voy a ocuparme
personalmente que sea a la brevedad posible.
Esta
vez hubo consenso completo de parte de todos los presentes en que se guardaría
silencio sobre la situación de las chicas. Cobraba valor lo que se decía desde
hace mucho que la adversidad hacia que la camaradería reinase entre estos
hombres acostumbrados a situaciones complejas y obstáculos mayores. No era un
mito sino que se palpaba y que superaba los egoísmos y discrepancias existentes
entre el grupo. Se protegían muchísimo entre ellos cuando algo ajenos a ellos
los amenazaba.
─
Yo iré con Bianca ─ señaló Fernanda ─ voy a ver si me deja acompañarla unos
minutos.
─
Hazlo ─ indicó Alejandro. ─ No es bueno que esté sola en estos momentos.
─
¿No haremos nada por detenerla? ─ preguntó Pato. ─ ya es mucho ver en cómo está
Marcela para dejar que esta cabra se arriesgue por nosotros. ¡Que no somos unos
monigotes de nadie!
─
¡Ya la oíste! ─ mencionó Alejandro. ─ Tomó su decisión y por primera vez no la
voy a contradecir, no porque me haya vuelto un maldito cobarde que se esconde
en las polleras de una mujer para salvar su pellejo sino que no dejaré que esto
se quede así. Le daré el tiempo que necesite para hablar con esa mujer y luego,
seré yo en persona quién hable con la dueña de los pozos.
─
¡Así me gusta oírte hablar! ─ repuso contento Patricio. ─ Te apoyo en todo y
que se vayan a la cresta en Santiago por no obedecerles. Me importa un carajo
su burocracia. Que se la metan dónde más les quepa. Aquí las cosas las
arreglamos de otra forma.
─
Hablando de arreglar cosas ─ interrumpió Ata, con el ceño fruncido al recordar.
─ Debemos ver enseguida lo del soplón. Tengo una idea de quién se trata.
─
Entonces vamos adentro para que nos cuentes quién ese animal ─ sugirió Patricio
tomando del brazo al inspector. ─ Le tengo unas ganas que me están quemando los
nudillos de las manos por romperle la jeta que se gasta.
Aparte
de esa conversación…
─
Marcela ─ llamó Alejandro. ─ No vayas a casa hoy sino por la mañana puedes
hacerlo conmigo.
La
inspectora no respondió por qué no le salía la voz dado el dolor que sentía e
hizo que el mandamás comprendiera que debía ser el mismo que la llevase a otra
parte y que no regresase a la casa I.
─
¡Ven conmigo! ─ suplicó Alejandro, tomándola del brazo. ─ vamos por un trago
que nos hará bien a los tres.
Esta
vez, la rubia inspectora, asintió porque no deseaba partir en ese estado a
Punta Arenas y quería olvidarse de todo y de todos en ese momento.
Miranda
la abrazó por un costado y del otro Valeria, juntos los tres enfilaron rumbo al
casino privado que estaba sobre el gimnasio y era del uso exclusivo de la plana
mayor y gerencia del campamento.
Por
su parte los demás partieron a distintas labores no sin antes prometerse entre
todos no hablar del tema y guardaron silencio.
Fernanda;
profesora y compañera de Marcela, Valeria y Bianca en la casa I, se fue más que
rauda la inmueble en busca de la joven Rangel. Al llegar ahí al cabo de un
rato, le halló devastada sobre el sofá con el rostro empapado aún en lágrimas e
incapaz de decir algo porque se arrojó en brazos de su compañera y siguió
llorando como una niña.
─
¡Deja salir todo mi niña! ─ instó dulcemente Fernanda, acariciando sus cabellos
para confortar a la joven.
Pasarían
los minutos y estarían abrazadas sobre el sofá sin pronunciar más palabras
hasta que el llanto y el cansancio vencieron por completo a la joven Rangel y
se durmió en brazos de su compañera de habitación.
Las
horas transcurrieron veloces sobre el campamento y pronto todo se oscureció en
la tierra de las pampas. El reloj marcaba las 9.30 de la noche. Cuando la
puerta principal se abrió despacio y entro la figura de Valeria con Marcela
apoyada en su regazo.
Ambas
chicas se vieron a los ojos y movieron sus cabezas respectivamente. No podían
creer que esto estuviera sucediendo con ellas.
La
enfermera terminó de entrar y con cuidado apoyó a la inspectora sobre su
costado para cerrar la puerta. Y cómo pudo llevo a su acompañante al living y
logró acomodarla sobre el otro sillón, que eran bien amplios.
─
¿Cómo está? ─ preguntó bajito Valeria viendo a la joven ingeniera.
─
Se lo lloró todo ─ respondió Fernanda. ─ se durmió hace muy poco y no me he
atrevido a despertarla y llevarla a su dormitorio por temor que decida irse en
ese estado.
─
Comprendo ─ dijo Valeria, viendo por su parte a la inspectora. ─ Ella también
dejo de llorar hace poco y los tragos terminaron por adormecerla.
─
¡Qué historia nos tocó vivir hoy! ─ exclamó Fernanda. ─ Aún no me creo que
Marcela se haya enamorado de Bianca sin ponerse en evidencia.
─
Lo que yo no me creo es que Bianca pudiese sentir algo por Marce ─ acotó a ello
Valeria.
─
¿Qué va a suceder mañana? ─ cuestionó Fernanda viendo a su compañera y viendo a
las dos chicas dormidas. ─ Porque hoy nada pueden resolver.
─
No sé, pero nada bueno a de ser ─ repuso Valeria cuando viendo a las dos, se le
vino algo a su cabecita. ─ Tengo una idea.
─
¿Cuál? ─ inquirió Fernanda.
─
¡Ayúdame a juntar los sofás! ─ ordenó Valeria, poniéndose en pie y retirando la
mesa de centro. ─ Vamos a regalarse unos minutos más juntas. Que tengan al
menos ese regalo.
─
Me parece buena idea ─ concordó Fernanda, rempujando el sofá en que se
encontraba la ingeniera. ─ Aquí no podrá venir esa tal Ariza ni nadie de las
oficinas principales a molestarlas.
─
¡Así es! ─ acotó Valeria, terminando de juntas ambos sillones. ─ Vamos
asegurarnos de cerrar la puerta con seguro por si viniese alguien.
─
Yo iré a buscar unas mantas para taparlas ─ indicó Fernanda.
Luego
de asegurarse que nadie entraría en la casa. La enfermera se regresó a la sala
y ayudó a su compañera en poner unas almohadas debajo de las chicas y cubrirlas
con las frezadas. Estaba en esa labor, cuando la inspectora se enderezó un poco y quedo viendo enfrente
suyo. Sus ojos verdes se volvieron a inundar de lágrimas y cómo pudo se aceró
hasta donde estaba la joven Rangel. Con torpeza se acomodó a su lado y se
abrazó a ella.
No
dejo de contemplarla unos instantes, hasta que el cansancio volvió asumirla en
el manto del sueño, pero antes de caer rendida, entrelazó su mano con la de
Bianca y quedo inconsciente por completo.
Luego,
sus compañeras sin dejar de observarlas terminaron por arroparlas para que no
pasasen frío.
─
¡En fin! ─ exclamó Valeria. ─ es lo único que podemos hacer por ellas.
─
¡Es una verdadera desgracia! ─ dijo Fernanda. ─ deberían haberse quedado
juntas. Les sienta bien estar juntas. Harían una bonita pareja.
─
¡Hubieran sido! ─ refutó Valeria. ─ El destino no lo ha querido así.
─
Esa mujer es la que no las dejo ─ contradijo Fernanda, frunciendo el ceño. ─
Ella les privo de esa fortuna.
─
Ariza Pedrales ─ murmuró quedamente Valeria, masticando su nombre con amargura.
─ La supuesta esposa de Bianca.
─
Es lo que ella dice ─ estuvo en desacuerdo Fernanda. ─ Y que yo sepa un
matrimonio es de a dos y no de una sola persona.
─
¡Muy cierto! ─ concordó plenamente Valeria viendo a su compañera y sonriendo al
sopesar las palabras de su colega. ─ Eso quiere decir que…
─
Bianca es la que tiene la última palabra en eso ─ señaló sabiamente Fernanda. ─
Aún no está dicho todo en esta historia.
─
Y esta niña ya nos ha demostrado que no es de dejarse pasar a llevar ─ indicó
Valeria. ─ No sabemos qué puede suceder cuando Bianca resuelva enfrentarse con
Ariza.
─
Te aseguro que lo de hoy va a repercutir mucho en su decisión final ─ agregó
Fernanda. ─ ¡Quizás tal vez haya esperanzas para Marcela!
─
¡Quizás! ─ convino Valeria. ─ pueda haber una salida. ¡Ya veremos qué sucede!
─
¡Ya veremos! ─ secundó Fernanda.
Ambas
mujeres quedaron viendo a la pareja que estaba sobre los sillones y procedieron
en apagar las luces y dejarlas descansar. Regularon la calefacción y se fueron
a sus respectivas habitaciones.
Muy
lejos del lugar y en una habitación tenuemente iluminada, una morena se
encuentra sentada sobre el borde de su cama incapaz de poder conciliar el
sueño. Sus profundos ojos verdes no dejan de ver una imagen que cuelga sobre
una de las paredes y presiente que mañana será un día decisivo.
─
Vendrás a mí libre de esos sentimientos que esa mujer ha despertado en tu pecho
─ murmuró con dolor Ariza, sin dejar de contemplar aquella imagen. ─ No puedo
compartirte y menos perderte por segunda vez. No puedo permitirlo.
En
el anverso de la moneda…
─
Mi corazón no está a en tus manos todavía ─ balbuceó dormida aquella joven que
yacía sobre aquel sofá y que debería proseguir adelante con la decisión que
había tomado
Un
corazón partido en la mitad y un destino que se torna despiadado pero que no
logra someter la voluntad de una mujer que lucha por ser amada por quién es.
3 comentarios:
gracias x este gran capitulo espero q las musas sigan llegando a ti para q continúes con tan bellas historia
buena historia, ahora que pasara al dia siguiente ?
Hay madre mía! lo siento por Marce pero Ariza es Ariza y quieran o no Bianca es de ella.No me puedo imaginar que ira a pasar en el siguiente, siento que va haber más drama.Así que lo esperare con ansias.Saludos....
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