mujer y ave

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domingo, 27 de septiembre de 2015

A la conquista de tu corazón.


Un nuevo amanecer, capítulo 12

Después de varias horas de vuelo. El avión se posaba en la losa del aeropuerto de Balmaceda, siendo las 7:30 de la mañana y tras las recomendaciones rutinarias de la azafata. Los pasajeros procedieron a bajar sus bolsos de mano de los maleteros y se dispusieron a salir del avión. Entre ellos, se encontraban dos mujeres jóvenes que después de coger sus pequeñas maletas, se despidieron de la tripulación y se perdieron por la manga que les conduciría hasta el lobby del aeropuerto, ya que no debían ir a la sala de embarque a retirar sus cosas, puesto que su equipaje era tan solo para una pequeña estadía.


Tras salir de la sala de embarque, se fueron directo a un stand de renta car, ya que ambas eran enemigas a emplear taxis estando dentro del territorio nacional y les gustaba desplazarse por sus propios medios y esta no sería la excepción.

Luego de llenar los documentos y de cancelar los servicios de una camioneta Ford 4X4 Tuvieron que esperar unos minutos a que le trajeran dicho vehículo.

Al momento de salir a la intemperie, una ráfaga de viento les dio más que la bienvenida a ambas mujeres y enseguida subieron el cierre a sus casacas y mantener un poco el calor corporal de sus cuerpos. Y es que no es broma que el viento sureño es cosa seria y cala más que los huesos a sus visitantes al contrario de los lugareños que están aclimatados con ello y es pan de cada día.

─ ¡Santo Dios, qué frío! ─ exclamó Mariela, castañeando sus dientes ─ Creo que ni loca viviría en estas tierras.
─ Coincido contigo, Mariela ─ repuso Sofía, que sobaba sus brazos para darse algo de calor y es que el cambio de clima es muy brusco ─ No podría aguantar este frío y espero que mi Flo, sólo quiera venir de vacaciones nada más o de lo contrario estaré frita.
─ Yo espero que Carla, erradiqué cualquier pensamiento que tuviese su cabecita de residir en esta ciudad ─ mencionó Mariela, al recibir el coche rentado ─ ¿Conduces tú o lo hago yo?
─ ¿Cómo te manejas con la escarcha? ─ preguntó de frentón Sofía.
─ ¡Um!...Hace  bastante que no conduzco sobre caminos de agua nieve ─ señaló Mariela  y viéndola directamente a los ojos ─ ¿Y tú?
─ Por lo visto, estamos en igualdad ─ respondió Sofía y sin más le quitó las llaves a su amiga ─ Ayer estuviste conduciendo todo el día. Ahora es mi turno de estar frente al volante.
─ ¿Has conducido acá antes? ─ preguntó Mariela, mientras tomaba su lugar como copiloto.
─ No ─ fue la respuesta de Sofía, tras abrocharse el cinturón de seguridad y echar andar la camioneta. ─ Pero ha de ser lo mismo que conducir en Punta Arenas, aunque más pequeña y con los mismos problemas de nieve que en toda la zona austral.
─ No ha de ser tan difícil, Sofí ─ instó Mariela, que le dio una palmadita en su mano, dando de este modo su apoyo. ─ estoy segura que daremos con la dirección enseguida.
─ De eso no te quepa la menor duda, Mariela ─ convino ésta ─ busca en tu móvil, calle Francisco Bilbao y ver cuáles son las aledañas a ella.
─ Dame un segundo ─ pidió Mariela y enseguida reviso su celular, en menos de 30 segundos ya tenía listo una ruta alternativa.
─ Debes tomar Almirante Simpson y luego, entrar por Gastón Adame y estarás justo a la numeración de la casa de los padres de Carla. ─ indicó Mariela, guardando su  móvil.
─ ¡Vámonos entonces! ─ exclamó Sofía y arrancaron por el camino del aeropuerto, más conocido por el camino del indio.

El coche avanzó veloz por el estrecho camino con algunos baches a lo largo de este, aunque tal como lo dijese la Arquitecta Almagro, los planchones de escarcha negra se hacían sentir y por momentos, tuvo que disminuir la velocidad al máximo y sortear los coletazos que le ocasionaba cada vez que la camioneta patinaba sobre la escarcha.

Mientras todo ello ocurría, en otro sitio de la ciudad de Coihaique…

Una joven se alistaba para salir y guardaba una carpeta con documentos en su bolso. Tenía todo listo para acudir a una entrevista que coordinó en horas de la noche junto a su padre y que fue recibida con mucha alegría por uno de los ingenieros en jefe de un holding extranjero que estaban en los preparativos para realizar un proyecto de gran envergadura que se realizaría en la región de Aysén y que también  comprendía parte de territorio Argentino. A lo sumo serían cuatro años como mínimo.

Luego de guardar todo, se fue hasta la planta del primer piso, dónde le esperaba su madre que disponía todo para el desayuno de la familia.

─ Hija mía, se te hace tarde y aun no desayunas ─ amonestó una mujer de cabellos negros azabaches, que disponía todo sobre la mesa de la cocina.
─ No desayunaré mamá ─ indicó la joven, que depositó un beso sobre la mejilla de la mujer y solo cogió un trozo de emparedado ─ si lo hago, perderé un tiempo valioso y no puedo darme el lujo de llegar tarde para hablar con los ingenieros.
─ Pero…Flopy ─ protestó la señora ─ no sabes cuántas demorara esa entrevista y tú acabas de llegar hace unos horas nadas mas y poco has descansado.
─ ¡Mamá! No me llames así que ya no soy una niña ─ rabió un poco Florencia, que no le gustaba que le llamasen de ese modo y que no ser porque su abuela estaba en Gallegos de visita, no tuvo más opción que alojarse en casa de sus padres.
─ Para mí seguirás siendo mi niña y mi conchito ─ reprendió su madre ─ Por cierto, Flopy, cuando te desocupes de la entrevista. Tú y yo hablaremos de las verdaderas razones porque has regresado tan intempestivamente. Anoche no era la ocasión de preguntar ya que estabas cansada con el viaje.
─ ¡Mamá! ─ imploró Florencia, que juntó sus manos en señal de una tregua momentánea ─ te diré todo lo que deseas saber, pero ahorita, no puedo entrar en detalles. ¡Por fis! Entiéndelo.
─ Está bien, Flopy ─ dijo resignada la señora ─ ahora vete que se te hace tarde.
─ Nos vemos más tarde ─ señaló ésta y colgando su bolso en su hombro. Echó un vistazo a su ropa y salió de casa.

Una vez afuera, Florencia, dirigió sus pasos hasta la cochera y fue en busca de su moto. Una Yamaha R& de color negro con dorado, un regalo de graduación de sus padres al momento de egresar de la universidad.

La joven Villar, siempre ha sido una amante de las motos desde que era una niña y a sus catorce años, su padre le obsequió su primera moto, siendo una motoneta con la cual utilizaba para asistir a clases, ya que su hogar queda a las afueras de Coihaique.

Revisó que todo estuviera en perfecta condiciones. Sacó la moto a la calle, se dispuso su casco y tomó el camino sur que le permitiese cruzarse con calle Baquedano y a las oficinas del holding Craptux de origen Francés, pioneros en carreteras y puentes mecanos a nivel mundial.

A medida que su moto ganaba terreno por el pavimento de asfalto, la joven Villar, trataba de mantener su mente concentrada en la entrevista que tendría a primeras horas y así, dar una buena impresión. Sin embargo, una y otra vez, el recuerdo y el nombre de Sofía Almagro le perseguía como fantasma y no podía sacarse de su mente y mucho menos de su corazón, todo el sentimiento que por ella profesaba.

A pesar de que su viaje fue más que imprevisto y necesario tras la desagradable conversación con Colomba y exponerla a una infinita agonía en dónde se creyó los embustes de aquella mujer, que llevada por el despecho y los celos, fue capaz de ponerle un precio a su persona con tal de que dejará en libertad a Sofía y así, pudiese tener camino abierto para sus bajas intenciones.

Aunque el viaje fue tranquilo y buscó la forma de dormir, no lo consiguió de ninguna forma, ya que sin piedad las palabras de la cuñada de la que fuera su pareja, la martirizaban constantemente al punto que más de una vez, lágrimas rodaron por sus mejillas.

Y ni siquiera la presencia de Carla, ayudaron a mitigar la desazón que sentía su corazón al abandonar tan intempestivamente a la mujer que adoraba con todo su ser y que motivada por los miedos; se atrevió a abandonarla sin dejar que ella se defendiese de algún modo y le diera la posibilidad de demostrar lo contrario a los dichos de Colomba.

A pesar de mantenerse en vela casi las pocas horas que llevaba en su ciudad natal, la figura de la mujer que amaba la acompañaban una y otra vez. Sus caricias, sus promesas como la presentación en casa de sus padres y ante su familia, le trajeron dicha como incertidumbre de que hubiese sido una farsa de parte de los Almagro. Era una tortura mantener en su memoria esas palabras que parecían como si un pájaro carpintero le taladrase su cerebro y la mantuviese con tal nivel de tensión como de angustia.

─ Debo conseguir sacarte de mi cabeza, de mi corazón como mi vida ─ murmuró con dolor Florencia.

Sacudió su cabeza para despejarse de tales pensamientos, cuando una fuerte clavada en su pecho, le indicó que su corazón se negaba a obedecerle y lucharía fieramente por mantenerse fiel a sus sentimientos. Fue tal la punzada, que la joven Villar paró en seco su moto y se llevó la mano a la altura de su pecho y calmarlo de alguna forma.

─ ¡Mi Dios! ─ balbuceó Florencia, agitada por que sentía como se contraía su corazón ante los deseo de su dueña. Era como si se retorciese dentro de ella por ser expuesto a una condena infinita ─ ¡Sofía!.
Permaneció por espacio de unos cinco minutos, tratando inútilmente de calmarse, pero era tan fuerte el ardor en su pecho, que tuvo que bajarse de su moto y sentarse en el pavimento para mitigar en algo aquel dolor.

─ Sofí, debo arrancarte de mi ser de una vez ─ susurraba Flo a dientes apretados ─ Es por tu propio bien, sólo así podrás ser feliz.

De una forma extraña como misteriosa, a la derecha de su oreja, se escuchó decir…


─ No permitiré que lo hagas ─ fueron las palabras con la voz de Sofía Almagro ─ no puedes abandonarme cuando yo te amo más que a mi vida.

A la joven Villar, una gota de sudor frío la recorrió a lo largo de su mejilla y un escalofrío la invadió de pies a cabeza y es que oír aquellas palabras sin la presencia de esa persona, la dejo temblorosa y con el mayor susto de su vida.

─  ¡Mi Dios! ─ exclamó Florencia, tocando su corazón y sobando dicha zona ─Mamá tenía razón de que existe una conexión tan grande con la persona amada que puedes presentirla y hasta oírla cuando te necesita.  Ahora puedo vivir en carne propia lo que se siente. ¡Asusta un poco!

Florencia, meditó sobre aquellas palabras y quiso auto convencerse de que estaba haciendo lo correcto, aunque su corazón le estuviese indicando lo errado y le diera muestras de su equivocación. No obstante, ella había tomado una decisión y no iba echar pie atrás. Debía defender su postura aunque ello implicase negarse el derecho amar por un tiempo y es que amaba muchísimo a Sofía y no podía permitirse el lujo de lastimarla a futuro y ser objeto de sus desgracias y lamentaciones. Más valía sufrir un poco ahora que recién comenzaba todo que hacerlo cuando fuese más doloroso y su dependencia de ella fuese tan grande que no concibiese su vida sin Sofía.

─ Por más que me arranques la vida con tus protestas, me mantendré firme corazón mío ─ murmuró Florencia, levantándose de la acera y se volvió a subir a su moto. ─ Ella merece a una persona de su nivel y no una novata como yo, que le acarreará más de un dolor de cabeza.

La joven Villar, suspiró profundamente y sacó su móvil de la chaqueta y al encenderlo, constató todos los mensajes como buzón de voz de Sofía como de Mariela. Haciendo tripas corazón los borró todo y así, no lastimarse más revisándolo una y otra vez como moribundo. Marcó un número y espero respuesta del otro lado.

─ ¿Ya vienes a recogerme? ─ preguntó una voz de mujer al otro lado de la línea.
─ Estoy en camino, solo me detuve un momento ─ confirmó Flo ─ Estaré en unos cinco minutos  frente a tu casa, así que Carla, espérame afuera y no perdamos más tiempo.
─ Cómo tú digas, Flopy ─ respondió divertida Ramos.
─ Tarada, no me llames así ─ protestó en el acto Florencia ─ Mi madre nunca debió llamarme así frente a ti porque no vas a perder ocasión de fastidiarme cada vez que se te antoje.
─ Jajaja ─ se burló Carla ─ es tan mono ese diminutivo que me derrite el corazón de solo oírlo. Por lo tanto, dalo por firmado que de ahora en adelante te llamaré…Flopy…Flopy.
─ ¡Carla! ─ reprochó Flo ─ te dejaré plantada si continuas llamándome así.
─ Tú no harás eso, porque me adoras mi bella Flopy ─ se mofó aún más Carla ─ vente enseguida que te estaré esperando con los brazos abiertos y con un sexy babydoll negro para seducirte.
─ ¡Eres el colmo, Carla Ramos! ─ refutó Flo y exhalando un gran suspiro de resignación, añadió─ Eres un caso serio de locura crónica y contagiosa.
─ Jajaja ─ bromeó la contadora ─ Admítelo nena, soy irresistible.
─ ¡Aha! ─ exclamó con pica Florencia ─ lo que tú digas y la humildad con patas también.
─ ¡Oye Villar! ─ exageró Carla ─ tan mal concepto tienes de mi frágil y adorable personita.
─ ¿Frágil tú? ─ chilló estupefacta Florencia ante el descaro de su amiga ─ Mi abuelita es indefensa, pero tú…Jamás. Eres una descarada de lo peor, ególatra, egocéntrica, desafiante y con aires de modestia aparte.
─ ¡Qué horror! ─ estalló en risas Carla que para nada se ofendió, por el contrario su ego se fue directo por las nubes mismas ─ debo trabajar más en ti y así, conseguir tenerte entre mis garras caramelito.
─ ¿Estás bromeando? ─ preguntó Florencia casi al borde de un  ataque cardiaco y con los ojos saltones del susto.
─ Para nada, dulzura ─ rebatió Carla sin inmutarse al respecto ─ en casi seis meses de trabajar conmigo debes haber aprendido que nunca digo al por decirlo. Todo lo contrario, soy muy tenaz en lo que quiero y lo consigo a punta de esfuerzo y determinación. Por lo tanto, mi Flopy, ve preparándote mira que ya te eché el ojo y no digas después que no te lo advertí.

Esto último lo dijo tan segura de sí que caló hasta lo profundo de su compañera. Claro está, que al no ser vista por su contra parte, no pudo ver los esfuerzos que hacía para no largarse a reír de una y comprobar que el silencio que se hizo, fue la prueba viviente de que la joven Villar estaba traumada con sus palabras al punto que fue incapaz de refutarle nada y eso la divertía a montones y fantaseaba a horrores imaginándose la cara sonrojada de su amiga y compañera, puesto que sería sublime aquello y le restaba un poco de la diversión de ver tan digno espectáculo.

─ ¿Flopy, estás ahí? ─ inquirió sutilmente Carla, aguantando lo más posible las ganas de reírse a costa de su amiga.
─ ¡Este!... Sí ─ balbuceó apenas Flo.
─ Ya pensaba que te habías desmayado o tirado por un puente con mi declaración de amor ─ fanfarroneó Carla sin empacho alguno.
─ ¿Por qué a mí? ─ Se preguntaba Florencia, dándose golpecitos en la frente.
─ ¿Qué pasa contigo, caramelito? ─ indagó suspicazmente Carla.
─ Que de todas las mujeres en este país, tuve que conocer a la chica más descarada de todas y que más encima, tiene que ser mi coterránea ─ explicó resignada Flo, tomando su casco entre las manos antes de volver a subir a su moto ─ Tú eres peor que la mismísima Sharon Stone o Angelina Jolie. ¡Eres tremenda Ramos!
─ Jajaja ─ fue la risa explosiva de Carla al otro lado del móvil, apretando su vientre de tanta risa que le provocaron aquella comparación y para añadirle más sabor, agregó ─ Simplemente…Soy divina, regia y apetecible.
─ ¡Santo Dios! ─ exclamó Florencia ─ retiro lo dicho. Tú, eres imposible y ahora me hago a la idea de porqué Mariela, no pudo contigo.

Eso fue el tiro de gracia y un golpe certero de Villar, sin ser mal intencionado de su parte, ya que dentro de su ingenuidad en algo vislumbraba el escenario entre Ramos y Sopric. Sin embargo, no tenía maldad en su comentario porque estaba lejos de ser mal pensada con su amiga y es por ello, que la misma Carla, solo guardo silencio por unos escasos segundos y reaccionó a sus dichos.

─ La Arquitecta Sopric, escogió el camino que más le convenía nada más ─ respondió tajantemente Carla ─ Cuando no comprometes nada en una relación, es lógico que puedas zafarte fácilmente de una persona sin mayores problemas. Por lo tanto, soy libre de escoger lo más conveniente para mí.  Ella ya eligió y ahora es mi turno y no daré pie atrás en mi decisión.
─ Carla ─ fue lo único que atinó en decir Florencia, pues comprendió que su amiga estaba muy dolida en su interior con respecto a Mariela y sus palabras eran fiel reflejo de lo que sentía su corazón.

Con un fuerte resoplido, Ramos, decidió cambiar de tema y olvidarse del tema.

─ Lo siento, Flo ─ se disculpó Carla ─ No hablemos de temas desagradable y vente pronto sino llegaremos tardes y eso sí sería mal visto por tus futuros jefes.
─ Nuestros futuros jefes, querrás decir ─ corrigió de inmediato Florencia ─ presta atención a lo que voy a decirte y no lo olvides, Carla.  ¡Juntas vamos a salir adelante y conseguiremos este empleo y juntas vamos a dar vuelta la página y nos esforzaremos en ser felices…Juntas y unidas! ¿Queda claro, brujita mía?
─ Muy claro, caramelito mío ─ respondió Carla, con una pequeña sonrisa algo forzada en sus labios, pues aún se sentía muy sensible al tema mencionado anteriormente.
─ Sino te conociera tanto, apostaría que en este preciso momentos, tienes una sonrisa fingida en tu hermosa carita ─ mencionó Florencia, que no era nada tonta y  comprendía los sentimientos de su amiga ─ agradece que no estás cerca de mí, porque de lo contrario te daría un gran abrazo del oso en este instante.
─ ¡Um! ─ exclamó Carla ─ a veces pienso que eres demasiado buena para este mundo, mi dulce y bella Flopy.
─ ¿Por qué lo dices? ─ preguntó confundida la muchacha.
─ Será porque en ti, no hay maldad alguna ─ explicó la joven Ramos ─ No andas por la vida viendo lo malo de las personas y mucho menos buscas ser quién no eres. Flo, tú eres muy autentica dentro de tu ingenuidad, con un corazón muy puro como pocos en este mundo y eso, no sabes lo sorprendente que llega a ser para quienes tenemos el privilegio de conocerte. Te puedo asegurar que eres un ser casi en extinción amiga mía.
─ Creo que exageras ─ refutó conmovida Villar ─ soy una chica sencilla y simple nada más, que de la vida no sabe nada de nada y que tiene tanto por aprender. Lo que deriva en mi ingenuidad e ignorancia de la vida y la sociedad y está expuesta a que algunas personas puedan lastimarme por ello. Sin embargo, no dejo de ser quién soy, porque no tengo nada de qué arrepentirme y de qué avergonzarme, pues lo que soy, es el reflejo de lo que siento, pienso y hago. Soy Florencia Villar, una joven sureña con muchos sueños en su mochila y un mundo que descubrir. Eso es todo, lo que soy, Carla.
─ Flopy…Tus palabras confirman mis dichos y te lo volveré a repetir una vez más ─ rebatió Carla ─ Eres autentica y trasparente, cosa que muy pocos y casi nadie puede presumir hoy en día, porque personas como tú, vienen una cada cien años y se hacen notar al poco tiempo.
─ Carlita bella, no sigas ─ replicó apenada Flo ─ que no haré cambiar tu parecer y tendríamos toda una vida para explayarnos y será mejor que vaya por ti cuanto antes y no perdernos esta oportunidad.
─ De acuerdo, Flopy ─ convino ésta ─ ¿qué esperas para recoger a tu damisela en apuros?
─ ¡Ay no! ─ Se quejo Florencia ─ no vas a rendirte, así que Carlanga, te corto…Chau, nos vemos al rato.
─ Espera ─ trato de insistir Carla, pero fue demasiado tarde, la llamada se cortó al instante.

La joven Ramos, se quedo viendo unos segundos el móvil, para luego, sonreír como si nada y es que la muchacha, la hacía sentir así, feliz como hace mucho tiempo no sentía. Dado a las circunstancias que le tocó vivir y que ella misma buscó.

─ Debí conocerte antes que a Mariela ─ murmuró para sí, Carla ─ definitivamente, eres maravillosa, sin duda que hubiese sido muy feliz a tu lado. Sofía, es muy afortunada de ser tu novia y estoy segura que no te dejará ir de su lado. Eso te lo puedo asegurar.

Dejando el teléfono sobre el aparador, buscó su maletín y se colocó su chaqueta y se dispuso en salir de casa para encontrarse con la joven Villar.

─ En cambio yo, voy a cerrar definitivamente mi capítulo con Mariela Sopric. ─ dijo en voz alta la contadora, mientras daba los primeros pasos en su cuadra ─ Aunque ello me signifique, romper mi corazón en pedazos y no ver más a mi Benjamín, pero no puedo seguir viviendo de este modo.

En ese mismo instante, en que la joven se desplazaba por la calle. Una mujer sintió una fuerte clavada en su pecho y llevó de inmediato su mano al lugar y estrujó con fuerzas la ropa en ese lugar. El dolor era intenso, al punto de dejarla casi sin aliento.

─ Carla ─ balbuceó apenas la mujer, apretando sus ropas ante el persistente dolor y doblar su cuerpo con ello  ─ No…lo hagas.

Provocando al instante la reacción de su acompañante…

─ Mariela… ¿Qué tienes? ─ preguntó sumamente preocupada Sofía, que con un movimiento brusco de volante, consiguió cambiarse de pista y detener la camioneta de inmediato. ─ ¡Háblame por Dios! ¿Qué pasa Mariela?

La Arquitecta Sopric, no respondió en absoluto porque el dolor no se lo permitía y respiraba con dificultad y con la ayuda de Sofía, logró incorporarse sobre el asiento, pero estaba pálida como la misma nieva y sudaba frío. Y de sus ojos se comenzó a desprender una lágrima, gruesa que recorrió lentamente su mejilla y era el reflejo de su angustia.

─ ¿Qué tienes por Dios, Mar? ─ insistió Sofía, acariciando el rostro de su amiga y ver reflejado en sus ojos tanto miedo que le caló hasta lo más profundo de su corazón.

Aquellas lágrimas siguieron desprendiéndose de sus ojos y aún, no conseguía pronunciar palabra alguna, ya aún el dolor estaba presente en su pecho. Consiguiendo que la Almagro se percatará de sus manos y sobará delicadamente aquella zona. Cuando hubo pasado la intensidad de la punzada, recién logró articular sonido.

─ La… voy… a… perder ─ balbuceó con dificultad Mariela ─ la perderé… Sofí.
─ ¿Te refieres a Carla? ─ preguntó Almagro, ayudando a bajar el cierra de la casaca y darle un nuevo masaje a su pecho.
─ Sí ─ fue la escueta respuesta de Sopric, cuyas lágrimas no dejaban de salir de sus ojos ante el sufrimiento de saber que perdería a la mujer que amaba.

Por primera vez, Sofía Almagro, era testigo en primera fila de lo vulnerable que estaba su mejor amiga en aquellos momentos y es que a pesar de haberla visto unos años atrás mal a causa de su ex marido y sin imaginar en ese tiempo que la joven Ramos, tenía que ver directamente. No obstante, en esta ocasión, el dolor era distinto del anterior porque en esa oportunidad aunque perdió su matrimonio en ello, no quedo tan devastada como lo estaba observando ahora y podía palpar personalmente; la angustia que había en ella al presumir una posible pérdida de la causante de todos sus desvelos y agonías.

Sin duda que para Sofía, aquello era un mal presentimiento inclusive para ella, que estaba en igualdad de condiciones por culpa de su cuñada y sus malas intenciones, por lo que comprendía mejor que nadie el pavor que sentía su amiga y socia. No había peor pesadilla que la de ser marginado en forma definitiva por su pareja.

Tragó en seco y trató de no perder el objetivo de su mente y se rearmó de valor para no dejar que el miedo o la angustia, la sometiesen y dejara caer sus brazos, dándose por vencida antes de empezar siquiera la reconquista de la mujer que amaba más que a nada en este mundo.

─ No vas a perderla. Mariela ─ refutó enérgicamente Sofía y cuya mirada demostraba esa determinación de no entregar su amor a las circunstancias ─ y te prohíbo que sigas diciendo estupideces. Esa no es la Mariela Sopric; con  la cual me crié y formamos Almapric. Mi amiga nunca, pero nunca ha dejado que la adversidad, personas u obstáculos puedan siquiera amedrentarla y no será esta la ocasión para que te des por vencida sin siquiera haber hablado con ella. Así que, sácate de esa cabecita esos pensamientos de perdedora, mira que tú no lo eres y jamás lo has sido. Ponte de pie y vuelve a ser la mujer más avallasadora, fuerte y arrogante que he conocido en mi vida.

Aquellos ojos verdes, contemplaron el rostro de Sofía con tanta ternura como si fuese cual niño regañado y estimulado por su madre con herramientas de realidad, superación y objetividad que le permitan un auto crecimiento para valerse por sí mismo ante un futuro incierto.

─ Muchas gracias, Sofí ─ murmuró Mariela, limpiándose su cara de aquellas lágrimas que aún se desprendían de sus ojos ─ Tienes toda la razón. Esa no soy yo y aunque Carla, quiera mandarme al mismo carajo, no se lo permitiré y aunque me lleve estar un mes en este lugar, no me iré sin ella. Llevaré de vuelta a la madre de mi hijo a casa y voy a cumplir mi promesa a sus padres de pedir su mano.
─ Así se habla, Arquitecta Sopric ─ instó Sofía y dándole un fuerte apretón de manos, añadió ─ ahora vamos por ellas e impedir que tomen ese empleo.
─ Hace mucho que no me llamabas así ─ convino Mariela, cerrando su casaca y acomodándose en su asiento ─ Esa fue tu consigna desde el primer año de carrera y nos incentivaste a dar por hecho algo que era incierto y lleno de obstáculos en esos años de estudios. Esa convicción de que el éxito estaba a la puerta, nos ayudo a ver que nada es imposible de alcanzar, si te apropias de ello como si ya estuviese consumado y que solo a ti te pertenecía.
─ La vida hay que llevarla con esa determinación para cumplir todos tus objetivos y no darle chance alguno a que la mediocridad o la desesperanzas para que te seduzcan con sus engaños ─ afirmó con propiedad Sofía ─ en este mundo nada es imposible como tampoco es ridículamente fácil, porque si llegas a creer esto último, estarías coronando a la soberbia misma como tu emblema y eso, es fatal para cualquier ser humano. En la vida hay que demostrar nuestra valía a base de esfuerzos y sólo así, nos daremos a respetar.
─ Concuerdo plenamente contigo ─ apoyó Mariela ─ lo que me recuerda que cierta personita me demostró que a punta de tesón, consiguió ganar mi respeto en lo profesional y qué decir en el plano sentimental, ella conquistó mi corazón con su perseverancia. Ella es la mujer perfecta para mí, es mi complemento y mi todo. No puedo permitir perder a una mujer tan valiosa como Carla y estoy segura que juntas haremos grandes cosas. Así que, no perdamos más tiempo y vayamos por ellas de una vez.
─ ¡Vamos! ─ concordó Almagro y encendiendo nuevamente su coche y retomando la conducción.

La camioneta enfilo por el último tramo que provenía del aeropuerto y se toparon de lleno con la avenida Almirante Simpson y doblaron a la derecha en busca de calle Adame.

─ Mar, llama nuevamente a Casy y pregúntale por la dirección de la empresa en que deben presentarse las chicas en caso de que no las interceptemos a tiempo ─ demandó Sofía, sin perder de vista el camino que sea dicho de paso estaba bastante resbaladizo en ese tramo.
─ Enseguida ─ respondió ésta, sacando su celular y marcando al de su socia.

Segundos después…

─ ¡Chicas! ─ saludó efusivamente Casandra al otro lado de la línea ─ ¡Buenos días mis queridas Romeos! ¿Cómo van? ¿Ya pudieron hablar con las muchachas? ¿Ya conocieron a los padres de Flo?
─ ¡Ey, Goicochea! ─ espetó Mariela, consternada por la ola de preguntas ─ frena tus ansias, querida. Primero que nada, déjame saludarte y luego, satisfago tu curiosidad insaciable.
─ ¡Ay que espesa que te pones, Mariela! Siempre de malas pulgas ─ rebatió Casy, resoplando pesadamente ─ por tu forma de responder, apostaría a que aún no dan con las chicas. Sino que más para que ese genio podrido tan madrugador de tu parte.
─ Jajaja  ─ estalló en una sonora risotada Mariela, de ser otra ocasión le hubiese contestado una pachotada de costumbre. ─  A ti no se te escapa una, enana. Deberías haber estudiado esoterismo y te hubieras hecho una fortuna más grande que la de Bill Gates.
─ Ja ¡Muy chistosita! ─ espetó con pica Casy ─ Tu humor negro me emociona casi hasta las lágrimas Sopric.
─ Cariño, no te enojes ─ Repuso  burlesca Mariela ─ mira que te pondrás muy viejita pronto.
─ ¡Vete al carajo, Sopric! ─ refutó Casy indignada de que la llamaran vieja ─ Y dime si ya están con las chicas o ¿no?
─ Aún no ─ respondió Mariela ─ por eso te estamos llamando para pedirte ayuda.
─ Ustedes son más lentas que tortuga coja ─ amonestó Casy ─ No puedo creer que aún no estén juntas a las mujeres que aman. ¡Por Dios! Son un asco chicas, yo ya hubiera echado abajo ese pueblito con tal de estar con mi pareja. Ahora díganme: ¿qué debo hacer esta vez?
─ Que nos consigas la dirección de la empresa a la que se van a presentar y así, contar con una opción más para hallarlas ─ mencionó Mariela ─ estamos por llegar a casa de los padres de Carla.
─ Oka ─ apuntó Casy ─ dame un momentos para llamarles y te devuelvo la llamada.
─ Vale ─ respondió Mariela.

Ambas colgaron al mismo tiempo y quedaron a la espera de la respuesta de los padres de la contadora. A su vez que la camioneta seguí su curso a través de Simpson y ya estaba próximo a la Calle Adame.

Por su parte, en otro sector de Coihaique. Una moto se detenía justo en la esquina de Baquedano con Victoria…

─ ¡Al fin llegas, caramelito! ─ exclamó Carla ─ ya estaba congelándome.
─ No exageres, Carlanga ─ protestó Florencia, sacando su casco y saludándola como correspondía ─ ¡Buenos días, mi bella contadora!
─ ¡Um!...Te salvas por decir la palabra mágica ─ refutó con picardía Carla ─ ¡Muy buenos días, dulce Flopy!
─ ¿Cuál palabra mágica? ─ se atrevió preguntar Florencia con curiosidad.
─ ¿Cuál más podría ser? ─ bromeó Carla, besando la mejilla de su amiga ─ En que soy extremadamente bella, dulzura.
─ ¡Dios bendito! ─ exclamó con espanto Florencia ─ lo tuyo es un problema de humildad agudo.
─ ¡Idiota! ─ protestó Carla, pellizcando el brazo de su compañera ─ vámonos, será mejor.
─ De acuerdo… ¡Afrodita! ─ se burló de lindo Flo, pasándole un casco a la joven ─ ¡Póntele! Y no te atrevas a protestar que es por tu propio bien.
─ Ok. Será como tú digas, caramelito mío ─ convino Carla sin chistar y se colocó el dichoso casco y levantando la visera, agregó ─ esto es sofocante y va arruinar un poco mi look, de mujer fatal.
─ Ya te dije que no te quejes, preciosa ─ rebatió Flo y montando su moto, le hizo señas a la joven para que hiciese lo mismo ─ aférrate muy bien a mi cuerpo y no te caerás.
─ ¡Ay…Encantada! ─ se apresuró en responder Carla, que se apegó como lapa a su espalda y se abrazaba como un oso restregándose en la muchacha ─ ¡Cómo voy a disfrutarlo!
─ ¡Oye no te aproveches! ─ espetó divertida Florencia y arrancó del lugar con sumo cuidado.

« Al menos puedo ayudarte a sentirte mejor y eso es lo que cuenta para mí» se dijo mentalmente la joven Villar, mientras enfilaba por Bilbao. « Juntas saldremos adelante»

Una sonrisa se dibujo en su cara al saber que sería el soporte para que la contadora, pudiese conseguir su objetivo de comenzar una nueva etapa y le iba ayudar en todo lo que estuviese a su alcance. Olvidándose por completo de su propio sufrimiento y lo que su corazón trataba de decirle hace un rato y que se negaba a escucharle para no pensar en la mujer que dejó atrás por temor de ser desechada a futuro.

Esta dicho que por más que te esfuerces en negar las cosas o huir de ellas, tarde o temprano quedarás enfrentado a lo que temes y te guste o no, deberás dar la cara y tomar una decisión al respecto. No basta con salir corriendo cada vez que tengas problemas o miedos, debes ser capaz de sobre ponerte y demostrarte a ti mismo que no hay nada que no puedas superar con voluntad de acero y estar dispuesto a empezar las veces que sean necesarias hasta conseguir cambiar lo que tú consideras que puedes remediar y sólo así, podrás estar dando el paso decisivo para evolucionar en este constante mundo cambiante y oscilante en el cual nos toca vivir. Tú decides ser libre o ser prisionero de tus cadenas eternamente.

Siendo las 7:30 de la mañana, una camioneta llega al domicilio Francisco Bilbao 741 justo cuando a menos de una cuadra de la misma calle, una moto sale a toda velocidad del lugar. Provocando que una de sus ocupantes al bajarse quedase viendo en la dirección que salió aquella moto que llamó poderosamente su atención y coincidentemente con un palpito que se dejo sentir en su corazón. Causando que su acompañante se fijase en la misma dirección y la misma premonición se apoderaba de ambas, obligándolas en  el acto a tocar el timbre de dicho domicilio con premura y sacarse las dudas de sus inquietos corazones.

Al momento de abrirse la puerta de aquella casona,  un señor mayor de unos 90 años, salió a recibirlas.

─ ¡Buenos días! ─ saludó una de ellas ─ disculpe que moleste tan temprano, pero estoy buscando a Carla Ramos. ¿Es este el domicilio de la joven?
─ ¡Buenos días señora! ─ saludo un poco desconfiado el hombre y las interrogó de inmediato ─ ¿Quién les dio esta dirección y para qué la buscan?
─ Mi nombre es Mariela Sopric y el de mi compañera, Sofía Almagro ─ respondió Sopric, dejando de lado su acostumbrado sarcasmo. ─ Somos Arquitectas y dueñas de Almapric en dónde se desempeña la señorita Ramos junto a otra joven de esta ciudad. Y han sido los propios padres de Carla, quiénes nos dieron esta dirección para que pudiésemos hablar con ella.
─ ¿Ha dicho Almapric? ─ preguntó el hombre.
─ Así es. Constructora Almapric ─ se apresuró en responder Sofía.
─ ¡Ya veo! ─ mencionó el señor más tranquilo y agregó ─ esa es la empresa en la que trabaja mi nieta menor.
─ ¿Carla es su nieta? ─ indagó algo vacilante Mariela.
─ Carla es la menor de mis 28 nietos ─ afirmó con orgullo el hombre ─ y es la única que me está faltando por dar un bisnieto antes que el señor me lleve de este mundo.

« ¡Válgame el cielo! La qué me espera a futuro y de esta no me libro con nada» fueron los veloces pensamientos de Mariela, cuyos ojos se abrieron bastante al oír los planes del abuelo de la mujer que amaba.

─ Señoras, tengan la bondad de pasar  y hablar más a gusto ─ propuso el abuelo de Carla ─ Soy Anselmo para servirlas.
─ El gusto es nuestro Anselmo ─ señaló Sofía ─ y agradecemos su invitación, pero nos urge saber si Carla se encuentra en casa.
─ Mi Cari acaba de salir junto a una amiga hace unos minutos atrás ─ respondió Anselmo─ tienen que haberse topados con ellas, ya que se iban a una entrevista con gente de la municipalidad y una empresa extranjera.
─ No la vimos en el camino ─ mencionó Mariela de inmediato. ─ solo vimos unos chicos en moto nada más.
─ Han debido ser ellas, porque su amiga la paso a recoger en una moto negra ─ confidenció Anselmo ─ debían estar temprano para presentarse hablar con un antiguo jefe de su amiga. Espere… ¿Cómo dijo que se llamaba la muchacha?...Es que no soy bueno recordando nombres y la chica tiene uno bien raro.
─ ¡¿Florencia?! ─ indagó suspicazmente Sofía.
─ Ese mismo ─ corroboró Anselmo ─ ese es el nombre de la amiga de mi Cari y que tienen una entrevista a las 8:10 con un jefe suyo de la municipalidad que trabaja en obras viales en donde la joven hizo su práctica y  quién está a cargo de la carretera austral.
─ Anselmo ha sido de gran ayuda ─ señaló Sofía, apretando sus manos en forma de agradecimiento ─ siento ser descortés con usted, pero debemos irnos y alcanzar a las chicas antes que se nos haga más tarde y llegar a tiempo a esa empresa.
─ Comprendo ─ mencionó el abuelo ─ salgan por Adame derecho y podrían interceptarlas en esquina Baquedano y si no les quedará a un kilometro la nueva empresa que tiene unos carteles enormes alusivos a la carretera, porque no recuerdo su nombre.
─ Descuide, Anselmo ─ repuso Mariela, despidiéndose del abuelo de la contadora ─ nosotras daremos con la dirección. Muchas gracias por todo.
─ De nada señora ─ dijo éste ─ que les vaya bien.

Ambas Arquitectas, luego de despedirse, subieron raudas a su camioneta y dando marcha atrás, tomaron calle Adame, y volaron calle arriba.

En eso, el celular de Mariela, sonaba en su chaqueta…

─ Mariela, ya tengo lo que me pidieron ─ señaló Casy algo agitada. ─ necesitan moverse rápido. Las chicas están a punto de entrar a una de las empresas de obras viales más grande de este país.
─ ¡Habla ya! ─ demandó Sopric. ─  danos la dirección, ya que llegamos tarde y las chicas se habían ido.
─ ¡Por qué será que no me extraña! ─ dijo contrariada Casy ─ la dirección es Baquedano 4370 y es un holding llamado Craptux y es una de las compañías con más renombre en obras viales en Francia y se adjudicó el último tramo de la carretera austral y otro en Argentina. Así que, tienen terminante prohibido dejar que esa empresa se quede con nuestra Carla y Flo, quemen el acelerador de esa camioneta si es necesario, pero no me regresan sin las muchachas o yo misma las mato por idiotas. ¿Me escucharon?
─ Fuerte y claro ─ respondieron al unísono, dado que iban en alta voz.
─ Ahora las dejo ─ advirtió Casandra con disgusto ─ Más les vale que no me regresen sin las chicas, de lo contrario aténganse a las consecuencias. (Sin más cortó la llamada)
─ Hay veces que esa enana en verdad me da escalofríos ─ repuso Mariela algo inquieta.
─ Casy, no tiene su fama por nada ─ concordó Sofía ─ Depende de nosotras que ese holding no se quede con nuestro personal. Vamos a truncar esa entrevista a cómo de lugar.
─ Te das cuenta Sofí ─ dejo entrever Mariela ─ que todo este tiempo hemos tenido en nuestras narices a un profesional con experiencia en obras viales.
─ Eso mismo estoy pensando ─ convino la Arquitecta Almagro ─ Con mayor razón no les permitiré quedarse con mi Flo. Voy a pelear por ella con uñas y dientes hasta convencerla de que es a mi lado que debe estar y no lejos de mí.
─ Entonces vamos a interceptar esa moto ─ instó Mariela ─ ya es tiempo de darles alcance.
─ No se diga más ─ repuso Sofía, pisando el acelerador a fondo.

A pesar de la escharcha aún presente en el pavimento, no fue impedimento para que la camioneta, volase por su tramo hasta conseguir su objetivo de llegar a la intercesión de calle Baquedano.

En el preciso momento en que la trompa de la camioneta alcanza la esquina de Adame con Baquedano. Una moto Yamaha negra, cruza veloz delante de ellas por la calle opuesta al coche de las Arquitectas. En ese instante exacto, ambos conductores se quedaron viendo de frente en ese milésimo de segundos que tuvieron y ambas mujeres se reconocieron al instante, dado que sus corazones se contrajeron de inmediato al saberse en presencia del otro. Una corriente fría las recorrió de pies a cabeza como si un rayo se les cayese encima, dejando sus oídos con un zumbido ensordecedor y acompañado de pulsaciones que se dispararon al agitarse sus corazones a un nivel insospechado.

─ ¡Sofía! ─ murmuró Florencia al instante de que sus ojos negros, reconocieron el rostro de su pareja.
─ ¡Flo!  ─ fue el susurró que se desprendió de los labios de Sofía, formándose un nudo en su garganta de la emoción de reencontrarse con su ser amado.

No obstante y a pesar de estar sintiendo miles de emociones y sensaciones, la joven Villar fue incapaz de detener su moto, prosiguiendo su camino a pesar de todo.

Provocando la reacción inmediata de la Arquitecta Almagro, quién giró el volante a la derecha y dobló rauda la esquina y salió a darle caza a aquella moto Yamaha.

─ ¡Rayos! ─ se recriminaba la joven Villar ─ No puede ser. ¡Maldición!


Por su parte, Florencia, estaba sorprendida como conmocionada de saber que su novia había ido detrás suyo y que no estaba dispuesta a dejarla marchar de su lado, porque eso es lo que le demostraban el que ella estuviese justo ahí. Sin embargo, y por más que su corazón latiese a mil, no había tiempo para aclarar las cosas, ya que debía llegar a esa entrevista a como diera lugar y luego de ello, daría la cara y hablaría con Sofía y le daría sus razones porque se atrevió a dejarla.

─ Flo ─ llamó Carla, destapando su visor y que al igual que su amiga, vivió una escena similar al sentir sobre sí una mirada intensa y su corazón se estremeció por completo al chocar su mirada con la de Mariela. ─ ¿Ya sabes quiénes estaban en esa camioneta?
─ Lo sé ─ fue la respuesta de la joven Villar, que habló de lado para ser escuchada ─ Pero no tenemos tiempo para hablar con ellas ahora.
─ ¿Qué vamos hacer? ─ inquirió Carla ─ si quieres yo hablo con ellas, mientras tú vas a la entrevista.
─ De ningún modo. Iremos las dos ─ respondió Flo ─ después hablaremos con ellas. Ahora sujétate bien porque las vamos a perder.
─ Oka ─ repuso Carla, mientras veía hacia atrás y añadió ─ solo hazlo, Flo y que sea lo que Dios quiera que tenga que pasar.

La joven Villar con mucha habilidad alzó el tren delantero de su motoneta y se subió de un salto a la vereda para esquivarlas, ya que estaban que les pisaban los talones en ese momento.

─ ¡Eso si que no, cariño! ─ murmuró Sofía, que se percató de la maniobra y piso el acelerador hasta quedar a la misma altura de aquella moto negra. ─ No dejaré que te escapes nuevamente. No te librarás tan fácilmente de mí.

Florencia, veía por el rabillo de sus ojos como la camioneta estaba a la par que su moto y por más que imprimía velocidad, le era muy difícil evadirlas.

─ Eres una terca, Sofía ─ balbuceó contrariada Florencia ─ que no te das cuenta que pones en riesgo tu vida al conducir en una tierra que no es la tuya.
─ Flo, te conté que tu novia es piloto de carreras de rally ─ reveló Carla, que alcanzó escuchar las quejas de su amiga y quiso ponerla al tanto.
─ ¡¿Qué?! ─ chilló Florencia en ese instante ─ ¿Y hasta hora me lo vienes a decir?
─ Tienes mucho que descubrir de tu mujer, Flopy ─ admitió Carla ─ y solo te puedo decir a grandes rasgos, que son muy pocas las cosas que Sofía Almagro, no haya hecho.
─ Por lo visto no sé nada de Sofí ─ repuso algo triste Flo y sobre poniéndose a ello, agregó ─ Aún que sea piloto y la mujer más formidable, ella no sabe mucho tampoco de mí y le voy a demostrar que corriendo en moto, soy la mejor de todo Coihaique.
─ ¡Um! … Duelo de titanes ─ murmuró en voz alta Carla y sin pensarlo ─ Debería preocuparme, mi integridad está en riesgo por partida doble.
─ Confía en mí ─ indicó en el acto Flo, que la escuchó ─ nada malo te sucederá. Yo cuidaré de ti.
─ Flo, lo siento. Lo dije sin pensar ─ mencionó Carla ─ pero ella es muy buena conduciendo. Créeme, la he visto compitiendo; por eso te lo digo.
─ Aún así ─ refutó Flo ─ no dejaré que me venza.

Y sin más que decir, paro en secó su moto, dejando que la camioneta pasara de largo en su marcha y girando 90 grados la moto, salió al pavimento y se metió por un pasaje aledaño que la mantendría un tanto a salvo de la Arquitecta Almagro y arrancando a toda velocidad.

Por su parte, Sofía al darse cuenta algo tarde de la maniobra que realizó su novia, tuvo que aplicar sus frenos y jugar con la palanca de cambio para controlar la camioneta y no dar vueltas en trompos. Cuando consiguió el control, puso marcha atrás, giró volante y retomó la conducción en sentido contrario del que venía.

─ Mariela, apunta el nombre de esa pasaje en el Gps y en qué lugar termina para interceptarlas en otro lugar ─ ordenó Sofía.
─ Enseguida ─ dijo ésta y buscando en su móvil y hallando enseguida una alternativa ─ vuélvete por dónde íbamos y te toparas justo con ellas en Tucapel Jiménez. Debes acelerar, Sofí para darles alcance.
─ Descuida, Mar ─ acotó Almagro ─ Florencia, no conseguirá escapar de mí, aunque sea un as en esa moto.

En cosa de segundo, volvió a frenar y girar el volante para retomar la misma senda que la vez anterior, con la salvedad que esta vez, se concentró en el camino como si estuviese en las pistas lodosas en las que solía participar junto a su marido.

El velocímetro marcaba los 140 Km/H en el tablero de la camioneta y seguía aumentando como si nada y lo más sorprendente de todo, que ni un solo vehículo policial hiciera gala de presencia para controlar aquel exceso de velocidad que iban tanto camioneta como motocicleta.

Sin duda que Sofía, era una experta en el tema y es que jugaba con tal facilidad y maestría con aquella caja de cambio al igual que lo suelen hacer los chicos con aquellos de tiendas de video juegos. Y es que esquivo todos esos planchones de escarcha, haciendo que la cola del vehículo se fuese de un lado a otro con tal de no perder el control en sí y darle más agarre a los neumáticos al momento de deslizarse por el pavimento resbaladizo.

Por su parte, su acompañante ni se inmutaba con las maniobras de su compañera, porque era otra que amaba la velocidad tanto como la Arquitecta Almagro y es que sea dicho de paso, las tres socias de Almapric, tenía como hobbie conducir en diversos circuitos motorizados, tal como rally, motocross y carreras de buggies. Por lo tanto, las carreras eran su pasión y estaba más que claro que la joven Villar no era oponente para Sofía como sus socias al momento de tomar un volante.

En muy pocos minutos, la camioneta de las dos Arquitectas alcanzaba la esquina de Baquedano con el pasaje Tucapel Jiménez y frenó en seco hasta quedar cruzado en el camino en el mismo instante en que asomaba a toda velocidad la Yamaha de las chicas. Bloqueando de este modo la única vía de escape que tenían y dejándolas sin más alternativa que detenerse y solucionar las cosas definitivamente y sin más evasivas de su parte.

A  diferencia de Sofía, la joven constructora no tenía tanto elementos a su favor para poder mantener el control total de su máquina y es que aunque tuviese cambios en su moto, no era lo mismo que un coche y al momento de encontrarse de sopetón  con la camioneta, su primera reacción fue aplicar los frenos de inmediato pero la distancia era tan poca, que se vio en la necesidad de inclinarse hacia un lado y cruzando su moto en forma diagonal para disminuir la velocidad en algo hasta que llegaron hasta la carrocería misma de la camioneta y a solo escasos centímetros, la joven Villar, estiró su pierna y golpeó de lleno con el taco de sus botas la superficie del coche, sirviéndole como catapulta para ser impulsada en sentido contrario. Aquella maniobra tan osada, dio resultados ya que dejó a ambas ocupantes una encima de la otra, pero ilesas al fin y al cabo, con la moto a unos escasos pasos de ellas.

─ ¡Mierda!...Eso no ─ fue la exclamación de horror en las dos ocupantes de la camioneta al momento de venírseles encima la moto.

Aquella maniobra, provocó que un par de ojos de las ocupantes de la camioneta, se abrieran desmesuradamente al contemplar toda la escena, estremeciendo por completo sus corazones al ver cómo fueron las chicas fueron despedida de la motocicleta. En un santiamén se bajaron raudas del vehículo y fueron auxiliar a las jóvenes.


─ ¿Te encuentras bien? ─ preguntó Florencia a su compañera, que la envolvió con su cuerpo para evitar que se golpeara más de la cuenta con aquel acto.
─ ¡Lo estoy! ─ balbuceó a duras penas Carla ─ pero te aseguro que no me vuelvo a subir nunca más a una moto.
─ Traté de evitar la caída, pero no lo conseguí del todo ─ admitió apenada Florencia, viendo el rostro de su amiga.

En  eso…

─ ¡Florencia! ─ exclamó asustada Sofía al momento de llegar a su lado y de inmediato le ayudó a levantarse, constatando que no tuviese heridas ─ Mi vida ¿estás bien?
─ Solo un ramillón en mi rodilla nada más ─ respondió ella, sobando su pierna derecha y al alzar su rostro, se topó de lleno con aquellos ojos azules y no pudo evitar reprocharles su conducta ─ No debieron cruzarse de ese modo, Sofía. No se dan cuenta que podríamos habernos lastimado seriamente en especial Carla, que está traumada con todo esto.

La Arquitecta Almagro, tragó en seco al contemplar la molestia en aquellos ojos negros y de inmediato se disculpó con su pareja.

─ No era mi intención que esto pasara, Flo ─ expuso Sofía ─ Lo lamento en verdad, pero ustedes dos no nos dejaron más alternativa que usar este método para que se dignaran en hablar con nosotras.

Aquellos ojos negros, contemplaron a la mujer que tenía en frente suyo sin articular una sola palabra al respecto.

En la otra cara de la moneda…

Mariela, se apresuró en poner de pie a Carla y al momento de colocar una de sus manos en el brazo de la joven Ramos. Ésta la quitó de inmediato…

─ ¡No me toques, Mariela! ─ protestó seca Carla, apartando de un manotazo la mano de la Arquitecta ─ ¿qué diantres pensaban con hacer una estupidez como esa? Esto está escharchado por completo y nos hubiésemos matado por su culpa.

Para Sopric, no supo qué le dolió más aquellas palabras cargadas de enojo o el gesto de rechazo de su mano.

─ ¡No exageres, Carla! ─ refutó seria Mariela, señalando la moto ─ no fue para tanto, tan solo unos cuantos pasos te separan de esa moto y por lo demás, Sofía, jamás quiso ponerlas en riesgo. Fueron ustedes las que desde un principio estuvieron exponiéndose al peligro al correr con ese hielo aún presente en las calles.
─ ¿Qué yo exagero? ─ Se sulfuró Carla, perdiendo los estribos y le estampó una feroz cachetada a la Arquitecta ante la acusación y sus ojos echaban chispas por doquier ─ ¡Eres el colmo de la desfachatez, Sopric! ¿Acaso sabes el miedo qué sentí, grandísima idiota? Si no fuese por Florencia, otro gallo me cantaría.

Esa cachetada, no solo encerraba el enojo y miedo que le provocó aquella maniobra, sino que era el resultado de dos años de contener el dolor y la decepción dentro de su corazón y descargó en ese golpe; todo ese cúmulo de emociones guardadas y que nunca antes afloraron por amar demasiado aquella mujer y se conformó con migajas nada más, pero todo en la vida tiene un límite y las palabras dichas por Mariela, terminaron por condenarla nada más.

Los ojos verdes de Sopric, se cerraron de golpe y no fue producto de la bofetada, sino de sentir y palpar la rabia que provenía de la mujer que amaba y tuvo que admitir para sus adentros que bien merecido se lo tenía, por exponerla a semejante peligro y más encima acusarla de exagerar las cosas. Definitivamente, toda esa tensión y ansiedad de hallarlas, habían causado que equivocaran el método, más no tuvieron más opción.

 Todo ello, no paso inadvertido por las otras dos mujeres y fue la propia Sofía, que intervino antes que las cosas pasaran a mayores porque conocía de sobra el enfrentamiento entre esa dos y cómo estaba todo, podría empeorar mucho más.

─ Les recuerdo a ambas que esta no es la forma de resolver las cosas agrediéndose de ese modo ─ reprochó enérgicamente Sofía y viendo duramente a Carla, agregó ─ Te pido disculpas por asustarlas de ese modo y la culpa ha sido mía, pero te pido que te pongas en nuestro lugar. En el lugar de Mariela, que dejo todo botado por venir detrás de ti y no se merece que la trates así. Cuando mando al carajo su matrimonio con Ricardo y tuvo que a bancarse todas sus amenazas con tal de protegerte y mantenerte a salvo hasta que pudiese obtener el divorcio que le permitiese estar a tu lado; libre y sin ataduras. Me parece increíble tu reacción y es que no puedo justificarla con nada, cuando mi mejor amiga lo ha dado todo por ti y espero que seas capaz de valorar su amor como sus acciones y sepas darle la oportunidad de aclarar los hechos como verdaderamente fueron.

Los ojos pardos de la contadora, se abrieron como platos al escuchar los descargos de su jefa y es que aquella revelación la dejo atónita de descubrir que el ex esposo de la Arquitecta fuese capaz de una cosa así. Pero lo que más la sorprendió fue saber que Mariela, ya estaba divorciada.

─ ¿Has dicho divorcio? ─ se atrevió a preguntar Carla, confundida del todo, sin dar crédito a lo dicho. ─ ¿te escuché bien?
─ Escuchaste perfectamente, Carla ─ respondió seca Sofía, que no soportaba que lastimaran a su amiga y menos de ese modo y sin asco soltó lo siguiente ─ Esta mujer que tienes frente a ti no solo se divorcio sino que tuvo que aguantar dos largos años las amenazas de su ex esposo para evitar que consiguiera su objetivo de vengarse de ti al quitarle a su esposa. Si no eres capaz de sopesar lo que te acabo de mencionar, es porque no te mereces el amor de Mariela.

La joven Ramos, ya no prestó más atención a Sofía y se volteó a ver a Mariela que estaba de espaldas a ella.

─ ¿Es cierto lo que dice, Sofía? ─ preguntó de inmediato Carla.
─ No es algo que tenga importancia ahora, Carla ─ respondió tristemente Mariela.

Carla, no aceptó aquello e hizo girar a la Arquitecta y clavó sus ojos pardos en ella.

─ ¡Respóndeme, Mariela! ─ demandó Carla, obligándola a verla. ─ No te atrevas a esconderme más cosas y si estamos de este modo es exclusivamente por la falta de confianza y los miedos a que tu esposo nos lastimase a ambas.
─ ¿Qué dices? ─ inquirió Mariela, reaccionado de inmediato ─ ¿acaso Ricardo, también te amenazó?
─ Así es  ─ confirmó Carla ─ Tu esposo (no alcanzó a continuar porque fue interrumpida de inmediato)
─ Mi ex esposo ─ corrigió Mariela, con estupor ─ Ricardo ya no forma parte de mi vida.
─ Como sea ─ repuso con fastidio Carla, de recordar hechos que deseaba olvidar ─ el caso es que él no solo te amenazó a ti sino que también lo hizo conmigo.
─ ¿Por qué no me dijiste nada? ─ preguntó seria Mariela cuya mueca en los labios lo decía todo, de estar muy contrariada con la noticia.
─ Acaso tú lo hiciste conmigo ─ reprochó Carla.
─ No podía ─ se defendió Mariela, viéndola directo a los ojos ─ Tienes que entender que debía protegerte a como diera lugar.
─ ¿Desde cuándo? ─ inquirió Carla.
─ Desde que nuestro Benjamín, cumplió un mes ─ respondió Mariela.
─ ¡Por Dios, Mariela! ─ exclamó consternada Carla, y cuyo timbre de voz se notaba la decepción ─ Han sido casi tres largos años de soportar una dura carga, en la que creí tantas cosas y tu callaste lo más relevante y que hubiera marcado la diferencia entre nosotras y nuestra relación. Y es que jamás lo fue, nunca tuvimos una porque siempre fue a puertas cerradas a escondidas de todo el mundo. ¡Soy una estúpida por creerte! Confié tanto en ti como un ciego ¿y todo para qué? para enterarme que me has engañado por tres años. 

Los ojos verdes de la Arquitecta Sopric, se dilataron tanto al escuchar las palabras de aquella joven mujer a la que amaba más que a su vida y le dolía de sobre manera oírla y cómo mal interpretaba todo. A pesar de ello, se sobre puso y salió a rebatirle de inmediato.

─ ¡Estás mal interpretando todo, Carla! ─ protestó muy seria Mariela y la tomó de los hombros para tratar de disuadirla ─ ¿porqué complicas las cosas al verla solo desde tu dolor? No te das cuenta que estás distorsionando todo y que nos haces un flaco favor a lo que sentimos la una por la otra.
─ No quiero oír más! ─ señaló con disgusto Carla y se zafó del agarre de la Arquitecta ─ tuviste tres años para explicar las cosas como fueron y desperdiciaste tu oportunidad. Ahora solo quiero que me dejes sola.
─ No haré tal cosa ─ espetó Mariela y la tomó de la muñeca esta vez con mucha fuerza ─ vas a escucharme te guste o no. Siempre dejé que hicieras conmigo lo que se te diera la gana casi desde el primer momento de conocernos y no tuviste empacho en saber lo que yo sentía, así que cielito mío, te advierto que no me moveré de Coihaique hasta que me hayas escuchado todo lo que tengo que decir.
─ ¡Estás loca! ─ rabió malhumorada Carla, que le disgustaba que la forzaran hacer algo que no quería ─ Ya te dije que no deseo hablar contigo.
─ Y yo ya te dije lo que pienso ─ masculló Mariela, que comenzó arrastrar a la contadora hacia la camioneta ─ Te sugiero que te serenes porque tenemos mucho de qué hablar.
─ ¡Suéltame, Mariela! ─ demandó Carla ─ que no te das cuenta que no quiero estar contigo.
─ Me importa un comino lo que digas ahora ─ refutó la Arquitecta que no se detuvo hasta llegar a la camioneta ─ y dudo mucho eso último querida mía, porque sé perfectamente lo que tu corazón siente por mí y nuestro hijo. Que además, está esperando por nosotras y créeme que no me iré sin ti. Te llevaré de vuelta a nuestro hogar con Benjamín como tiene que ser.
─ No iré contigo a ningún lado ─ rebatió Carla, haciendo un último esfuerzo por liberarse de la mano de Mariela e intentó hacer palanca con su brazo a pesar de tener mucha fuerza, pero más pudo la determinación de Sopric.
─ ¡Ya basta, Carla! ─ ordenó en un tono autoritario de voz, Mariela y cuya mirada era casi asesina, sobre saltando a la joven y a las otras dos que eran meras espectadoras en ese momento ─ Déjate de comportar como una niña mal criada  a la que le gusta tener la razón en todo y asume que esta vez no la tienes. Querías que te respetaran como adulta compórtate como tal.

Aquellos ojos pardos se abrieron como platos y es que aquello fue un golpe de NK sin miramientos y cargado de una gran verdad. Siendo la primera vez que la Arquitecta Sopric, ponía en su sitio a Ramos, doblegando la soberbia de la muchacha con una dosis de realidad, certera e implacable.

─ Espera un momento, Mariela ─ salió en su defensa Florencia, que no le gusto en nada ver como trataron a su amiga, pero fue interrumpida al instante por su pareja.
─ No debes entrometerte en sus asuntos, cariño ─ instó Sofía, que la detuvo anteponiendo su mano delante de la joven ─ Ellas tienen que solucionar sus problemas por sí solas.
─ Hazle caso a tu novia, Flo. Es asunto nuestro nada más ─ señaló Mariela sarcásticamente que se volteó a verla en ese momento. ─ Despreocúpate que Carla es mi mujer y estará bien. Además, creo que ustedes también tienen asuntos pendientes, ¿No es así, Sofí?
─ Así es, Mariela ─ convino Sofía y guiño un ojo para que se largasen ya del lugar, porque percibió de inmediato los celos aflorar en su socia. ─ Flo y yo, resolveremos ese pequeño inconveniente. ¡Vete ya! Nos encontraremos en el hotel más tarde.
─ Vale ─ respondió Mariela, que subió de inmediato a su pareja a la camioneta y procedió a subirse ella, saliendo rápidamente del lugar.

Tanto Sofía como Florencia, se quedaron viendo por unos instantes alejarse el coche, esperando en su fuero interno cada cual, que las cosas se solucionasen entre ellas, porque lo necesitaban y lo merecían por la larga espera y sufrimiento que debieron pasar.

Al momento que el coche, se perdió de la vista de aquellos ojos azules, éstos se clavaron en la persona que tenía a su lado y por unos segundos le observó en silencio como sopesando todo lo sucedido. Sin mencionar la alegría desbordante que sentía su corazón de volverle a encontrar.

─ Creo que es nuestro turno de hablar ─ mencionó despacio Sofía.

La joven Villar, se giró por completo y observar mejor a la mujer que tenía enfrente…Sus ojos negros se toparon, con aquellos color del cielo que desprendían un fulgor especial entre alegría y llanto, pues estaban demasiado cristalinos.

─ Sofía ─ murmuró entre suspiros Florencia ─ ¿a qué has venido a este lugar?
─ ¿Es todo lo que me tienes que decir? ─ Contra preguntó la Arquitecta Almagro sin dejar de verle.
─ Sí ─ respondió tontamente Florencia, algo apenada porque sabía que le debía una explicación de su huida.
─ ¡Qué mal cariño! ─ recriminó Sofía de inmediato ─ No eres nada sincera contigo, cuando veo perfectamente que tratas de evadir mi pregunta. Cuando sabes muy bien el porqué estoy aquí y por quién.
─ Sofí, debiste dejar las cosas así y no venir tras de mí ─ mencionó algo melancólica Florencia, alzando su mentón a los cielos, cuyos ojos estaban cargados aún de tristeza al recordad la conversación con Colomba ─ era la única forma de protegerte y no exponerte a algo desagradable a futuro.

Al instante de escuchar desprenderse aquella confesión a su pareja, la Arquitecta Almagro intuyó que su cuñada había hecho mella en el corazón de su novia y aquello, más que provocarle indignación consiguió el deseo férreo de saber toda la verdad y luego, procedería a encontrar una pronta solución. Porque una cosa tenía muy clara en ese momento y era que, por nada del mundo iba a renunciar al amor de la joven Villar y como le dijese a Mariela, iba a pelear por ella con dientes y uñas contra quién sea. Su corazón jamás consentiría perder al ser que tanto amaba y que estar en ese lugar había sido la mejor opción de demostrar cuanto la amaba y lo que estaba dispuesta hacer por ella.

─ No sé habrá dicho la estúpida de mi cuñada sobre mí, pero una cosa te voy a dejar muy en claro, Florencia ─ aclaró de lleno Sofía con mucha vehemencia al hablar y tomo entre sus manos el rostro de la mujer que amaba. ─ Jamás voy a renunciar a ti como tampoco a tu amor. Por lo tanto, sácate de esa linda cabecita todas las tonteras que ella dijo, porque nada ni nadie podrán impedir que nos amemos y aunque sobrevinieran mil calamidades en un futuro y perdiese todo lo que tengo. No sería suficiente razón para abandonar a la mujer que amo y es que tú lo eres todo para mí y no hay nada este mundo que pueda compararse contigo.
─ Sofí…─ murmuró con dolor Florencia, que se negaba al derecho de ser feliz junto a su pareja y es que el miedo la carcomió viva en poco tiempo. ─ No te das cuenta que seré una carga para ti en el futuro y yo no podré soportar verte sufrir a mi lado. ¿Por qué no lo entiendes?
─ ¡A ver Flo! ─ demandó seria Sofía al ver el miedo reflejado en esos ojos negros ─ ¿Qué fue lo que te dijo Colomba para que este de ese modo?

La joven Villar apartó los ojos de la Arquitecta y se alejó unos cuantos pasos de ella quedando de espaldas de ella. Necesitaba reflexionar un poco antes de referirle los pormenores que tuvo esa plática con su cuñada.

─ Sofía, quisiera decirte lo que sucedió con tu cuñada, pero no puedo hacerlo en este preciso momento porque antes debo resolver un asunto que debo solucionar  a la brevedad ─ explicó Florencia ─ luego de ello, tendrás respuestas a lo sucedido con Colomba.

Al momento de que la joven Villar, se volteará a verla, aquellos ojos azules nunca dejaron de verla porque la persiguió con la mirada y a medida que su pareja daba esas pobres escusas para escapar de ella. Un sentimiento molestó se agolpó en su corazón al mismo tiempo que su pareja le explicaba sus razones.

─ De ningún modo dejaré que te vayas, Flo ─ amonestó Sofía y la cogió de los hombros y clavó su mirada en los de su pareja y quiso transmitirle su sentir ─ Sé perfectamente que te presentaras a una entrevista de trabajo para un Holding Francés, pero lamento decirte cariño mío, que no llegarás a esa reunión y hay dos razones de peso para ello. La primera de ellas es que: yo te amo más que a mi vida y no consentiré que me abandones. La segunda razón es que tú tienes un contrato vigente con mi empresa y argumentos para dejar nulo dicho contrato no tienes. Además, tienes que saber que jamás en los años que lleva Almapric en el mercado, he cedido a ninguno de mis trabajadores a la competencia y no será esta la ocasión de hacerlo y menos tratándose de ti. Por lo tanto, vida mía ve olvidándote de formar parte de ese holding, porque usted tesoro mío, es exclusividad mía nada más.
─ ¡Sofía! ─ exclamó atónita Florencia ─ ¿Cómo sabes que me presentaré a una entrevista de trabajo?
─ Jajaja ─ Sofía, estalló en una sonora carcajada al contemplar el rostro de su mujer y ver que lo sentía, lo expresaba en su mirada y gestos y tomando su barbilla, roso sus labios para luego, agregar ─ Has de saber cariño, que yo tengo mis métodos para estar al tanto de todo lo tuyo y que solo por tratarse de ti, te revelare mi secreto y es que han sido los padres de Carla, que nos informaron de sus planes.
─ ¡Oh! ─ exclamó como niña pequeña Florencia, totalmente sorprendida de saber que fueron los señores Ramos, quienes las delataron. ─ Carla, se va a morir cuando sepa.
─ Mas que seguro que se va a sorprender ─ afirmó Sofía, que envolvió el cuerpo de su mujer en sus brazos, pues le arrobó muchísimo su conducta y sobrecogió de una forma maravillosa ─ y te puedo asegurar que lo agradecerá más adelante, porque estaba a punto de perder al amor de su vida por causa de Ricardo y ninguna de las dos merecer estar lejos la una de la otra por el egoísmo de un hombre que perdió estúpidamente el amor de su esposa.

Florencia, quedo pensativa unos segundos al escuchar a Sofía y se olvido por completo de la entrevista al estar en brazos de su novia y es que estar cerca de ella perdía la noción de todo. Y es como si nunca hubiese ido de su lado. Se sentía tan bien estar de ese modo y el corazón se sentía complacido y como un bebe dormía tranquilo dentro de su pecho. Dejándose querer y consentir por el amor de su vida.

─ Sofí ─ murmuró Florencia, recostando su cabeza sobre el pecho de la Arquitecta.
─ Dime, cariño ─ instó ella, respirando el olor de sus cabellos, esa fragancia que llenaba sus sentidos y le producía tanta dicha de volver a tenerla entre sus brazos. La había extrañado tanto en esas pocas horas lejos de ella.
─ ¿Crees que ellas puedan arreglar sus diferencias? ─ inquirió Florencia ─ porque me preocupa mucho Carla, en estas horas pude palpar su dolor y tristeza. Y estoy segura que aquello se fue  gestando hace mucho.
─ Ambas deberán hacer un esfuerzo para hablar con la verdad y aprender a escucharse ─ expuso Sofía ─ ya que los que a ellas les tocó vivir ha sido complejo y difícil desde un principio, pero si se aman, sabrán hallar el modo de solucionar las cosas y fortalecer su amor, después de semejante prueba.
─ Comprendo ─ dijo Florencia más aliviada ─ Eres una mujer muy sabia, Sofí.
─ No sé si tan sabia, pero he aprendido mucho a lo largo de esta vida y ser consecuente contigo misma, te ayuda a no perderte en este caos llamado sociedad ─ mencionó Sofía, besando los cabellos de su pareja ─ Ahora señorita Villar, dejemos de lado el tema Sopric/Ramos y concentrémonos en nosotras, puesto que debemos aclarar lo sucedido con Colomba y no dejar que esa mujer se salga con la suya ¿estás de acuerdo conmigo?
─ Tienes razón, Sofí ─ aceptó al fin Florencia ─ debemos aclarar ese inconveniente. Pero antes debo, ir a Craptux y decirle que declinaré su oferta de empleo.  Aunque confieso que es una excelente oportunidad de forjarme un nombre en obras viales.
─ Cariño ─ susurró Sofía, dándole su apoyo ─ tú ya has comenzado a forjarte un nombre en el mundo de la construcción y te has ganado el respeto de todas nosotras y sin mencionar que cuentas con el voto incondicional de Renzo y tres de los ingenieros de mayor rango en la empresa.
─ ¿De verdad? ─ inquirió la joven Villar.
─ Claro que sí, cariño ─ respondió Sofía ─ solo falta una sola persona a la que debes conquistar y tendrás toda la plana mayor rendida a tus pies. Y con respecto a lo de obras viales, tengo una sorpresa para ti.
─ ¿A qué sorpresa te refieres, Sofí? ─ preguntó en el acto Florencia, que no ocultaba sus impresiones al instante.
─ Dentro de unos meses Almapric entrará a concurso de proyectos de obras viales ─ develó la Arquitecta Almagro ─ y habrá una persona importante encargada de licitar dichos concursos para la constructora.
─ ¿En serio postularan a proyectos de obras viales? ─ indagó entusiasmada Florencia, cuyos ojos mostraban ilusionados al enterarse de los nuevos planes de la constructora ─ ¿Y quién será el encargado de ello?...disculpa que pregunte esto último, pero me gustaría solicitar trabajar con esa persona y yo podría aportar con mis conocimientos al respecto, puesto que hice mi practica en el Depto. De obras viales de la municipalidad y sé todo los documentos que se deben presentar para conseguir adjudicarse una licitación. Claro que si tú no tienes inconvenientes al respecto, ya que trabajamos juntas en lo de Sapunar.
─ Claro que no tengo inconvenientes para que trabajes en el nuevo proyecto de Almapric ─ respondió con regocijo Sofía, que no podía estar más orgullosa de su mujer y más tras enterarse de que la muchacha sabía más de lo ellas sospecharon en su momento. ─ Es más, será un honor para mí, trabajar codo a codo con la nueva gerente de obras viales de Almapric.
─ ¿Nueva gerente?  ─ indagó desconcertada Florencia y en eso, sus ojos negros se abrieron como platos ─ ¿Quién?... ¡¿Yo?!
─ Así es amor ─ afirmó encantada Sofía ─ dentro de dos meses, nos presentaremos a licitación de la carretera de San Fernando y tú serás la encargada de sacar adelante esta nueva meta de la empresa.
─ ¿Estás segura, Sofí? ─ preguntó aún aturdida Florencia.
─ Muy segura, cariño ─ respondió Almagro y le robó un fugaz beso, sellando su promesa con este gesto y añadió ─ Mi Flo, ahora debemos hablar de lo que sucedió en la obra y nos iremos a un lugar dónde podamos estar cómodas y más protegidas de este frío, porque estar tanto a la intemperie provocará que el cambio de clima me afecte muy rápido.

Florencia, tragó en seco al darse cuenta del descuido que había caído y es que llevaban más de 20 minutos en la calle y recién reparo en su motocicleta que estaba tirada a unos metros más allá y tomando la mano de su mujer, se fue hasta ese lugar.

─ Lo siento mucho,  Sofí ─ repuso Flo ─ por momentos me olvido de todo y pierdo la noción del tiempo y el espacio en el que me hayo.
─ Ese es un factor común entre las dos ─ mencionó comprensivamente la Arquitecta ─ Nos olvidamos de todo cuando algo nos interesa verdaderamente.
─ Sí, pero tú te estabas pasando de frío por mi culpa ─ acotó Florencia al llegar junto a su moto y levantarla del piso ─ ¿Te importaría acompañarme en moto? O ¿prefieres que te llame un taxi?
─ Será un placer viajar contigo en esa moto ─ aseveró Sofía con un dejo de celos ─ no sabes lo qué me provocó ver a Carla, junto a ti.
─ ¡Sofí! ─ exclamó Florencia, acariciando su mejilla ─ Carla y yo somos muy buenas amigas nada más.
─ Lo sé ─ convino la Arquitecta con un brillo especial en su mirada ─ de lo contrario Mariela y yo, tendríamos razones para mantenerlas alejadas.
─ ¿Estás hablando en serio? ─ se atrevió a preguntar Florencia.
─ Muy en serio, cariño ─ señaló sin rodeos Sofía ─ cuando uno ama del modo en que lo hacemos, no podemos evitar caer en nuestra fragilidad de ser egoístas y no compartir lo que consideramos nuestro. Para todo lo cotidiano es aceptable, familia, amigos, pero el cariño de nuestra pareja es exclusividad de uno y no se comparte, mi hermosa, Flo.
─ Comprendo ─ dijo Florencia y le paso el segundo casco a su novia ─ te llevaré a casa de mis padres y así, hablar tranquilamente. Pero antes, pasaré a excusarme con los ingenieros, ¿te parece Sofí?
─ Mi vida, no quisiera ser descortés contigo ─ se apresuró en responder la Arquitecta ─ pero desearía un poco de privacidad y otro día me presentes con tus padres como debe ser.
─ Entiendo ─ dijo Florencia ─ ¡entonces! ¿A qué lugar deseas que te lleve?
─ Vamos al hotel en que me alojaré estos días ─ mencionó Sofía ni tonta ni perezosa, pues sabía que la podría tener para ella exclusivamente y ya habría tiempo de conocer a su futuros suegros.
─ ¿Cuál hotel?  ─ preguntó Florencia, que ya se disponía a subirse a su moto.
─ Diego de Almagro… ─ indicó Sofía. ─ ¿Nos vamos ya? Hace frió y se hace tarde para que dimitas ese empleo de una buena vez.

Florencia, se quedo viéndola por unos segundos y al ver esos hermosos ojos azules, no pudo oponerse a sus deseos y es que la subyugaba de una forma especial y su corazón estaba feliz de verla nuevamente, por lo que ya no deseaba seguir luchando contra sus sentimientos con respecto a la joven Almagro, así que, una sonrisa se formó en sus labios y accedió de inmediato.

─ De acuerdo ─ convino Florencia y  montó en la moto junto a su novia.

Era increíble, la sensación de tener pegada en su espalda a la mujer que amaba y como la calidez de su cuerpo le traspasaba sus ropas e invadía cada célula de su ser y alborotaba todo a su paso.

 En verdad había sido una verdadera estupidez alejarse de su novia sin siquiera darle una explicación. Huyendo como un delincuente cualquiera que para colmo de males, no había cometido delito alguno. Simplemente se dejo influenciar por una mujer de una bajeza tremenda y despertó los miedos en ella. Gracias al cielo que Sofía, no aceptó aquello y se fue en su busca hasta dar con su novia, y el tenerla junto a ella, era el premio a su esfuerzo, determinación y al gran amor que le profesa a la muchacha. En la vida muchas veces habrá que pelearlas hasta la misma muerte, porque un amor verdadero o cariño, merece que se entregué todo sin condición alguna. Amar no es lo que todos presumen ni creen, cuando amas de verdad; comienzas a crecer realmente y ves la vida desde otra mirada.

El amor es y será un efecto espejo en la vida de todo ser humano, y el que se entrega a él por completo; es aquella persona que comienza a evolucionar y ser una especie muy especial y particular. No naces para ser feliz sino que naces para ser felices a otros y ahí está, la mitad de tu corazón y nunca más volverá a estar vacío.

La Yamaha, se deslizó con suavidad por Calle Baquedano hasta llegar a una esquina, en dónde se hallaba una especies de galpones y aquel sitio, era la dirección que pertenecía el holding Craptux.

La joven Villar detuvo su moto y tras sacarse el casco, arregló sus ropas para estar bien presentadas y dejo su bolso con su novia porque ya no lo iba a necesitar.

─ Por favor, Sofí ─ señaló Florencia al entregarle su bolso ─ espérame aquí. Regresaré cuanto antes. Hablaré con el encargado para darle mis excusas y agradecerle la oportunidad que me brindó.
─ Espera amor ─ suplicó Sofía, reteniéndola de su brazo ─ ¡Estás olvidando algo Cariño!
─ ¿Qué cosa? ─ preguntó sin más Flo, más que extrañada.
─ Mi beso de la buena suerte ─ mencionó pícara Sofía, guiñándole un ojo coquetamente.
─ ¡Ah! ─ fue el balbuceó de Flo, sonrojada y todo, pero luego, una sonrisa bordo su rostro ─ me parece una petición excelente.
─ Por supuesto que lo es vida mía ─ susurró Sofía, pegada a los labios de su novia y se apoderó de ellos, pues estaba sedienta de sus besos, caricias, de su amor, en resumen de toda ella y no iba a escatimar esfuerzos para recuperar el tiempo perdido.

Tan rápido como la besó, así mismo se separó de sus labios y le regalo una hermosa sonrisa en su lugar. Dejando a la joven Villar temblando de pies a cabeza y es que Sofía Almagro, sabía cómo seducirla y hacer que se rindiera fácilmente a sus encantos.

─ ¡Sofí! ─ Apenas murmuró Florencia, cuyo rostro estaba tan embobado por su mujer, que le costó un triunfo apartarse de su lado e irse hacia las oficinas del Holding.

Al llegar al portón de la constructora, se topo de lleno con el portero y otros dos hombres que habían observado todo y quedaron viendo a la muchacha más que con la boca abierta y es que para algunos hombres, les produce cierto morbo placentero ver a dos mujeres besarse.

Tras identificarse, la dejaron ingresar al lugar y fue acompañada por uno de los empleados hasta la oficina del Administrador de obra, que era el ingeniero amigo de la joven Villar y que estaba a la espera de la joven y así, incluirla dentro de la plana de su personal. Y es que el hombre iba hacer dicha entrevista solo por un mero trámite nada más, un formulismo solamente, ya que estaba todo definido desde el momento que Florencia, les llamó aceptando la oferta de empleo y como sabía de su experiencia y desempeño era más que suficiente. Sólo necesitaba conocer a la otra muchacha para saber su experiencia profesional y aspiraciones salariales y de este modo, ofrecerle una jugosa oferta, que dudaba que pudiese rehusar.

El profesional recibió con mucho entusiasmo a la joven constructora, ya que era fundamental para él y la empresa contar con personal altamente capacitado y que mejor con personas que podía confiar. Después de los saludos y de cruzar algunas palabras de rigor de la vida cotidiana. La joven Villar, procedió a explicar su decisión de rechazar el empleo que se le estaba ofreciendo y las razones que suscitaron dicha determinación.

 El encargado quedo de una pieza al ver como se le escapaba de las manos a una excelente profesional y por más que buscó la forma de persuadirla y de dejar abierta la posibilidad de replantearse los hechos y así, pudiese solucionar su desvinculación con su actual empleador, ya que él estaba dispuesto a esperarla al igual que a su compañera porque el holding, necesitaba de expertos de calidad en el tema de la construcción y poder confiarles un proyecto de la envergadura de una carretera tan extensa y ambiciosa como lo era la austral. No obstante, ante la negativa de la muchacha dejo de todas formas la vacante abierta para ambas jóvenes y les ofreció personalmente hablar con sus empleadoras para conseguir convencerla de dejarlas partir,  ya que dentro de una semana debía viajar a la capital e iba a buscar el modo de conseguir su objetivo.

Florencia, agradeció mucho el interés del ingeniero en su persona como profesional y aunque trató en vano de convencerle de que no podía aceptar; tuvo que optar por no continuar con la misma plática porque no conseguiría nada, ya que conocía de sobra al hombre y sabía de su tozudez.

Una vez que por fin, pudo conseguir despedirse de buena manera del Ingeniero, quién le acompañó hasta la salida del recinto; Florencia, dirigió sus pasos hasta el lugar en que se hallaba su moto junto con la mujer que amaba.

─ ¿Cómo te fue cariño? ─ preguntó Sofía, que intuía que no había sido una reunión muy gratificante que digamos a juzgar por el ceño de su pareja.
─ No lo acepto bien ─ respondió Florencia ─ Don Patricio, es una persona que no renuncia  fácilmente a sus objetivos. Viajará a Santiago para hablar personalmente con ustedes para que prescindan de nosotras.
─ ¡¿Así?! ─ inquirió Sofía, viendo en ese instante al hombre que seguía en el portón observándoles, sus ojos se tornaron más oscuros de repente y es que la noticia le desagrado de inmediato ─ Si quiere viajar que lo haga, pero perderá su tiempo inútilmente, porque Almapric no va a renunciar a ninguna de las dos por razones profesional como personales. Está demás decir que Mariela o yo, permitamos que un hecho así suceda cuando se trata de nuestras parejas.
─ ¡Lo sé! ─ fue la acotación de la joven Villar, que giró su rostro para ver al ingeniero ─ Es una lástima lo sucedido.
─ No te sientas culpable de nada, cariño ─ adujo Sofía, cogiéndola de la cintura y acercarla a su cuerpo ─ llego demasiado tarde profesionalmente hablando. Yo, ya te había echado la soga al cuello desde el momento en que te conocí y nada ni nadie conseguirá apartarte de mi lado ni de mi vida. ¡Te amo demasiado, Florencia Villar!
─ Sofí ─ murmuró apenas ésta, cuando fue acallada por los labios de la Arquitecta, reclamándola de forma total.

Como un cómplice, el tiempo, se confabulo a favor de la pareja y se volvió lento, porque pareció una eternidad lo que duro ese beso, que no solo las volvía a reencontrar sino que reafirmaba aún el amor que ambas se profesaban y el latido de sus corazones así, lo indicaba.

Al separarse en forma gradual, sin dejarse de estar aún unidas en ese abrazo, la mirada de ambas era especial, ya que el brillo presente en sus ojos, era sublime y cargado de una pureza y sinceridad que no cabía duda de ser un amor verdadero el que estaban viviendo.

─ Es hora de irnos, mi vida ─ indicó Sofía, viendo por el rabillo de sus ojos que el hombre estaba atónito observándolas ─ tenemos asuntos más importantes que resolver que estar dándole un pre infarto a ese ingeniero conocido tuyo.
─ ¡Eh! ─ exclamó Florencia al momento en que se percató de que aquel hombre aún permanecía en el mismo lugar, con sus mejillas teñidas de escarlata, agregó ─ ¡Vámonos, Sofí!
─ Flo…Mi vida ─ espetó cariñosamente la Arquitecta, levantando su mentón y viéndola fijamente a los ojos ─ No te avergüences jamás de lo que sientes y de lo qué hacemos en público. Tenemos todo el derecho de expresar lo que sentimos, es su problema si les gusta o no. Además, es hora de que esta sociedad se vaya acostumbrando a que los tiempos cambian y no necesitamos de su consentimiento para ser felices tú y yo;  porque nos amamos y es todo lo que debe importar.

Florencia, evito decir palabra alguna y solo asintió con su cabeza, apoyando de este modo los razonamientos de su pareja. Sin más, tomó el casco para su mujer y se colocó el suyo. Echando andar su moto y así, dirigirse al hotel tal como se lo pidiese Sofía.

Para ambas mujeres, sentirse la una a la otra al estar tan apegadas, les lleno de dicha su corazón al vivir la calidez que emanaban entre sí. Y aunque el frío aún calaba hasta los huesos, no se notó ante el calor de ambos cuerpos y paso a convertirse en una suave brisa al final de cuentas. Y es que el amor, puede producir miles de cosas en una persona tan extraordinarias como sorprendentes.

Tras rodar por calle Baquedano hasta llegar a Arturo Prat, la moto dobló en esa esquina y proseguir su marcha hasta alcanzar Ogana con las lengas, lugar dónde se ubicaba el hotel. La motocicleta aparcó en el estacionamiento de éste y ambas mujeres descendieron de ella, tomadas de la mano. Al llegar al lobbies del hotel, se presentaron ante el recepcionista del lugar, quién les entregó las llave de su habitación doble, con dormitorios individuales separados por una sala de estar, equipada de una todo tipo de elementos de entretención y un frigo bar. Además, de tener un yacusi en el baño y una cámara de vapor para la relajación completa.

Al momento de entrar a la habitación, se toparon con la otra pareja que estaba en la sala de estar en silencio y con el rostro sombrío aún. Los ojos azules de Sofía, vieron a su socia y pudo percibir que algo no estaba bien entre las dos.

─ ¿Todo bien? ─ preguntó sin rodeos Sofía sin dejar ver a su mejor amiga.

Mariela, no respondió la pregunta y solo quedo viendo el rostro de la contadora, como admitiendo que no dependía de ella sino de la mujer que amaba, que la situación entre ellas se solucionase.

─ Si  te dejas vencer de este modo, habrás perdido todo por lo que has luchado ─ recriminó seria Sofía, clavando su mirada en Carla y añadió ─ no se puede permitir que personas como Colomba o Ricardo, arruinen nuestras vidas y privarnos del derecho de amar. No dejen que la sombra de ese hombre se siga interponiendo entre ustedes dos y consiga su objetivo de mantenerlas apartadas eternamente. ¡Por Dios, recapaciten de una vez!...Le están dando en el gusto y las únicas perjudicadas son ambas, mientras él, disfruta de los resultados de su venganza.

Aquellas palabras tan cargadas de molestia y tan sentidas a la vez, consiguieron su objetivo de mellar en el corazón de ambas, ya que al instante sobre la persona de la Arquitecta Almagro, se dejo sentir la mirada de aquellos ojos pardos y verdes…

─ ¡Sofía! ─ murmuró Mariela, que por primera vez, sonrió tan limpiamente, sin una gota de sarcasmo en su sonrisa ─ Gracias por tus palabras, necesitábamos de ese empujón para darnos cuentas de nuestro error.

La Arquitecta Almagro, asintió, pero observó de lleno a la joven contadora…

─ ¿Y tú? ─ instó Sofía ─ ¿Le permitirás a Ricardo que se salga con la suya?

La respuesta no se hizo esperar y es que alzo su mentón en forma desafiante y sus ojos chispeaban por sí solos.

─ ¡Por supuesto que no! ─ fue la tajante respuesta de Carla ─ ya he tenido suficiente de ese hombre.

Sofía, respiró aliviada al oír aquellos descargos y saber que las cosas comenzaban a ir por buen camino y tomando la mano de su mujer, agregó…

─ Nosotras iremos a nuestra habitación ─ expuso Sofía, que ya comenzaba a arrastrar a su pareja ─ Espero verlas más tarde para que podamos almorzar las cuatro juntas.
─ Ahí estaremos ─ convino Mariela, sin dejar de ver a la pareja y sonreír para sus adentros, porque intuía que lo de ellas tenía mejor semblante que el suyo.

Sin previo aviso, Florencia, se soltó de la mano de su novia y se fue hasta donde estaba Carla, la abrazó fuerte y depósito un beso en su mejilla…

─ Solo deja que tu corazón hable y olvídate de lo demás ─ susurró Florencia al oído de su amiga.
─ Nos vemos, Flopy ─ murmuró con cariño Carla y le guiño traviesamente un ojo…Sin ser coqueta, porque no estaba para ello.
─ Nos vemos, Carlanga ─ repuso Flo, y se volteó a verla, obsequiándole una hermosa sonrisa en forma de apoyo.

Tras eso último, la joven Villar, dirigió sus pasos hacia dónde se encontraba su pareja, y fue ella, quién le tomó la mano esta vez y juntas entraron al dormitorio.

Cuando se cerró la puerta…

─ ¿Flopy? ─ preguntó curiosa Sofía, que la sostuvo entre sus brazos y fijo su mirada en los de su mujer.
─ Es una larga historia ─ respondió evasivamente Florencia.
─ Tenemos todo el tiempo del mundo para que me cuentes de ello ─ convino Sofía y sentándola sobre la cama, levantó su barbilla y continuó ─ ahora, vamos hablar sobre lo que te dijo la víbora de Colomba.

En el acto, aquellos ojos negros se abrieron más de la cuenta, porque supo por la forma de expresarse de su pareja, que se vendrían serios problemas y que más le valía decir todo lo que sucedió ese día en la obra, le gustase o no. De paso, sabría si lo que dijo Colomba, tenía o no asidero.

Es bien sabido que cuando haces algo en esta vida, trae consecuencias positivas o negativas, según  hayas actuado. Y es bien sabido que tu cosecha será, cómo tú hayas sembrado.

De aquella confesión dependerían muchas cosas y el futuro de un matrimonio estaba en juego. Sin mencionar las represalias que emprendería la Arquitecta Almagro, una vez que haya enterado de la verdad.


Un sombrío futuro se ceñía para una persona, mientras que para una joven pareja se abría paso un sólido y prospero amanecer, cuyas bases estaban sustentadas en un amor verdadero y sincero y contra eso es difícil luchar…La luz y la esperanza siempre acompañaran aquellos que aman verdaderamente.

2 comentarios:

elisiem dijo...

excelente, como siempre si no es que hasta más, me encanta como escribes, siempre es grato disfrutar de esta historia, que en lo personal es una de mis favoritas, pero como no serlo si me envuelve en cada párrafo y palabra que lo constituyen, espero la continuación de todas tus historias, tienes gran talento, en hora buena, un saludo desde México, ^^

Delfi Castillo dijo...

Un capítulo demasiado largooooo...pero genial...realmente me gusta tu forma de como describes cada momento y el sentir de cada una de las protagonistas.Así que estare a la espera del siguiente.Un saludo desde mi cueva primitiva.Que estes bien....

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