mujer y ave

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lunes, 11 de mayo de 2015

El comienzo del juego…El desplome de las fichas de domino.


Atada por un testamento, capítulo 16

En el congestionado y contaminado Santiago. Una joven revisa nuevamente el fax y email que le llegase en altas horas de la madrugada.

─ Se nota que no perdieron su tiempo en contactarse con nosotras ─ murmuró burlonamente la joven, que no apartaba sus ojos del documento que encontrase a temprana hora al abrir la puerta de su tienda.


En eso, entró una segunda mujer y le quedo viendo muy curiosa…

─ ¿Sucede algo, cielo? ─ preguntó la joven.
─ Maritza ¿adivina quién pegunta por repuestos para motores de maquinaria agrícola? ─ indicó la otra mujer.
─ Nacha, no hace falta ser adivina para suponer por tu sonrisa; que se trata de la carcelera de tu gran amiga, Karina. O ¿me equivoco? ─ expuso su novia.
─ ¡Exacto! ─ exclamó con alevosía Nacha, frunciendo el ceño enseguida ─ Su majestad, la reina de las mentiras y el engaño…Akiane Rosemberg.
─ Eso quiere decir que Karina, consiguió su primer objetivo de sabotear la cosecha de la albacea ─ repuso Maritza, moviendo su cabeza complacida de saber que la joven comenzaba a darle a probar de su propia medicina a su captora. ─ Realmente me alegra saber que en estos cinco meses en cautiverio, Karina, no perdió su tiempo.
─ ¡Así es! ─ respondió Nacha ─ Ella es la mujer más tozuda que pueda existir y de brazos cruzados no se iba a quedar. Te puedo asegurar que cuando esa tal Rosemberg, tome conciencia de quién es Karina, una avalancha se le vendrá encima y no sabrá que la golpeó.
─ ¡Uy! ─ bromeó su novia ─ suerte que estemos de su lado, sino salvase quién pueda.
─ Sólo hay una cosa que realmente me preocupa de toda esta historia ─ mencionó Nacha, cuyo rostro de repente se volvió sombrío.
─ ¿Qué cosa te inquieta amor? ─ indagó Maritza.
─ Es el corazón de Karina ─ explicó Nacha con algo de tristeza en su voz.
─ ¿Qué tiene que ver su corazón en todo esto? ─ inquirió con viva curiosidad Maritza.
─ Mucho ─ respondió Nacha y tocando su barbilla, añadió ─ Según lo que pude apreciar en Puerto Varas. Esa mujer tenía un brillo muy especial en su mirada cuando veía a Karina, dormida. Estoy más que segura que le gusta mi amiga y si eso es así, arderá Troya por partida doble. Y es que jamás Karina, consentiría enamorarse de la misma mujer que la secuestró y la tiene prisionera. Sería como doblegar su corazón por partida doble y ¿Puedes imaginar lo irónico que sería llegar a enamorarse de tu carcelero?
─ ¡Um! Eso tiene un nombre amor ─ indicó Maritza. ─ Aunque en este caso; está muy lejos de ser el mal de Estocolmo, porque Karina, mantiene cierta libertad dentro de lo que se puede y mantener contacto con otros.
─ No me refiero a eso, cielo ─ negó rotundamente Nacha. ─ Sino a que para Karina, sería muy doloroso profesar alguna especie de sentimiento amoroso hacia la mujer que la privó de su derechos. Ella ya de por sí es esquiva después de lo de Melisa, con mayor razón se pondrá a la defensiva contra esa albacea.
─ ¿Y porqué presumes que pueda enamorarse de Akiane? ─ preguntó Maritza, sin rodeos.
─ Por una sencilla razón y es que conozco a Karina ─ comenzó explicando Nacha, mientras se sentaba pesadamente en su silla. ─ Y para su desgracia; es un imán para atraer mujeres con personalidad fuerte y la prueba de ello, es que a su haber tiene a la infeliz de Melisa, Majo y ahora, esa Akiane. Ahora, puedes hacerte a la idea de porqué mis temores.
─ Comprendo lo que me quieres decir ─ convino Maritza. ─ sin embargo, Karina, no es ninguna chica indefensa porque en los dos días de conocerla, pude apreciar que se gasta tremendo porte.
─ ¡Ay mi vida! ─ exclamó con un largo suspiro Nacha ─ Se nota que no conoces a Karina. Eso que tú viste es solo una fachada para defenderse del resto y lo hace para intimidarte nada más. La cruel verdad aquí es que Karina Sotomayor, es la mujer más frágil e indefensa interiormente hablando. Si consigues romper ese muro de protección que se impuso, tendrás en bandeja de plata a la verdadera Karina. Una muchacha temerosa y de un corazón como el de un niño.
─ ¿Por eso temes que Akiane, consiga romper esas defensas? ─ inquirió Maritza.
─ Estoy segura que todo esto del testamento de Adriana es nada más que una treta y que ella va tras el corazón de Karina. ─ aseguró vehemente Nacha. ─ no puedo estar tan equivocada y es que nadie se arriesga a tener a una persona cautiva sin tener un objetivo mayor entre manos.
─ Amor y supongamos que tuvieses razón ¿Qué habría de malo en ello? ─ señaló con suspicacia Maritza. ─ No crees tú, que sería lo mejor que le pudiese suceder a Karina, el de volverse a enamorar.
─ Sí, pero no de su enemiga ─ rebatió Nacha algo molesta ─ Karina, merece más que nadie volver a enamorarse, después de lo de Melisa y Majo. ¿Pero de su carcelera?... ¡Um!...Lo dudo.
─ Sin mencionar que María José, aún está tras ella ─ acotó Maritza, rascando su barbilla. ─ Verdaderamente es un lío.
─ Eso es lo otro… ¡Majo! ─ convino Nacha, llevando sus manos a la cabeza con exageración. ─ No sé qué hará esa idiota ahora y espero por el Dios divino, que no pretenda acostarse con la albacea, porque sería… ¡El colmo de la mala suerte de Karina!
─ Mala suerte sería poco ─ agregó Maritza. ─ suponte por un momento que Akiane, consiguiese conquistar a Karina; aunque suene descabellado; y llegase la misma mujer que le arruinó su relación anterior y se interpusiera entre ellas. Estarías matando su corazón por segundo vez en manos de la misma mujer.
─ ¡Cállate! …Ni lo digas ─ ordenó Nacha, que se levantó de golpe de su asiento y se paseó como animal enjaulado. ─  No, no y no… Ella no se levanta esta vez, eso te lo puedo asegurar. ¡Mi Dios! Que no llegué a ocurrir un hecho así. Mil veces no.
─ ¡Tranquilízate amor! ─ instó Maritza, haciéndola firmemente de sus brazos. ─ No sucederá.
─ Eso espero ─ respondió algo más calmada Nacha. ─ No vuelvas a decirlo ni en broma, mira que no deseo ver sufrir nuevamente a Karina, no podría soportarlo.
─ Entonces, confiemos en que las cosas resultaran bien y que dentro de unos meses, acabe ese testamento y salgamos a celebrar con ella. ¿Te parece? ─ indicó Maritza.
─ Bueno ─ respondió Nacha y tomando nuevamente el documento en sus manos, agregó. ─ Ahora deberemos ocuparnos de esto.
─ Sigamos las indicaciones de Karina y devolvámosles un cucharadita de su propio chocolate ─ instó Maritza. ─ ¿Qué dices?
─ No será una cucharadita… ─ soltó con pica Nacha. ─ Sino la jarra completa.
─ Jajaja ─ estalló en risas su novia ─ Son temibles…Las revanchas… Terribles.

Mientras ellas, comenzaban a urdir un plan, previamente orquestado por una mente ávida de revanchismos… Muy lejos de la capital, en la hacienda misma.


─ ¡Rayos! ─ masculló molesta Akiane ─ No puede ser que aún no tenga respuesta de Santiago.
─ ¡Cálmate mujer! ─ amonestó Pedro. ─ No conseguirás nada exaltándote de es amanera. Sabes muy bien que los Santiaguinos son flojos para abrir sus tiendas.
─ ¡Flojos! ─ aulló sulfurada Akiane. ─ Son unos ineptos que es distinto. Pierden ciento de clientes por su incompetencia por no saber aprovechar una oportunidad con la claridad de la luz de día.
─ La capital no es como el campo ─ mencionó Pedro. ─ Aquí si se debe aprovechar al máximo la luz del día. Así que, te sugiero que vayas por una rica taza de té con leche que hace Greta y le damos un tiempo para responderte ese mail.
─ ¡Está bien! ─ acordó Akiane ─ Seguiré tu consejo y de paso, veré cómo sigue Karina.
─ Durmiendo supongo ─ bromeó Pedro. ─ De lo contrario estaría echando la casa por la ventana al saberse en tu cuarto.
─ No sé si reírme o llorar con tu comentario tan perspicaz ─ adujo algo más risueña la joven Rosemberg.
─ Yo diría que llorar ─ molestó más Pedro. ─ Por que esa mujer tendría su mano petrificada en tu rostro, casi como el paseo de Hollywood.
─ Amaneciste muy chistosito hoy, Pedrin ─ espetó picada Akiane, que olvido todo su enojo con lo de Santiago y lo ocurrido anoche. ─ Verás que conseguiré que deje de hacerlo.
─ ¿Cuándo? ─ inquirió burlón el capataz, tocando la mejilla de su jefa. ─ ¿el 30 de Febrero?, porque yo veo que esa mujer tiene todo un record aquí en lo que lleva de estadía en la hacienda y las apuestas crecen día a día.
─ ¡Así que apostando en mi contra! ─ exclamó estupefacta la albacea. ─ Van a ver que les haré perder todo su dinero, bribones.
─ Las apuestas están todas a favor de Karina ─ confesó Pedro sin ninguna pisca de vergüenza al respecto.
─ ¡Eso está por verse! ─ masculló con pica Akiane, que cerró la puerta de su despacho detrás de sí. ─ todos ustedes están olvidando algo fundamental en toda esta historia.
─ ¿Y qué sería eso? ─ preguntó curioso Pedro. ─ Que yo sepa, ella es más que un toro salvaje y que nadie se atreve a enfrentarlo en el campo de batalla.
─ Jajaja… ─ dejo escapar una carcajada Akiane ─ Aún sigues con que Karina, es un toro de corrida.
─ ¿Y qué no lo es? ─ rebatió el capataz.
─ Claro que no ─ refutó Akiane. ─ Ella todo lo disfraza con esa apariencia de mujer ruda y de malas pulgas, cuando es todo lo contrario.
─ ¿Estás segura de qué estamos hablando de la misma Karina? ─ inquirió pensativo Pedro.
─ Muy segura, mi querido Pedro ─ respondió Akiane, mientras caminaban por el pasillo. ─ Karina Sotomayor, es una mujer que encubre muy bien sus miedos con una apariencia de enojona.
─ ¡Um! ─ exclamó Pedro ─ No lo sé Akiane. ¿Cómo conseguirás desarmar ese muro defensivo que tiene?
─ Por eso te dije hace un rato que estaban olvidando algo fundamental ─ aclaró Akiane, antes de llegar cerca de su alcoba. ─ Sólo hay una forma de desarmarla y es algo que solo yo poseo.
─ ¿Qué cosa? ─ preguntó Pedro con viva curiosidad.
─ ¡Amor! ─ respondió Akiane, cuya mirada estaba cargada de ese sentimiento. ─ Es lo único que puede derribar todas las defensas de Karina y con lo cual, ella no podrá luchar. Y yo amo a esa mujer como ninguna otra persona, por lo que le será difícil agotar mi paciencia como matar lo que siento por ella con su testarudez.
─ Comprendo ─ acotó Pedro, rascando su mentón. ─ Espero que realmente lo consigas, porque no me gustaría verte sufrir por Karina, porque en mi vida he visto mujer más terca que ella y que además, resulta ser un misterio del cual te debes ocupar antes que te exploté en la cara, lo que pudiese estar tramando. Tú me disculparás lo que te voy a decir, pero no me puedo callar en lo que llevo pensando desde anoche, y es que esa muchacha se vengará de ti, sino lo ha hecho ya. Estoy más que convencido de que es ella, la que está detrás del desperfecto de esas máquinas.

La joven Rosemberg, no pudo de encontrarle cierta razón a su capataz y es que todo indicaba que sólo había una persona con razones para sabotear la cosecha y esa era precisamente Karina.

─ Anoche estuve buscando información acerca de ella y lo que encontré fue poco ─ mencionó Akiane ─ Y lo más sorprendente de todo es que esa escasa información estaba alterada.
─ Con mayor razón para desconfiar de ella, Akiane ─ instó Pedro ─ te sugiero que la vigiles en todo momento, porque tenemos cosas importantes que resolver como para permitirnos seguir teniendo más contratiempos.
─ Descuida, Pedro ─ señaló Akiane ─ yo me ocuparé personalmente de Karina y para tu tranquilidad, la mantendré al margen de la hacienda por unos días hasta que podamos solucionar todo.
─ Me parece perfecto ─ concordó el capataz ─ Yo me iré a buscar personal con algunos hombres, mientras tú, te ocupas del resto.
─ Vete entonces ─ ordenó Akiane.

Antes que la joven doblará en dirección de su dormitorio, le volvió hablar su capataz.

─ Si resultase ser ella, la culpable… ─ mencionó Pedro, muy serio al momento de hablar. ─ No dejes que se salga con la suya. Sería mal visto por los demás trabajadores que una mujer arruine sus empleos por lo que han luchado tanto.
─ Pedro ─ respondió tajantemente Akiane ─ lo dije antes y lo volveré a repetir: Karina Sotomayor es asunto mío nada más y retomaré mi autoridad sobre ella. Y si fuese la responsable, te aseguro que será la única que saldrá perdiendo a la larga porque esta hacienda tiene dos propietarios. Espero haber aclarado tus temores.

Sin duda que para que Akiane, haya respondido de semejante manera para con su hombre de confianza, era porque se notaba que estaba muy molesta con todo lo sucedido anoche, pero no significaba que tuviese que permitir que un empleado le indicase lo que tuviese que hacer  y de pasadita, le revelo información que estaba celosamente guardada y que nadie más conocía.

El capataz, comprendió a la perfección lo que le quiso decir su jefa y aunque le costó digerirlo, pues la sorpresa era bastante grande, sólo atinó en asentir con un simple movimiento de cabeza y se dio media vuelta y se fue a cumplir con sus obligaciones. Dejando a Akiane, sumida en sus pensamientos.

« Debo averiguar quién eres realmente Karina y por más que te ame y quiera protegerte; debo saber la verdad de tu vida, aunque deba viajar hasta Londres para descubrirla» meditó en su fuero interno, la joven Rosemberg.

Muy despacio, tomó el picaporte de su puerta y abrió tan despacio que parecía estar entrando a una de esas casas embrujadas por el nivel de tensión. Y cuando la portilla llegó a su tope de apertura, asomó su cabeza algo tímida y al comprobar que en su interior había cero movimientos, decidió ingresar despacio hasta llegar al borde de su cama y desde ahí, contempló a la joven Sotomayor, aún dormir profundamente y ajena a todo lo que la rodeaba.

─ ¡Vaya que tienes el sueño pesado! ─ murmuró Akiane, viéndola en forma arrobada al mismo tiempo que se sentó en el borde del lecho. ─ Esta es como la tercera vez que caes en un sueño profundo desde que estás conmigo. Se nota que estás estresada y Adriana, estaba en lo correcto. Ni un tren a vapor te despierta cuando caes en ese tipo de sueño. Es como un refugio que te protege en cierta forma.

Pasaron unos cinco minutos de contemplación y el móvil de la albacea, vibró en su pantalón, al ver la pantalla del aparato, lanzó un suspiro de satisfacción.

─ ¡Al fin, puedo tener noticias positivas! ─ exclamó Akiane, marcando el número en pantalla. ─ Diga.
─ Señorita Rosemberg… ¡Buenos días! ─ se escuchó decir al otro lado de la línea. ─ Somos concesionarios Sengoil, los representantes de Amazone en Chile.
─ ¡Buenos días! ─ saludó la joven ─ veo que ya recibieron mi email que les envié anoche.
─ Así es ─ respondió del otro lado ─ Por esa razón, les estábamos llamando.
─ ¿Y qué noticias me pueden dar al respecto? ─ preguntó de frentón Akiane.
─ Le tenemos malas noticias señorita Rosemberg ─ dijo el empleado, tratándose de disculpar primeramente. ─ No tenemos ninguno de esos repuestos en nuestra bodega, ya que el stock existente fue adquirido por un cliente preferencial y que cerró un trato con nuestra empresa de ser los distribuidores oficiales en Santiago toda la línea de Amazone. Por nuestra parte ya no tendremos más ese producto sino la nueva firma, quiénes adquirieron la concesión.
─ ¡¿Cómo?! ─ exclamó consternada Akiane. ─ ¿Está usted diciéndome que ahora debo buscar quiénes tienen dichos repuestos?
─ Señorita Rosemberg, por favor cálmese ─ sugirió el hombre ─ Podemos darle el número de contacto de dicha compañía y así, usted puede llamarle directamente.

Akiane, aspiró profundamente dejando salir todo el aire contenido del coraje que le dio que perdió su tiempo en contactarles. No obstante, aceptó de mala gana el ofrecimiento.

─ Tenga la bondad por favor ─ dijo entre dientes Akiane.
─ Tome nota ─ indicó el empleado.
─ Diga ─ asintió la albacea.
─ El número es… ─ dictó el hombre.
─ Muchas gracias ─ finalizó Akiane ─ Que tenga un buen día (cortando la llamada)

Tras unos segundo de que dar viendo el dichoso número, la albacea, procedió a marcarlo en su celular.

─ Repuestos KSS… ¡Buenos días! ─ saludo una voz de mujer ─ ¿En qué podemos ayudarle?
─ ¡Buenos días! ─ saludó la albacea ─ Mi nombre es Akiane Rosemberg. Me informaron en Sengoil, que ustedes adquirieron los repuestos para motores de maquinaria agrícola.
─ Efectivamente…Señorita Akiane ─ dijo con cierto tono burlón la mujer, que al no ser vista por la albacea, no podía disimular la sonrisa cínica que en esos momentos tenía. ─ Somos los distribuidores de repuestos de la línea Amazone.
─ ¡Ya veo! ─ exclamó Akiane algo pensativa ─ Entonces con ustedes deberé tratar para comprar unos repuestos de unas cosechadoras, tractores, empacadoras y una desgranadora. Junto con los precios de estos repuestos.
─ Con mucho gusto le ayudaremos, una vez que usted nos envíe un fax con la lista de cuantas maquinarias son, modelos y año ─ indicó la mujer ─ para luego, reenviarle la información con los precios y el stock disponible que tengas en bodega.
─ ¿No pueden hacerlo vía teléfono? ─ inquirió asombrada Akiane ─ es importante para mí tener esos repuestos cuanto antes y no me interesa el precio a pagar, pero deseo zanjar esto ahora mismo.
─ ¡Discúlpenos señorita Rosemberg! ─ explicó la joven dependiente ─ Pero nosotros, no trabajamos de ese modo, toda cotización se hace con anticipación a una transacción. Y antes que usted, tenemos otros clientes que atender y el orden de llegada es muy preciado para nuestra empresa.

Un casi silbido, se le salió de los labios a la albacea tras oír la explicación más absurda de todas. Si no fuese que realmente precisaba aquellos repuestos; hubiese mandado al mismo carajo a ese empleada y haciendo acopio de paciencia. Decidió seguirle la corriente.

─ ¡De acuerdo! ─ convino Akiane, apretando su puño de contener su coraje. ─ ¿para cuándo tendría esa cotización?
─ Viendo su real necesidad que la aflige ─ resolvió la joven, haciendo énfasis en lo primero. ─ Estaríamos dispuestos hacer una excepción y tenérsela para unas dos horas más ¿Le parece bien así?
─ Todo es preferible a que me lo tengan para una semana después ─ repuso muy mal disimuladamente Akiane, saltándole la vena en su yugular de lo contrariada que estaba.
─ Perfecto ─ respondió la mujer ─ Envíenos el listado y nosotros le llamaremos indicando que ha sido enviada su información.
─ Ok ─ fue la escueta y seca respuesta de Akiane.
─ Hasta pronto… ─ se despidió la mujer con algo de saña. ─ Señorita…Akiane.

No dejo que la albacea, replicara nada y cortó la llamada rápidamente. Dejando aún más airada a Rosemberg, que pateaba la perra; como dicen en jerga chilena; en ese momento.

─ ¡Válgame par de ineptos! ─ bramó Akiane, despotricando contra los dos empleados de ambas empresas. ─ Santiaguinos buenos para nada.

Se llevó las manos a la frente y trató de serenarse un poco. Y es que estaba a punto de colapsar con todas las vivencias que le ha tocado vivir ultimadamente.

Estuvo dándose pequeños masajes en su frente como en la sien y aminorar en algo tanta tensión. Y en eso cayó en cuenta que estaba dentro de su dormitorio y en compañía de cierta personita, por lo que giró a un costado para ver a la mujer que yacía en su lecho, sin siquiera haber despertado aún con el tono elevado que utilizó con esos dos empleados.

Tras contemplar y comprobar que la joven Sotomayor, tenía el sueño más pesado que oso invernando. Se levantó de la cama sin antes acariciar la mejilla de la chica y depositar su acostumbrado beso; que sea dicho de paso, había dejado de lado debido a las circunstancias acaecidas entre las dos.

Si duda que Akiane Rosemberg, le gustaba jugar con fuego al tratarse de Karina, ya que todas las veces que le robaba un beso, la joven Sotomayor dormía profundamente y ni cuenta se daba, porque de ser lo contrario, la palma de su mano estaría más que incrustada en la mejilla de la albacea y si eso, ¡no es jugar con fuego! Estaba más que al filo de serlo.

A veces la vida, pone un tu camino personas que te dan un gran dolor de cabeza o muchas otras, te desafían constantemente al punto de sacarte de sus casillas, trastocando hasta la fibra más intima de tu ser y consiguiendo poner tu mundo de cabezas. Este era el caso de Karina Sotomayor y su gran estigma, era y será nada menos que Akiane Rosemberg. El destino sí sabe jugarte malas pasadas y ponerte en jaque, dejándote una sola salida…Luchar o asumir.

Akiane, fue hasta su closet, sacó una camisa a cuadros y quitarse el suéter que llevaba puesto porque dentro de poco haría calor y tenía una larga jornada. Necesitaba estar cómoda para el día que se le venía encima con todo los desarreglos en la cosecha.

─ Espero tener todo solucionado antes de medio día, de lo contrario estaré perdiendo un porcentaje que no estaba presupuestado y tengo trabajadores que mantener ─ susurró en voz alta Akiane.

Guardo su suéter en el lugar correspondiente y cuando se disponía en retirarse, volvió a fijarse en la chica que yacía en su lecho.

─ Casi lo estaba olvidando ─ murmuró Akiane ─ debo llamar a Mauricio.

La joven albacea, sacó su móvil y marcó el número de su abogado…

─ ¡Buenos días Mauricio! ─ saludó Akiane.
─ ¡Buenos días Akiane! ─ respondió éste ─ ¿A qué debo el honor de tu llamada? ¿Sucede algo con Karina?
─ ¿Qué comes que adivinas?─ se jactó Akiane.
─ Porque tú, no llamas más que una vez al mes y desde que la hermana de tu cuñada entró en tu vida, tengo llena mi agenda contigo. ─ replicó audazmente el abogado.
─ Jajaja ─ bromeó Akiane, sin negar la acusación que le hacían. ─ Digamos que mi vida está un poco más convulsionada por el momento.
─ ¡Aha! Lo que tu digas, querida ─ repuso Mauricio y carraspeando un poco, fue directo al grano. ─ ¿Qué necesitas que haga esta vez?
─ Me gusta esa actitud, Mauricio ─ alabó Akiane, elevando el ego del abogado ─ Siempre dispuesto.
─ Deja de lado las adulaciones, bribona. Mira que te conozco ─ replicó Mauricio ─ Tú no das puntada sin hilo. Y tengo la certeza que debo hacer algún arreglin con relación a Karina. Así que, habla mujer qué debo hacer ahora.
─ Necesito que te contactes con la universidad en que estudió Karina en Londres y me averigües qué carrera fue la que estudió ─ ordenó sin rodeos Akiane.
─ ¿Y porque tanto interés tienes en lo que ella estudio? ─ indagó con suma curiosidad el abogado.
─ Muy simple y es que anoche… ─ procedió Akiane en referirles los pormenores sucedidos en el día de ayer.
─ ¡Caramba! ─ exclamó asombrado el abogado, luego de oír las explicaciones dadas  por la albacea ─ Con razón desconfías de ella. Y es que nunca se nos paso por la mente de qué vive Karina.
─ ¡Así es! ─ aseveró Akiane ─ necesito conocer en qué se desempeña o de qué vive y así, liberarla de toda sospecha.
─ Para serte sincero, no veo a Karina, metida entre fierros y grasa ─ acotó Mauricio, rascando su cabeza ─ Me cuesta hacerme a la idea que una mujer tan frágil como ella tenga relación con ese sabotaje. Aunque no te niego que es ella, la que más motivos tiene para vengarse de ti.
─ Eso nadie lo puede refutar ─ convino Akiane, observando a la joven ─ Y si bien todo este tiempo he esperado que haga algo en mi contra, como un par de bofetadas o cuando mucho tramando su escape de esta hacienda. Pero no he esperado revanchas de esta índole de su parte.
─ ¡Um!...No lo sé, Akiane ─señaló Mauricio ─ ella es una mujer de un carácter tremendo y lo más probable es que sí, esperes represalias de su parte. Era de esperarse que no fuera aceptar los hechos de brazos cruzados. ¿No te parece a ti?
─ No soy ninguna ingenua, Mauricio y sé muy bien que Karina, no aceptaría los hechos de la voluntad de su hermana ─ indicó Akiane ─ Más no la considero capaz de un hecho así. Tendría que haberme dado cuenta de sus actos y créeme que no la he descuidado como para que tuviese tiempo para una cosa como sabotear los motores.
─ Comprendo ─ convino a su modo el abogado ─ ¿Sabes el nombre de la universidad en la que estudio Karina?
─ Claro ─ respondió Akiane ─ Es… (Dio el nombre de la universidad como del decano y compañero de la joven)
─ ¡Perfecto! ─ dijo Mauricio ─ llamo a la casa de estudio y luego, te informo cómo me fue.
─ Ok ─ respondió Akiane ─ estaré esperando tu llamada. Ahora, te dejo porque debo ver otros asuntos en la hacienda.
─ ¡Vale! ─ acotó Mauricio y cortó la llamada.

Luego de guardar su móvil, la albacea, salió de su dormitorio sin hacer ruido y despertar a la joven dormilona. Llegó a la cocina, dónde se reunió con Pedro y le pidió a su nana que le prepara el desayuno a Karina, sin permitirle que se levante y cualquier cosa que la mandará a llamar.

Tras un breve café junto a su capataz y despedirse de Greta. Ambos, fueron con rumbo distinto: uno se fue con hombres en busca de más trabajadores y la albacea, se fue directo al sembradío a reunirse con sus trabajadores.

Luego de unos 15 minutos de evaluar la situación y dar instrucciones a su personal. Comenzaron con la cosecha en forma manual como en los viejos tiempos, con echonas en mano.

La misma joven agrónoma, estuvo con una hoz, cegando parte de la siembra junto a tres cuadrillas de hombres. Mientras que una cuarta, se encargaba de recoger y apilar en fardos lo cegado. Acompañados todo el tiempo por el astro rey.

El tiempo avanzaba veloz y ya el reloj de pulsera, marcaba las 10 en punto en la muñeca de la joven estanciera, a la vez que secaba el sudor de su rostro con un pañuelo y es que el sol ya estaba siendo implacable a esa hora del día. Sus ojos verdes contemplaron todo el paisaje y vio que por más esfuerzos que estaban haciendo, el trabajo era lentísimo y es que no podían reemplazar la velocidad de la maquinaria.

Aspiró profundamente y se colocó nuevamente sus guantes y prosiguió con su hoz en su labor de cegar más el trigo que estaba a su alrededor. Y en conjunto con sus trabajadores siguieron inmersos en sus labores hasta que una hora después, llegó Pedro, con seis cuadrillas más de nuevos trabajadores temporeros y luego, de recibir las órdenes de la joven, se fueron prestos a ocupar su lugar en el sembradío y se consiguió avanzar un poco más. Y es que tener a 150 trabajadores hacía la diferencia entre los 60 que partieron cosechando.

Mientras las labores se efectuaban en el campo bajo un sol abrasador… En el cuarto de la casona. Una joven comienza abrir sus ojos lentamente y con dificultada le costó enfocar el cielo raso de la habitación con unas vigas a la vista, que no eran las de su habitación.

─ ¿En dónde rayos estoy? ─ murmuró para sí misma, aquella joven.

 Se refregó sus ojos para poder enfocar bien y abrió más sus pupilas y el resultado fue el mismo. Aquel cielo raso no coincidía con el de su habitación. Trató de incorporarse de aquella cama, pero sintió tan pesado su cuerpo que volvió a caer nuevamente sobre aquel lecho.

─ No trates de levantarte tan bruscamente, niña ─ indicó una voz de mujer.
─ ¡Eh! ─ exclamó la joven y se ladeó a un costado y buscó con la mirada de dónde provenía aquella voz y le halló a un costado de la habitación, acomodando algunas cosas. ─ Greta.
─ ¡Buenos días, Karina! ─ saludó ésta, que se acercó hasta dónde se encontraba la muchacha.
─ ¡Buenos días, Greta! ─ saludó la joven Sotomayor, tratándose de incorporar de la cama otra vez, más se volvió caer en ella, pues se estaba algo mareada.
─ No sigas intentando levantarte de ese modo ─ ordenó Greta, quién la ayudó acomodarse un poco.
─ Greta ¿En dónde estoy? ─ preguntó confundida Karina ─ ¿Y por qué me siento tan pesado mi cuerpo?
─ Eso se debe a que ayer te desvaneciste, producto del cansancio que tienes acumulado, nos indicó Regina ─ explicó Greta, sacando una bandeja con alimentos que tomó del mostrador.
─ ¿Cómo? ─ inquirió Karina, tocando su siente ya que sentía que la habitación le daba vueltas y sacudió un poco su cabeza para que se le pasará. ─ ¡Rayos! Me da vuelta todo.
─ Intenta cerrar tus ojos y respira profundamente; luego vuelve abrirlos despacio y ese mareo pasará ─ indicó Greta.

La joven Sotomayor, no quiso protestar nada y siguió las indicaciones que le diese Greta. Cerró sus ojos y respiró profundamente varias veces antes de volver abrir sus ojos otra vez.

─ ¡¿Ya te sientes mejor?! ─ preguntó Greta.
─ Sí, ya estoy mejor. Muchas gracias por el consejo ─ mencionó Karina y sin dejar de verla, añadió. ─ Ahora, ¿me puedes decir en qué lugar me encuentro?
─ Antes de responderte cualquier pregunta. Vas a desayunar primero que nada, ya que no has ingerido alimento desde ayer. ─ ordenó claramente Greta, pasándole la bandeja con el desayuno.
─ No tengo apetito, Greta ─ respondió Karina, anteponiendo su mano. ─ Sólo quiero me respondas lo que te pregunté.
─ Nada de eso, niña ─ refutó ésta, sin amilanarse en nada con tamaños ojos que le abrió la joven al ser contrariada y depositó el desayuno delante suyo apartando de una la mano de la muchacha. ─ Va a desayunar quiera o no, porque yo no la dejaré que pase por alto sus alimentos y le sugiero que no me vea con esos ojos porque usted sabe que lo hago por su propio bien. Así que, habrá bien esa boca porque se lo daré yo misma de ser necesario.
─ Espera, Greta ─ saltó enseguida Karina, tomando la cuchara ella misma ─ yo puedo hacerlo solita. ¡Caramba! Todos en esta casa se empeñan en darme de comer.

La mujer, no respondió nada ante lo dicho por la joven Sotomayor, solo sonrió complacida de verla alimentarse como debía ser. Se fue hasta la esquina de la cama y se sentó a los pies a la espera que la muchacha terminará de desayunar. Sin dejar de ver, aquel rostro que algo somnoliento, parecía disgustado por ser obligada hacer algo en contra de su voluntad.

Luego de constatar que no responderían ninguna pregunta hasta que se tomará todo el contenido de aquella bandeja, por lo que a regañadientes tuvo que comerlo todo, sin derecho a protestar y solo de vez en cuando, observaba a la nana desde el rabillo de sus ojos y volvía a mirar al frente con algo de disgusto.

─ ¡Ya está! ─ mencionó Karina, limpiándose sus labios con una servilleta. ─ Cumplí con todo lo que me ordenaste, Greta. Ahora es tu turno de responder.
─ ¡Buena niña! ─ alabó la mujer, retirando la bandeja y arropándola nuevamente.
─ ¿Pero qué haces, Greta? ─ inquirió Karina, al ver como la mujer acomodaba las almohadas para que ella se sintiera más cómoda. ─ Debo levantarme para ir a trabajar.
─ Nada de eso niña Karina ─ señaló calmadamente Greta ─ Tengo órdenes de que no la deje levantarse y por orden de Regina, son dos días de reposo hasta que se recupere.
─ ¿Quién es Regina? ─ preguntó la joven Sotomayor, destapándose bruscamente y ya se disponía en salir de la cama, cuando volvió a sentirse mareada producto de lo brusco del movimiento, y de lleno se llevo la mano a la cabeza.
─ Usted es la niña más porfiada que he visto ─ reprobó Greta, ayudándola a recostarse una vez más. ─ Se empeña en llevar la contra en todo, aún a costa de su salud. Cuando entenderá que las personas no son sus enemigas y lo único que hacen es preocuparse por usted.
─ ¡Lo siento! ─ Se disculpó una avergonzada Karina, que tomo la mano de la mujer en ese momento. ─ No quiero ser grosera contigo, solo que aquí todo el mundo me da órdenes de que debo hacer y ni siquiera me consultan mi parecer.
─ Karina, trate de comprender el comportamiento de los demás ─ señaló a modo de consuelo Greta. ─ en su momento sabrá las verdaderas razones que tienen para actuar de ese modo. Comenzando por su hermana.
─ No sé si pueda, Greta ─ respondió sin emoción la muchacha ─ No es fácil para mí, asumir todo lo que hizo mi hermana a mis espaldas. Yo nunca he sido una niña para que me traten de ese modo.
─ ¡Claro que no lo es! ─ se apresuró en contestar la mujer, acariciando las manos de la joven. ─ Pero sí, es una mujer que necesita muchísimo de afectos, porque está muy falta de amor en su corazón.
─ Gre…ta ─ apenas balbuceó Karina con tamaños ojos al sentirse completamente desnuda interiormente.
─ No diga nada, niña Karina ─ repuso con una dulce sonrisa ésta ─ su secreto está a salvo conmigo. Pero, no implica que otros no se vayan a dar cuenta de ello.
─ Yo… ¡Este!...yo ─ trataba de hilvanar una frase con sentido Karina, totalmente desalmada para finalmente con un suspiro, agregar. ─ Gracias.
─ Todo va a estar bien ─ instó Greta, dándole palmaditas en sus manos. ─ ahora es momento de descansar un poco.

La mujer, se dispuso en retirarse del lugar, cuando fue alcanzada por una mano que le impidió irse.

─ ¿No me vas a responder? ─ insistió Karina.
─ Niña ─ exclamó Greta, al girarse para verla  a los ojos ─ Es muy insistente.
─ Lo soy ─ respondió con una sonrisa tímida Karina, algo inusual en ella. ─ Es algo que papá siempre se quejó. Decía que le iba a levantar un monumento al hombre que se casara conmigo por la paciencia que tendría que tener.
─ ¡OH! ─ exclamó Greta, llevando su mano a la boca en forma de asombro y no reírse del todo. ─ Su padre debió quererla mucho para decir eso.
─ No creo eso, Greta ─ refutó Karina, más que avergonzada y cuyas mejillas estaban sonrojadas. ─ Más bien diría que lo hacía mofándose de mí y teniendo cierta compasión del pobre hombre que fuese mi pareja.
─ ¡Um!...Hay que reconocer que los padres nos dan consejos para mejorar y no para empeorar ─ acotó Greta, sobando su mentón como pensador griego. ─ Debes siempre tomarlo por el lado positivo y verás su valía en su debido momento, niña.
─ Lo tendré presente, Greta ─ optó por decir Karina, pues no sentía ganas de llevarle la contra a aquella mujer, que se había ganado su cariño como respeto. ─ ¡Entonces!... ¿Me dirás?
─ Jajaja ─ se carcajeó Greta, con la insistencia de la joven Sotomayor. ─ Lo prometido es deuda y Regina, es la enfermera de la hacienda que la examinó ayer cuando se desmayo.
─ ¡Ya veo! ─ repuso Karina, pasando sus dedos por la frente en ese momento, actitud que tomaba cuando estaba pensando mucho. ─ ¿Y lo otro sería?
─ Niña Karina ─ apuntó Greta a la habitación en sí ─ ¿No la reconoce en verdad? Mire bien a su alrededor y tendrá la respuesta que tanto quiere.

La muchacha, detuvo de golpe sus dedos sobre la frente y los retiró; para abocarse en lo que fue sugerido por Greta y sus ojos escudriñaron el dormitorio como cual observador busca indicios de alguna pista que le indicase a quién pertenecía el lugar.

Sus ojos celestes, se pasearon por toda la habitación entre cortinas, mural, armario, tocador entre otras cosas más que habían en el lugar y nada que le diese esa respuesta; hasta que de súbito chocó con un diminuto retrató que había en uno de los veladores que paso por alto y al contemplarlo abrió desmesuradamente aquellos ojos claros al reconocer de quién se trataba…

─ ¡Con un carajo! ─ masculló Karina, al tomar entre sus manos inconscientemente aquel retrato. ─ No puede ser…Entonces estoy en el cuarto de…
─ Mi niña, Akiane ─ respondió por ella, Greta, que se acercó hasta la joven y envolvió su mano con la suya y su mirada, expresó claramente lo que sentía su corazón en ese instante tras observar el rostro de la muchacha. ─ Ella no ha querido faltarle el respeto, solo la trajo a su alcoba porque sabía que solo aquí podría cuidarla como es debido y no dejarla sola en ese cuarto tan frío y solitario en que duerme. Mi niña estaba muy preocupada y se paso parte de la noche velando su sueño. Por favor, joven Karina, no se siga enfadando con ella.

Fueron aquellas palabras como su mirada, que trastocaron el corazón de la joven Sotomayor y reflexionando unos instantes en lo dicho, optó por pasar por alto lo sucedido y esbozó una sonrisa algo forzada, debido a lo que había sucedió anteriormente con la albacea.

─ ¡De acuerdo, Greta! ─ asumió Karina, tratando de ser más flexible con su carcelera ─ Por el gran cariño que le tienes a tu patrona, no le reprocharé nada en esta ocasión. Pero…
─ ¿Pero qué? ─ interrumpió Greta, muy ansiosa.
─ Eso no quita que deba permanecer en este cuarto, sabiendo que es de ella ─ expuso sin rodeos Karina. ─ Por lo que volveré a mi dormitorio y seguiré ahí, con el reposo si tu quieres.
─ No se va a poder ─ dijo al instante Greta.
─ ¿Por qué no? ─ inquirió incrédula, Karina.
─ Por dos razones, niña ─ explicó Greta, gesticulando con su dedo como si fuese un puntero. ─ La primera, es que toda la ropa de cama fue mandada a lavar y la segunda, es que tengo órdenes de no dejarla levantarse ni salir del cuarto hasta que venga el doctor y la examiné nuevamente.
─ ¿Quién dio esa orden? ─ preguntó seria Karina y cayó en cuenta de quién estaba detrás. ─ No me digas nada… Akiane.
─ Así es. ─ respondió Greta con cariño ─ Ella vendrá con el médico en un momento más. Así que, le sugiero que descanse a la espera de que ellos lleguen. Trate de dormir un poco y olvídese de todo lo demás.

Un suspiro fue todo lo que escapó de la boca de Karina y clavó sus ojos en el retrato que aún permanecía en sus manos.

─ Con su permiso, yo me retiro ─ se excusó Greta, retirando la bandeja del desayuno viendo por el rabillo de sus ojos a la joven, cuando ya estaba por abrir la puerta, añadió. ─ Niña Karina, en lo dicho por su padre, hubo sólo un error de su parte.

La joven, alzó la vista y le quedo viendo de costado y procedió a preguntarle…

─ ¿Cuál? ─ se atrevió a preguntar la joven Sotomayor.
─ En que el amor se presentó con rostro de mujer ─ respondió sin miramientos Greta, cruzando el umbral de la puerta y cerrándola tras de sí, sin darle tiempo a responder.

Karina, abrió tanto tus ojos al oír lo dicho por la empleada y enmudeció por completo, incapaz de auricular cualquier sonido en su garganta y automáticamente clavó sus ojos en ese retrato que tenía en sus manos, sin dejarle de verle, como queriendo contener por completo las emociones que estaba reprimiendo por completo y que se negaba a admitir a pesar que las pulsaciones de su corazón se habían disparado a mil y desmentían lo que la razón, se esforzaba por ahogar.

─ Akia…ne ─ balbuceó después de un rato de contemplar aquella fotografía, con uno de sus dedos recorrió toda la superficie de aquel retrato como delineando su semblante en una inconsciente caricia.

Tragó en seco tras aquello y dejo escapar un suspiro de sus labios, como queriendo liberar la tensión que se encerraba en su pecho como en su mente.

En ese mismo instante y lejos de la casa patronal. Una muchacha comienza a estornudar de la nada y detiene su labor para sacar su pañuelo y limpiar su nariz.
─ Parece que el sol te está afectando ─ mencionó Pedro, que se acercó a brindarle su pañuelo.
─ No hace falta. Tengo el mío ─ rechazó Akiane, tras utilizar el propio. ─ No creo que sea el sol, más bien diría que alguien se está acordando de mí.
─ ¿Por qué lo dices? ─ preguntó curioso Pedro.
─ Muy simple ─ respondió Akiane fanfarroneando un poco─. No soy alérgica al sol, lo que te indica que alguna personita por ahí, esté pensando en esta belleza.
─ ¡Ya!... ─ exclamó Pedro, estupefacto ante las palabras de su jefa─. Cuanta humildad mujer.
─ Para que veas ─ dijo socarronamente Akiane─. Una mujer sabe tener su encanto y poner a sus pies a cuantos desee.
─ ¡Ya lo creo! ─ acotó sarcásticamente Pedro─. Por eso Eva hizo caer al pobre de Adán y desde ahí, que nos manipulan a su antojo.
─ Jajaja ─ bromeó Akiane al ver el rostro ofendido de su capataz─. ¡Ya hombre que no es para tanto! Es el poder femenino nada más.
─ ¡Ay pero que feminista me has salido! ─ Protestó Pedro, cruzándose de brazos.
─ ¡Pedrin! ─ expuso Akiane─. No lo tomes así. Es solo como dice el dicho: Ustedes proponen y la mujer dispone. ¿No te parece a ti?
─ ¡Ups! ─ acusó el capataz─. Sin comentarios porque jamás se le podrá ganar a una mujer y hay que hacerle creer que siempre tiene la razón.
─ Jajaja ─ se burló de lo lindo Akiane ─. ¡Machismo puro el tuyo!
─ Solamente defiendo el género masculino ─ reconoció el capataz divertido─. Hay que apoyarnos ante el inminente poder femenino.

Justo cuando Akiane, iba a responderle a Pedro, llegó corriendo el ayudante de Luis, totalmente agitado y cansado del carreron que se dio.

─ Patroncita ─ dijo el mocetón, haciendo un esfuerzo por recuperar el aliento─. Patron…cita…Hay…Hay.
─ Respira profundo primero ─ ordenó Akiane ─. Luego, me dices qué sucede.

El joven empleado asintió con su cabeza, al mismo tiempo que se doblaba un poco y colocaba sus manos en sus rodillas. Una forma muy extraña de recuperar el aliento. Cuando el muchacho ya se calmó, sobó sus rodillas y se enderezó.

─ ¿Ya estás mejor? ─ inquirió Akiane, algo desconcertada por la forma de proceder del muchacho.
─ Sí, patroncita ─ respondió el muchacho.
─ Bien. ─ instó Akiane─. ¿Por qué venías corriendo de ese modo?
─ Patroncita. ─ explicó el chico─. Me mando Don Luis para informarle que los tanques de leche han sido abiertos y los vaciaron por completo. Y la estantería que guardaba los tambos se cayó y se derramó toda la leche que iba a reparto esta semana para la ciudad de Puerto Varas.
─ ¡¿Qué cosa?! ─ exclamó fuera de sí, Akiane, cuyo rostro palideció por completo.
─ ¿Estás seguro muchacho? ─ inquirió Pedro rápidamente para descartar que fuese un error del chico─. Quizás Luis, se equivocó.
─ No, Don Pedro ─ refutó el mocetón─. No le estoy mintiendo, se lo juro por la virgencita santa y por mi mamacita. Que estoy diciendo todo lo que me mando Don Luis.
─ Te creo ─ afirmó Pedro y viendo a su jefa, le propuso ─. Akiane, debemos ir cuanto antes y verificar la pérdida en la lechería.
─ Vamos de inmediato ─ consintió Akiane, que ya encaminaba sus pasos visiblemente contrariada.

El capataz, antes de irse, le dio indicaciones al resto del personal para que continuaran cosechando y que ellos volverían en unos minutos.
La joven Rosemberg, se montó en su caballo y partió a galope veloz con rumbo a la lechería y en pocos instantes fue alcanzada por su capataz.

─ Akiane, por favor. Cálmate ─ indicó Pedro. Tratando de seguirle el paso a su jefa.
─ ¿Calmarme dices? ─ protestó seca Akiane ─. No me pidas eso, Pedro. No ahora, con todo el caos que tengo encima.
─ Lo sé, por eso te lo pido ─ explicó el capataz─. Veamos qué sucedió primero.
─ De acuerdo ─ masculló seria Akiane, bajándole el perfil y guardando silencio lo que resto de camino.

Pedro, no tuvo más remedio que callar y dejar que su jefa, buscará algo de paz en el silencio, por lo que optó en meditar para sus adentros qué podría haber ocurrido. Cuando llegaron al sitio, fueron recibidos por Luis y constataron de primera mano que sus suposiciones estaban bien alejadas de la realidad; ya que la pérdida había sido total, y es que los tanques fueron perforados a propósito de tal modo que la fatiga del material terminara por colapsar y se derramase todo el contenido a un mismo tiempo. De igual modo, sucedió con las tarimas que guardaban los tambos que eran para el reparto local que abastecía la ciudad de Puerto Varas. Se rompió paulatinamente y también fueron intervenidos los tornillos y tirantes que sostenían las planchas que hacían de tarimas. En pocas palabras la producción de un mes se fue al traste por los desperfectos y todo indicaba que habían sido provocados intencionalmente.

─ ¡Con un demonio! ─ rabió Akiane, dando un,  punta pie a un tambo que estaba aboyado producto de la caída─. Como si no bastara con los motores, ahora pierdo la producción entera de leche por culpa de un desgraciado.
─ Akiane ─ intervino Pedro, tratando en vano de calmar a su jefa.
─ Akiane, nada ─ demandó cortantemente la joven Rosemberg─. Lo que menos quiero ahora son más problemas, Pedro. Ya tengo suficientes en este momento.
─ Lo siento ─ se excuso de algún modo el hombre.
─ Hazte cargo de que recojan todo y limpien este chiquero ─ Ordenó Akiane ─. Yo voy a ocuparme de la cosecha y ver los repuestos para la maquinaria porque no puedo seguir de este modo.

La joven se fue de la lechería despotricando a los quintos infiernos y se alejó en su caballo rauda del lugar.

Momentos más tarde se reunió con sus hombres en el sembradío y les propuso hacer horas extras para salvar la cosecha y que habría doble paga por ello. Los hombres aceptaron el trato y se volvieron en seguida a sus labores para no perder tiempo y no quedar mal ante su patrona. Luego de ello, la joven Rosemberg, se dirigió hablar con el mecánico y ver cómo iban los arreglos de los motores.

El encargado, le dio noticas no muy buenas al respecto y que todo dependería de que se consiguiesen los repuestos cuantos antes y ensamblar los bloques y hacer los ajustes pertinentes.

Akiane, no podía estar más molesta con todo lo que estaba sucediendo y es que el revés que estaba sufriendo le iba a significar un desbarajuste económico bien grande y tendría que detener el golpe cuanto antes porque de lo contrario las consecuencias serían malas para sus trabajadores, por lo que optó en dirigir sus pasos a la casa patronal y hacerse cargo del asunto de Santiago cuanto antes.

No supo cómo se bajo de su caballo que en menos de lo que canta un gallo, ya estaba entrando en su despacho y marcaba el número de Santiago…

─ ¡Buenas tardes! ─ saludaron al otro lado de la línea…
─ De buenas no tienen nada ─ reclamó Akiane sin miramientos e interrumpió el saludo protocolar de toda empresa ─. Espere casi todo el día que usted me llamara y aún, no tengo una respuesta de su parte ni siquiera por educación.
─ Lamento informarle que lleva tiempo procesar sus datos y revisar en bodega, la lista con repuestos que nos pidió ─ aclaró la joven dependiente que no se amilanó con el tono prepotente de su cliente.
─ En resumen… ¿Tiene lo que les envié sí o no? ─ demandó seca Akiane.
─ Así es Señorita Rosemberg ─ respondió la joven─. Tenemos todo lo que nos solicito, pero tenemos un pequeño inconveniente que deseamos consultarlo con usted antes de hacer cualquier transacción.

El resoplido de aire mal contenido se dejo sentir tan pesado que parecía atravesar el auricular porque una sonrisa torcida se bordó en los labios de la joven dependiente.

─ ¿Cuál es ese PEQUEÑO inconveniente? ─ inquirió con ironía en la frase Akiane.
─ El precio a pagar señorita Rosemberg ─ respondió tajantemente la dependiente.
─ ¿Cuánto es la factura total? ─ preguntó con curiosidad viva Akiane, jugando con una lapicera entre sus manos en forma inquietante.
─ La factura asciende a 6 millones ─ mencionó sin asco la joven.
─ ¡¿Qué?! ─ exclamó con enconó Akiane, cuya mandíbula se contrajo en el acto─. ¿Usted me está viendo la cara de imbécil o qué? Que los repuestos están chapados en oro para que valgan tanto. Usted está loca si piensa que voy a pagar ese precio.
─ Ese es su problema; no el nuestro ─ Confrontó la empleada sin vergüenza alguna─. Nosotros solo le informamos las condiciones de la venta, si usted no puede adquirirlo simplemente dejamos la venta nula y se acabo el problema.
─ Aparte de usureras, eres prepotente ─ bramó Akiane que a esas alturas era un volcán en erupción─. No puedo imaginarme como te tienen a cargo de un negocio sino tienes carisma para atender al cliente.
─ ¡Haber señorita Akiane! ─ expuso lo más serena posible la joven─. No me rebajaré a responderle sus descargos, solo me interesa saber si usted desea comprar nuestros productos o no.

A la joven albacea, no le quedo más remedio que sopesar mentalmente y raudamente los costos que tendría para ella, rechazar aquellos repuestos. No estaba en condiciones de mandar al carajo de la cosecha. No había más opción arriesgarse aunque le estuviesen robando en sus propias narices.

─ Los comprare ─ fue la tajante respuesta de Akiane, apretando los dientes al mismo tiempo─. Envíeme la factura por email y los datos de su empresa para depositar los dineros.
─ ¡Perfecto! ─ respondió con algarabía la joven empleada─. ¿Cuándo desea que le despachemos el pedido?
─ Hoy mismo si es necesario ─ demandó una malhumorada Akiane─. Ya que me están estafando de ese modo. Creo que no tendrán inconvenientes para enviar mi pedido en el último vuelo y así, me ahorran volver a llamarles.
─ Con gusto lo haremos ─ correspondió la muchacha─. No hay nada más placentero que darle en el gusto a nuestros clientes y así, nos recuerden siempre.
─ Solo envíeme ese correo y acabemos con esta relación comercial ─ bramó Akiane y cortó la llamada.

No dejo que la muchacha se despidiera como correspondía y no pudo comprobar como una sonora carcajada se dejo sentir, luego de oír el pitido que indicaba que estaba fuera de línea.

─ ¿Y bien? ─ preguntó una muchacha de ojos grises.
─ Mordió el anzuelo ─ respondió la chica─. Akiane Rosemberg, acaba de devolverle una parte del dinero que le retiene a Karina.
─ Me alegro mucho, Nacha ─ repuso la joven ─. Al fin se hace justicia.
─ Te aseguro que esto, no lo olvidará en su vida ─ señaló burlonamente Nacha─. Esa idiota sabrá que con Karina no se juega y que no está sola en este mundo.
─ Hay que avisarle ─ señaló su novia─. ¿No te parece a ti?
─ Por supuesto ─ concordó Nacha y tomo su celular para enviar el mensaje correspondiente. ─ pero antes, entregaré esta grandiosa factura a su dueña.

Por su parte, lejos de tan descabellada conversación. En el despacho de la albacea.

─ No lo puedo creer ─ murmuró furiosa Akiane─. Esto es una espiral de malas noticias.

Encendió su computadora personal y buscó afanosamente si acusaba recibo del documento que tenían que enviarle. Espero unos momentos y luego, comprobó en su bandeja de entrada que había sido enviada.

Procedió a revisar la factura y comprobar los precios aducidos por la empleada…

─ Es un robo por donde lo mire ─ fue la protesta de Akiane y que sacudiendo su cabeza, hizo los depósitos y zanjar el tema de una vez por todas.

Cuando acabó con aquello, apagó su computadora. Ordenó un poco su escritorio y en eso, sonó su móvil.

─ Mauricio ─ dijo Akiane.
─ Akiane ─ saludo éste─. Tengo noticias sobre lo que me encomendaste.
─ ¿Y bien? ─ apremió la joven.
─ ¿Estás sentada? ─ preguntó el abogado.
─ ¿Por qué? ─ indagó Akiane.
─ Solo respóndeme ─ demandó Mauricio.
─ Sí, hombre ─ respondió de mal modo Akiane─. Estoy bien sentada.
─ Que bueno porque lo que te voy a decir, te va a dejar pasmada ─ explicó Mauricio.
─ Déjate de rodeos, Mauricio y anda al grano que no estoy de humor para juegos ni suposiciones ─ demando en forma tajante Akiane, topándose con el móvil de su protegida─. ¿Qué estudió Karina?
─ Te informo querida mía que, Karina Sotomayor Mondriatti, se recibió de ingeniero automotriz ─ reveló Mauricio─. Y se especializó en prototipos de automóviles híbridos y de alta tecnología. ¿Qué te parece? Ahí, tienes a tu saboteador.

Aquellas palabras fueron un balde de agua fría que le cayó pésimo a la joven albacea, su semblante se volvió taciturno y apenas se podía ver el brillo de sus ojos por lo opaco que estaban en esos momentos, el flequillo de su cabello, tapo una lágrima que comenzaba a resbalar por su mejilla.

─ ¿Akiane estás ahí? ─ preguntó Mauricio al haber tanto silencio y ninguna respuesta a sus dichos.
─ Aquí estoy ─ respondió con una voz algo quebrada.
─ ¿Estás bien? ─ inquirió el abogado─. Te sentí extraña por un momento.
─ Estoy bien ─ mintió Akiane, haciendo un esfuerzo por sonar serena─. Gracias por llamarme. Ahora, debo dejarte porque tengo asuntos que resolver. Mañana te pondré al corriente.
─ ¡Eh! ─ exclamó extrañado Mauricio y no le quedo de otra que aceptar─. Como tú digas.
─ Nos vemos y gracias ─ repuso Akiane y cortó la llamada.

No supo cómo, pero su mano izquierda estaba estrellada con la parte dura de su escritorio y sus ojos cerrados tras el impacto. Su cuerpo tembló del coraje y como un resorte alcanzó la puerta de su despacho.

En cosa de segundos, la puerta de un dormitorio se abrió de golpe y unos cuantos ojos quedaron viendo fijamente la silueta que se hallaba en su umbral.

─ Mi niña ─ solo alcanzó a decir Greta.
─ Ahora no, nana ─ indicó duramente Akiane─. Déjennos a solas. Vuelvan a sus lugares de trabajo y vean o escuchen algo, no se atrevan acercarse. ¿Les queda claro?
─ Sí ─ fue la tímida respuesta de las dos empleadas.
─ Retírense ya ─ ordenó seca Akiane.

En menos de un simple pestañear, la puerta se cerraba detrás de las dos mujeres y dejaba a otras dos con diversas expresiones cada cual en sus rostros.

─ Karina ─ murmuró con dientes apretados Akiane.
─ ¿Qué sucede? ─ se atrevió a preguntar ésta sin comprender el enojo que estaba presente en los ojos de su jefa─. Es por permanecer aún en tu cuarto…yo…
─ Deja la farsa de una vez por todas ─ bramó Akiane, que de una zancada estaba a su lado y levantaba entre su mano el rostro de la joven. ─ Y dime qué significa esto (colocó frente a sus ojos, un celular)

Karina, aparte de abrir sus ojos tan grandes del susto, tragó grueso porque aquel aparato en cuya pantalla se leía claramente un mensaje…Para ella y provenía nada menos que de Nacha.

Ahora sí, el mundo se le venía encima como un juego de fichas de domino apiladas ordenadamente y con un solo movimiento se desplomaron todas en picada contra la joven Rosemberg, pero que sin saberlo, le repercutirían muy pronto a ella.

─ Respóndeme ─ rugió Akiane ─ no habrá nada ni nadie que te pueda salvar en esta ocasión…Karina.



10 comentarios:

Ari dijo...

Por dios, siento pena por karina ya que lo que se le avecina no parece nada bueno, encima cuando justamente se estaba reeplanteando sus sentimientos por Akine. De igual forma, la albacera algo se merecía yo creo que actuaria de la misma forma y buscaría venganza. Lastima que este contraataque también a la larga le va a afectar a Karina.

Me ha encantado este capitulo y espero que puedas actualizar pronto! Saludos!

Delfi Castillo dijo...

Oh! mi madre !!!! que capitulo, ahora si va a arder troya.Pobre Karina siento que se le paso la mano con tantas maldades que hizo,pero lo hecho, hecho esta y ahora que se atenga a las consecuencias.
--Bueno espero y no tardes con el siguiente ya que lo dejaste en lo mejor.Nos vemos y que estes bien....

Alexsa dijo...

Oh-oh! Si que la armo buena Karina y sorry por lo que le espera, pero todos los actos que se realizan tienen consecuencias y ya sean buenas o malas es inevitable el que se reciban en algún momento.
Pobre Akiane si que le esta lloviendo.
Espero que todo esto en algún momento lo puedan superar o bien... muerte ardiente CX, ok no!, pero no se como le harán pero si se que el próximo capi lo estaré cazando para leerlo en cuanto nos lo compartas c:

GracIas por compartirnos tus historias, y que tengas éxito en tus metas y proyectos (:


P.D. Mi cel esta loco y no podía publicar mi coment (lo intente dos veces y la tercera ya mejor tome otra estrategia c:) así que lo escribi por fuera y después lo vine a pegar aquí CX pero lo importante es que lo logre :D

Unknown dijo...

Excelente, me encantó! Que alegro tan grande volver a ver una continuación de esta obra, simplemente me hiciste el día, esta pareja me fascina, con más que ansias estaré esperando pacientemente la continuación de esta hermosa y muy entretenida historia

Unknown dijo...

Santo cristo redentor, estoy con los pelos de punta, madre santísima esto esta buenísimo, no me quiero imaginar lo que le espera a Karma, changos ahora si se pasó primero la cosecha, después la leche y ahora esos sentimientos -tan hermosos, que apenas están saliendo a flote- en juego... como va acabar la cosa :& por favor no nos hagas sufrir tanto con la actualización. Saludos para ti Anrhia desde mi México.

Unknown dijo...

Santo cristo redentor, estoy con los pelos de punta, madre santísima esto esta buenísimo, no me quiero imaginar lo que le espera a Karma, changos ahora si se pasó primero la cosecha, después la leche y ahora esos sentimientos -tan hermosos, que apenas están saliendo a flote- en juego... como va acabar la cosa :& por favor no nos hagas sufrir tanto con la actualización. Saludos para ti Anrhia desde mi México.

Unknown dijo...

Santo cristo redentor, estoy con los pelos de punta, madre santísima esto esta buenísimo, no me quiero imaginar lo que le espera a Karma, changos ahora si se pasó primero la cosecha, después la leche y ahora esos sentimientos -tan hermosos, que apenas están saliendo a flote- en juego... como va acabar la cosa :& por favor no nos hagas sufrir tanto con la actualización. Saludos para ti Anrhia desde mi México.

Adria dijo...

Bueno, esta es la primera vez que te escribo, comencé a leer tu historia en amor yaoi y me atrapó tanto que en cuanto dejaste el link de tu blog accedí de inmediato. Me asombra lo bien que escribes y la trama que has creado me ha sorprendido gratamente, tu historia es magnífica, ojalá nunca te canses de escribir, puesto que de impaces e inconvenientes está llena la vida, no dejes que terceros malintencionados te desanimen y te aparten de tu pasión, porque sería un desperdicio de talento. Por favor actualiza pronto y bríndanos la oportunidad de leer tus escritos.

Unknown dijo...

Donde puedo leer la continuacion ufff estoy atrapada con las historia saludos
P.D. no dejes de escribir por nadie tienes fans y demasiado talento la gente abusa de todo lo que encuentra a su mano y quiere tomar ventaja con el trabajo de otros pocas son las historias excelentes como las que tu escribes.

Unknown dijo...

Donde puedo leer la continuacion ufff estoy atrapada con las historia saludos
P.D. no dejes de escribir por nadie tienes fans y demasiado talento la gente abusa de todo lo que encuentra a su mano y quiere tomar ventaja con el trabajo de otros pocas son las historias excelentes como las que tu escribes.

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